Los líderes europeos celebraban la noche de este jueves una cumbre en Bruselas en la que están obligados a decidir la fórmula con la que van a mantener la financiación de Ucrania en los próximos dos años en un ambiente de total incertidumbre.En las … reuniones del Consejo Europeo suelen sobrevolar las informaciones que emanan de distintas fuentes diplomáticas deseosas de transmitir a la prensa sus posiciones. No ha sucedido lo mismo en esta ocasión. Los líderes tenían que resolver el asunto central de la agenda que es el cumplimiento de su compromiso de garantizar a Ucrania sus necesidades financieras los próximos dos años y, dada la complejidad de la cuestión, todos esos canales de comunicación se han mantenido en silencio.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, asistió en persona a una parte de las deliberaciones de las que depende que su país pueda mantenerse en pie si fructifican las negociaciones de paz o, en caso contrario, tener capacidad de continuar la guerra.
A su llegada al edificio Europa de Bruselas, el primer ministro polaco, Donald Tusk, había dicho claramente que los europeos «tenemos una elección muy simple: o dinero hoy o sangre mañana. Y no estoy hablando de Ucrania, estoy hablando de Europa. Todos los líderes europeos deben ser conscientes».
En efecto, en el momento de comenzar la reunión, los dirigentes comunitarios estaban divididos sobre cómo cumplir esa promesa de financiar a Kiev, entre los que apoyan la concesión de un préstamo a Ucrania usando como aval las reservas congeladas del banco central ruso, depositadas en Bélgica, o utilizando una emisión de deuda europea como se hizo después de la pandemia. Hace dos meses la discusión ya fracasó y el único acuerdo posible entonces fue que en este Consejo Europeo se comprometían a tomar una decisión sobre los 160.000 millones que necesita Ucrania.
Algunas fuentes diplomáticas del propio Consejo decían haber detectado cierto optimismo respecto a la posibilidad de concretar un acuerdo el jueves por la noche, o al menos en la madrugada de hoy. Sin embargo, al final resultó que el debate sobre la cuestión más urgente de esta cumbre, previsto inicialmente para media tarde, se retrasó en al menos dos ocasiones, teóricamente para dar tiempo adicional a las delicadas conversaciones de pasillo entre los asesores de los líderes para intentar superar las divisiones.
Temor a una ruptura
Esto último fue interpretado como un síntoma de mal agüero, porque supondría que el presidente del Consejo, António Costa, no se atrevía a lanzar la discusión por miedo a que se produjera una ruptura.
A su llegada, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, calificó la reunión de «momento decisivo para nuestro objetivo último, que es la paz para Ucrania» y que por ello los participantes necesitan decidir cuál de las dos opciones es la que se pondrá en marcha porque «lo más importante es que al final aseguramos las necesidades financieras de Ucrania».
Y citando al presidente del Consejo, António Costa, la jefa del Ejecutivo de la UE recordó que mantienen la voluntad de no salir de la reunión sin tomar antes una decisión. Costa dijo incluso que si no acababan ayer, lo harían hoy.
La imagen que podría simbolizar la reunión de este jueves era la del primer ministro belga, Bart de Wever, rodeado por dirigentes de otros países que supuestamente le estarían intentando convencer para que aceptara que la UE use el dinero ruso congelado por las sanciones.
La semana pasada ya se decidió que ese dinero va a permanecer bloqueado indefinidamente hasta que Rusia pague por los daños causados en su invasión de Ucrania
El canciller alemán, Friedrich Merz, es el principal defensor de la tesis que apoya el uso de los activos rusos. La semana pasada ya se decidió que ese dinero va a permanecer bloqueado indefinidamente hasta que Rusia pague por los daños causados en su invasión de Ucrania, lo que según algunas tesis presupone que eso no sería una incautación sin más, como sugieren los que se oponen a esta fórmula. Para Merz, sin embargo, este sería el mejor camino «para ayudar a poner fin a esta guerra lo más rápido posible».
La alta representante para la Política Exterior, Kaja Kallas, lo dijo a su manera: «Putin confía en nuestra inacción. No podemos permitirnos hacerle ese favor. El Préstamo de Reparaciones es la opción más clara para una financiación sostenida para Ucrania».
Bélgica pide garantías
El Gobierno belga, sin embargo, desconfía de las posibles consecuencias que podría acarrear la confiscación del dinero del Banco Central de Rusia y ha pedido una serie de garantías. Bélgica tiene una economía relativamente robusta pero es un país pequeño. El montante de lo que se quiere usar de los fondos rusos congelados equivale a más del 20 por ciento de su PIB, lo que permite imaginar que en caso de que esta acción tuviera una consecuencia negativa, el país tendría claros problemas para afrontarla.
Von der Leyen había hecho un último intento de ablandar a De Wever y dijo claramente que «la posición de Bélgica es absolutamente comprensible» respecto a las secuelas indeseables de esta acción. «El riesgo debe ser compartido por todos nosotros y por eso quiero dejar claro el pleno apoyo a nuestros amigos belgas».
Von der Leyen había hecho un último intento de ablandar a De Wever y dijo claramente que «la posición de Bélgica es absolutamente comprensible»
También De Wever ha dejado claro que afronta personalmente un dilema muy poderoso. Antes de entrar en la reunión del Consejo había comparecido ante el Parlamento de su país y allí reconoció que Europa se enfrentaría a una «vergüenza geopolítica extrema» si no se llega a un acuerdo para financiar a Ucrania, pero al mismo tiempo insiste en que la idea de usar los fondos rusos pueda ser «cuestionable» según el derecho internacional y corra el riesgo de socavar la confianza de los mercados financieros y la credibilidad de Euroclear, la entidad financiera bruselense que los custodia.
Orbán, principal obstáculo
Sin embargo, también les dijo a sus diputados que si las garantías que le ofrece la Comisión Europea son suficientes «entonces saltaremos todos juntos a ver si el paracaídas aguanta».
Bulgaria, Malta, Hungría y Eslovaquia también se oponen al uso de estos activos. Sin embargo, el principal obstáculo sigue siendo el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que dejó escrito en las redes sociales que no aceptará ni una cosa ni otra. «Hoy tampoco faltará la arrogancia. Los burócratas prometen que no se nos permitirá volver a casa hasta que se resuelva el problema de la financiación de Ucrania. En otras palabras, la financiación de la guerra», señaló Orbán. «Los húngaros no participaremos en esto y nos quedaremos aquí el tiempo que sea necesario. Unas cuantas noches sin dormir no son el fin del mundo. Sin duda, son mejores que la guerra».
Orbán no podría impedir que se utilicen los fondos rusos congelados porque es una decisión por mayoría cualificada, pero si tiene capacidad para vetar la emisión de un préstamo conjunto que debería aprobarse por unanimidad.