En un asombroso giro, un sirio que estuvo preso en cárceles estadounidenses de Irak por yihadismo se vio ayer a solas con Donald Trump en el Despacho Oval, en el primer viaje oficial de un jefe de Estado de su país desde 1946. El objetivo … principal de la visita de Ahmed al Sharaa, antes conocido como Abu Mohamed al Jolani y hoy presidente de Siria, fue avanzar hacia la entrada formal de su país en la Coalición Global contra Daesh (conocido como Estado Islámico), negociar un alivio de las sanciones que aún pesan sobre su Gobierno y establecer cooperación militar con EE.UU.
Washington estudia abrir una presencia limitada en una base aérea cercana a Damasco, toda una novedad. Según información de Reuters, oficiales sirios señalaron que la instalación se usaría para operaciones logísticas, de vigilancia, reabastecimiento y asistencia humanitaria, manteniendo Siria la soberanía sobre el lugar. Las conversaciones técnicas comenzaron tras la visita del jefe del Mando Central estadounidense, almirante Brad Cooper, a Damasco el 12 de septiembre, cuando agradeció al presidente Al Sharaa su cooperación contra Daesh y subrayó el objetivo de alcanzar «una Siria estable, en paz consigo misma y con sus vecinos«.
El viaje de Al Sharaa a Washington simboliza un cambio profundo en la política de EE.UU. hacia Siria. Trump comenzó a levantar sanciones en mayo, elogió entonces a Al Sharaa como «un tipo fuerte» y firmó en junio una orden ejecutiva que eliminó la mayoría de las restricciones económicas.
Aun así, la visita se celebró a puerta cerrada, algo poco habitual en las bilaterales de Trump. No fue recibido a la puerta del Ala Oeste, sino que entró por un acceso lateral, a través de un anexo. Tampoco fue invitado a alojarse en la residencia oficial de Blair House, donde suelen hospedarse los jefes de Estado extranjeros. Al fin y al cabo, quien antes se hacía llamar Al Jolani fue detenido en Irak acusado de atentar contra soldados estadounidenses y de formar parte de la insurgencia armada contra la ocupación norteamericana.
Sanciones levantadas
El Tesoro suspendió este lunes durante 180 días la Ley César, que solo el Congreso puede derogar. Aprobada en 2019, imponía sanciones al Gobierno sirio, a sus aliados y a quienes lo apoyaran. Lleva el nombre de un fotógrafo militar que documentó crímenes de guerra y buscaba responsabilizar al régimen de Bashar al Assad por violaciones de derechos humanos, limitando su financiación mediante bloqueos y restricciones de viaje a personas y entidades vinculadas en todo el mundo.
Al Sharaa, ahora convertido en un estadista que se reúne con líderes mundiales bajo la protección de Arabia Saudí, busca consolidar su alianza con EE.UU. tras el levantamiento de sanciones al antiguo régimen de Assad y la mediación de Washington con sus rivales internos y externos.
Fue retirado de las listas de sanciones de la ONU y del Departamento de Estado, junto al ministro del Interior Anas Khattab, «en reconocimiento al progreso demostrado por el liderazgo sirio tras la salida de Assad». Integrarse oficialmente en la coalición internacional contra Daesh –el mismo grupo al que combatió tras romper con Al Qaida en 2017– sería un triunfo táctico para Trump en su campaña por pacificar Oriente Próximo y avanzar en acuerdos entre las naciones árabes e Israel.
El Banco Mundial estima en 216.000 millones de dólares el coste de la reconstrucción de Siria. El alivio de sanciones permitirá al país reconectarse con el sistema financiero internacional e importar bienes para la recuperación de su infraestructura y servicios básicos.
Críticos del nuevo Gobierno citan episodios recientes de violencia sectaria en zonas costeras y del sur, con masacres atribuidas a fuerzas bajo su mando, que ponen en duda sus promesas de reconciliación nacional. Aun así, Washington mantiene un interés estratégico en apuntalar a Al Sharaa como aliado para reducir su presencia militar en Siria y consolidar la lucha contra Daesh.
Acuerdo con Daesh
Actualmente hay entre 900 y 1.000 soldados estadounidenses en Siria, una cifra reducida respecto al máximo de unos 2.000 desplegados anteriormente. La mayoría se encuentra en el noreste del país, donde colabora con las milicias de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) en la lucha contra el Estado Islámico, mientras que un pequeño destacamento permanece en la base de al-Tanf, en el sur. La presencia militar de EE.UU. sigue siendo motivo de debate internacional, sobre todo porque Turquía, aliado de la OTAN, considera a las FDS una organización hostil.
La Administración Trump ha mediado entre el Gobierno sirio y las Fuerzas Democráticas Sirias para su integración en la estructura militar nacional y también busca un acuerdo de seguridad entre Damasco e Israel que incluya una zona desmilitarizada al sur de la capital.
Al Sharaa ha manifestado su disposición a recuperar los territorios ocupados por Israel desde diciembre, aunque de momento rechaza un acuerdo de normalización plena como los promovidos por Washington en la región. Durante su primer mandato, Trump reconoció la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, ocupados desde la guerra de 1967.
Al Sharaa en la Casa Blanca
En paralelo, el nuevo líder sirio ha acercado posiciones con Rusia, su antiguo adversario, aunque considera esencial el apoyo de EE.UU. para acceder a fondos del Golfo y contener los ataques israelíes, que se han repetido en los últimos meses dentro del territorio sirio.
Bashar al Assad cayó a finales de 2024, tras catorce años de guerra civil y el colapso del régimen por divisiones internas, sanciones internacionales y una profunda crisis económica. La desintegración final llegó cuando facciones militares del norte y del sur se rebelaron, mientras antiguos aliados como Rusia e Irán redujeron su apoyo de forma decisiva. Rusia, sobre todo, por estar enfrascada en la guerra de Ucrania.
En ese contexto emergió Al Sharaa como figura de consenso entre distintas facciones sirias. Su ascenso contó con el respaldo tácito de varios países árabes, que lo vieron como una alternativa a la influencia iraní.
La reunión duró cerca de dos horas, y tras ella, Trump se verá en una semana con el heredero saudí, Mohamed bin Salman, aliado de Al Sharaa.
Tras la reunión, Trump expresó abierta admiración por Al Sharaa, a quien calificó como «un líder muy fuerte, procedente de un lugar muy duro, un tipo duro». Añadió: «Me llevo muy bien con él. Haremos todo lo posible para que Siria tenga éxito y forme parte de la paz en Oriente Próximo. Es la primera vez en mucho tiempo que vemos algo así. Siria es una parte muy grande e importante de la región. Han pasado por muchas dificultades, pero queremos verlos prosperar, y confío en que él podrá hacerlo».