Estados Unidos ha iniciado la persecución de un tercer petrolero vinculado a Venezuela en el marco de una operación militar y de sanciones destinada a cortar el flujo de crudo del país. La Guardia Costera estadounidense comenzó el domingo a interceptar al Bella 1, un … buque con bandera panameña que en ese momento navegaba vacío y se dirigía a aguas venezolanas para cargar petróleo. El Departamento del Tesoro sancionó al Bella 1 en 2024 por su implicación en el transporte de cargamentos que, según Washington, beneficiaron a Hizbolá y a la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán.
La actuación marca un punto de inflexión en la estrategia de Donald Trump para desarticular la llamada flota fantasma que Irán y Venezuela utilizan para mover crudo al margen de las sanciones internacionales. Con la interdicción sucesiva de petroleros y la coordinación con países como Panamá, EE.UU. empieza a romper los lazos logísticos que sostienen ese sistema opaco de transporte marítimo basado en cambios de bandera, sociedades pantalla y transbordos en alta mar.
EE.UU. ya había actuado contra otros dos buques petroleros vinculados a Venezuela en los días previos. El primero, The Skipper, fue incautado el 10 de diciembre cuando transportaba entre 1,8 y 1,9 millones de barriles de crudo, con un valor estimado de unos 95 millones de dólares. El segundo, el Centuries, fue abordado por fuerzas estadounidenses pese a no figurar en la lista de sanciones. En ambos casos, Washington contó con la autorización del Gobierno de Panamá para intervenir buques que navegaban bajo su bandera.
Washington había intensificado antes la presión sobre la red petrolera que conecta a Irán, Venezuela y China con una nueva ronda de sanciones y operaciones de interceptación marítima destinadas a cortar la financiación derivada del crudo. Trump sancionó la semana pasada a 29 buques de la llamada «flota fantasma» y señaló a operadores y empresas que facilitan la triangulación del petróleo venezolano hacia refinerías chinas, cuyos ingresos, según la Casa Blanca, acaban sosteniendo el aparato militar iraní.
El objetivo declarado es una política de «denegación de liquidez»: encarecer, ralentizar y hacer inviable cada envío, rompiendo el sistema opaco de banderas, transbordos y estructuras de propiedad diseñadas para ocultar el origen del crudo. EE.UU. sostiene que el cerco apunta tanto a Teherán como a Caracas y a los intermediarios que diluyen el rastro del petróleo, con especial foco en las rutas marítimas hacia China.
Trump sancionó la semana pasada a 29 buques de la llamada «flota fantasma» y señaló a operadores y empresas que facilitan la triangulación del petróleo venezolano hacia refinerías chinas
Fuentes de la Administración Trump señalaron que el Bella 1 navegaba bajo bandera falsa en el momento de la persecución. La Guardia Costera contactó con el buque el domingo y llegó a suspender de forma temporal la interdicción antes de retomar el seguimiento horas después. Hasta la noche de ese mismo día, el petrolero no había sido abordado y no estaba claro si la operación continuaba. Washington tampoco ha precisado el destino final del crudo incautado en los dos primeros casos.
Financiación de la Guardia Revolucionaria iraní
El petrolero Skipper fue incautado en virtud de una orden judicial por su vinculación con la financiación de la Guardia Revolucionaria iraní y de Hezbolá. En el caso del Centuries, EE.UU. actuó sin orden judicial, amparándose en su interpretación de las sanciones vigentes contra el sector petrolero venezolano. La empresa petrolífera estatal PDVSA permanece bajo sanciones estadounidenses desde 2019 y Trump ha declarado un «bloqueo» de los buques petroleros sancionados que operan en torno a Venezuela.
La Administración Trump ha ido un paso más allá al designar al Gobierno venezolano como Organización Terrorista Extranjera y recordar que en 2020 imputó a Nicolás Maduro por narcoterrorismo. Washington sostiene que Venezuela e Irán comparten una flota encubierta para el transporte de crudo y cooperan en ámbitos militares, incluida la tecnología de drones. El dictador venezolano rechaza estas acusaciones y niega cualquier implicación en actividades terroristas o de narcotráfico.
Maduro ordenó a la Armada venezolana escoltar buques cargados con productos derivados del petróleo en un intento de garantizar la salida de exportaciones estratégicas
La reacción de Caracas no se hizo esperar. La vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, denunció públicamente la incautación de los buques por parte de EE.UU. y lo que calificó como la «desaparición forzada» de tripulaciones en aguas internacionales, una acusación que Washington no ha confirmado. El Gobierno venezolano presentó estos hechos como una vulneración del derecho internacional y como parte de una escalada de presión económica y militar contra el país.
En paralelo, Maduro ordenó a la Armada venezolana escoltar buques cargados con productos derivados del petróleo en un intento de garantizar la salida de exportaciones estratégicas y desafiar el cerco anunciado por la Casa Blanca. Según informaciones citadas por medios estadounidenses, la Marina venezolana escoltó al menos tres buques con destino a Asia. Ninguno de esos barcos figuraba entonces en la lista de sanciones de EE.UU., aunque analistas advierten de que la medida incrementa el riesgo de incidentes en alta mar.
Consecuencias en el tráfico marítimo
El impacto del pulso ya se dejó sentir en el tráfico marítimo. Cuatro buques con bandera panameña cambiaron de rumbo el 11 de diciembre tras una incautación estadounidense previa. Entre ellos se encontraba el Bella 1, además del Seeker 8, el Karina y el Eurovictory, un movimiento que fuentes del sector interpretan como un primer efecto disuasorio de la ofensiva de EE.UU. sobre la red de transporte petrolero vinculada a Venezuela.
Estados Unidos ha intensificado desde septiembre sus operaciones contra el narcotráfico venezolano, con un foco específico en la persecución de las llamadas «narcolanchas» que operan tanto en el Caribe como en el Pacífico. Estas embarcaciones rápidas son utilizadas para sacar cargamentos de droga desde las costas venezolanas hacia rutas internacionales. El Comando Sur de EE.UU. ha informado de que estas acciones han dejado al menos 99 narcotraficantes venezolanos muertos en operaciones recientes, dentro de una campaña sostenida de interdicción marítima que combina vigilancia aérea, inteligencia y actuaciones directas en alta mar.