“La alimentación es el mayor riesgo de coronavirus y nadie está hablando de ello”, dice la endocrinóloga argentino-estadounidense Mariela Glandt. “Hay una epidemia que está agravando el coronavirus y es que comemos comida de baja calidad. En los últimos años comemos comida con tanta azúcar y aceites vegetales que no es realmente comida. Eso nos ha enfermado”, advierte.
Según la experta, quienes tienen más posibilidades de terminar en las unidades de cuidados incentivos (UCI) es gente -además de edad avanzada- con alta presión, enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes. “Todos sufren del síndrome metabólico. Y esto aparece una y otra vez como factores de riesgo para la muerte por coronavirus”, aseguró al subrayar que el este síndrome se define si uno tiene 3 de 5 elementos: alta presión, azúcar alta, obesidad, triglicéridos altos y colesterol bueno bajo.
Pero la buena noticia es que las personas no solo están buscando una alimentación más saludable que les ayude en la inmunidad, sino que también están higienizando más los alimentos que consumen, limpiando lo que compran en los supermercados. Además, están comiendo comidas caseras, y una parte de la población empezó a consumir o intensificó el consumo de suplementos dietarios que pueden ayudar a fortalecer la inmunidad, principalmente en países como Corea del Sur (61%), Estados Unidos (57%), China (53%) e incluso en Latinoamérica, donde sobresalen Mexico (51%) y Peru (51%).
Así lo advierte Luiz Magalhães, Vicepresidente de Nutrición y Salud Humana de Royal DSM para América Latina, una multinacional enfocada en la nutrición, la salud y la vida sostenible, quien califica esta nueva tendencia como “alimentación consciente”.
“Comer consciente va mucho más allá que un momento de atención plena, de satisfacción, de tranquilidad y de apreciación. El comer consciente debe involucrar también los aspectos nutricionales y los ambientales, como, por ejemplo, la calidad de los alimentos (en términos de seguridad), la variedad (para garantizar el aporte necesario de nutrientes) y la cantidad de compra y preparo (para evitar el desperdicio)”.
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La razón es muy clara. Según el World Resources Institute (WRI), un tercio de todos los alimentos producidos se pierde o se desperdicia. Además, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) calculó que alrededor de 2 mil millones de personas carecen de micronutrientes esenciales como la vitamina A, el hierro y el yodo, donde al mismo tiempo, 2 mil millones de adultos y 400 millones de niños están obesos o con sobrepeso.
“Las dietas deficientes en micronutrientes esenciales (vitaminas y minerales), vinculadas a una ingesta alta de energía, azúcar, sal y grasas saturadas, causan 11 millones de muertes de adultos al año por enfermedades crónicas no transmisible – como las cardíacas y diabetes tipo 2”, explica el vocero de esta multinacional con ventas anuales de 10.000 millones de euros y más de 23.000 empleados en el mundo.
Otra buena noticia es que, según estudios y encuestas recientes de la compañía, el 20% de los consumidores en Latinoamérica sostienen que van a continuar con los hábitos saludables de alimentación y consumiendo suplementos después de la pandemia.
“Todo el mundo avanzó en el proceso de cuidado de la salud y eso va quedar como legado. Productos que lleven beneficios muy claros van a ganar espacio en las canastas del consumidor y eso va a impactar la industria, los desarrollos de productos y la forma de comunicarse con el consumidor. Igualmente, importante es mirar el impacto socioeconómico, ya que parte de la población pierde su poder de compra debido a la crisis y la industria debe ofrecer propuestas fuertes de costo-beneficio para el consumidor”, concluyó Magalhães.
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