Un estadounidense perdió la visión del ojo derecho temporalmente al poco tiempo de contagiarse de COVID-19. El episodio podría arrojar luz sobre cómo interfiere el virus en nuestro sistema inmunitario y cómo hace que el cuerpo se ataque a sí mismo.
En un informe de un equipo del Colegio de Médicos y Cirujanos Vagelos de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y publicado en JAMA Otolaryngology-Head & Neck Surgery, los sanitarios explican que el hombre se había recuperado de lo peor del COVID y que una semana después volvió con dolor de cabeza. Pronto le siguió la pérdida de visión en el ojo, hasta el punto de que solo podía distinguir movimientos amplios. Además, en cuanto movía ese ojo, sentía un fuerte dolor.
Como explican en ScienceAlert, los casos de pérdida de visión tras una infección por SARS-CoV-2 no son habituales, pero tampoco son desconocidos, y hay varios informes de casos que apuntan a una posible relación. Así que lo relevante de este caso es la combinación de síntomas, incluidos esos intensos dolores de cabeza y las molestias oculares.
Un estadounidense perdió la visión del ojo derecho temporalmente al poco tiempo de contagiarse de COVID-19. El episodio podría arrojar luz sobre cómo interfiere el virus en nuestro sistema inmunitario y cómo hace que el cuerpo se ataque a sí mismo.
En un informe de un equipo del Colegio de Médicos y Cirujanos Vagelos de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y publicado en JAMA Otolaryngology-Head & Neck Surgery, los sanitarios explican que el hombre se había recuperado de lo peor del COVID y que una semana después volvió con dolor de cabeza. Pronto le siguió la pérdida de visión en el ojo, hasta el punto de que solo podía distinguir movimientos amplios. Además, en cuanto movía ese ojo, sentía un fuerte dolor.
Como explican en ScienceAlert, los casos de pérdida de visión tras una infección por SARS-CoV-2 no son habituales, pero tampoco son desconocidos, y hay varios informes de casos que apuntan a una posible relación. Así que lo relevante de este caso es la combinación de síntomas, incluidos esos intensos dolores de cabeza y las molestias oculares.
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Al final trataron al paciente con esteroides y pronto los síntomas desaparecieron. Tres semanas después del tratamiento estaba ya completamente recuperado.
El equipo desconoce si efectivamente el COVID-19 influyó en la infección y qué provocó la enfermedad del lgG4-RD. «Es demasiado pronto para sacar conclusiones sólidas entre ambas enfermedades», señala el estudio, incluso teniendo en cuenta que otro anterior ya insinuaba que existía relación entre el lgG4-RD y el coronavirus.
Este artículo fue publicado originalmente por Sputnik. Léalo acá