Por Por Gonzalo Gómez Betancourt
La pandemia ha sido una tormenta cruel que nos ha colocado a todos al borde del abismo y como capitanes de nuestro barco hemos visto caer por la borda a muchos de nuestros colaboradores, mientras que tomábamos nuestro timón y le dábamos un giro de 90 grados a estribor, con el ánimo de tomar un poco de viento de popa para alejarnos del infame precipicio que hemos tenido a nuestros pies.
Durante los primeros meses de la tormenta tuve que deshacerme de casi todo lo que teníamos en el barco para darle flexibilidad, botamos desde basura que teníamos guardada por simple costumbre, como muebles viejos, hasta aquellas cosas que pensamos eran valiosas, pero que al parecer lo único que hacían era peso innecesario, fui sacando peso a peso, pero aún así ese precipicio infame estaba más cercano. Lo más duro fue tener que hacer ese giro brusco de 90 grados a estribor, al que ninguno de mis colaboradores estaba acostumbrado por mi forma de ser, los tomó por sorpresa, sin estar amarrados a ninguna parte del barco, y desafortunadamente los dejo fuera del él, mientras que yo, el “Capitán” con la frente en alto trataba de no mostrarme afectado, para mantener firme el timón fuera del precipicio, aunque por dentro estaba destrozado.
Ahora livianos de peso, al parecer con solo lo indispensable, veo que el barco se mueve un poco con el viento que logran atrapar en mis velas rasgadas, y empiezo a recordar cada momento que viví… me cuestiono una y otra vez si lo que hice estuvo bien, todavía pienso que es posible que venga una nueva tormenta incluso peor que la anterior, y que nos golpee con más fuerza. Sin embargo, en mi camarote he preparado nuevas estrategias para poder sobrevivir y junto a mi tripulación hemos pensado que de llegar a romperse el barco aún tenemos botes salvavidas que hemos construido, muy livianos y con mecanismos de comunicación para podernos encontrar en el futuro cuando la tempestad este apaciguada.
Durante la tormenta también vimos a algunos piratas tratando de tomarse el poco viento que había solo para ellos, incluso trataban de asaltar los barcos que estaban ya destrozados, pero la gran esperanza es que había ahora aparecían más barcos amigos, que en el pasado no hubieran unido sus fortalezas con las nuestras para realizar intercambios. Lo más importante para mí durante la tormenta sin duda alguna, fue mi tripulación, los marinos siempre buscando la forma de que el barco se mantuviera a flote con muchas horas de servicio más de lo que era prudente. Ahora que ya se empieza a ver una luz al final del túnel, debemos mantener la prudencia y no volver a traer las malas costumbres anteriores que hacen insostenible a nuestro barco en una tempestad.
Este relato me permite dar unas recomendaciones de lo que aprendimos en esta pandemia:
Primero, reconocer que tenemos un exceso de grasa acumulada por largos periodos de opulencia, que debe ser eliminada porque no nos deja ser flexibles. A veces creemos que alguna parte de esa grasa es estratégica y la verdad es que en condiciones adversas no lo es, la necesidad de pensar en lo táctico para la supervivencia es imperativo. Una vez la organización esté lejos del abismo, podrá reactivar los planes estratégicos de mediano y largo plazo.
Sin embargo, como no sabemos qué nos depara el destino, el segundo punto que ha sido fundamental ha sido la planeación estratégica por escenarios y la activación de estos planes de contingencia en cada momento.
Como tercer punto, la gestión del riesgo como competencia fundamental en estos tiempos, saber medir cuál es la severidad de cada riesgo mediante un cálculo probabilístico de su ocurrencia por su materialidad, nos ayuda a clasificar y mitigar esos riesgos externos e internos.
Como cuarto punto, un fenómeno cultural ha sido, no paralizarse frente al problema. Esto fue realmente importante, pues muchos se quedaron esperando un viento proveniente del gobierno, que no tenía ni la capacidad de soplar, ni las suficientes ganas, por ello siempre es bueno pensar que estamos solos, para salir solos del problema y agradecer esas ayudas, si es que llegan.
Para nuestro quinto punto sobre gobierno corporativo la creación del comité de crisis fue vital, porque había que salir de lo pesado, y el comité de innovación, para poder diseñar nuevas naves más flexibles.
El sexto punto, ha sido el aprendizaje de la existencia de colaboradores que se les pueden incrementar sus responsabilidades y que ayudan a alivianar el peso estructural, siempre hay personas con grandes capacidades frente a la presión que a pesar de no acaparar los reflectores del show en otra época, son mejores de lo que pensamos y ejercen un liderazgo natural para crear productos y servicios que pueden sacar adelante la empresa.
El séptimo punto es el ingreso en nuevas aguas sin explorar y la capacidad de hacer pruebas inmediatas para adaptarse rápidamente. Querámoslo o no, al salir de la tormenta nos dirigimos a territorios desconocidos, con un mercado y hábitos de clientes que también han tenido que adaptarse a condiciones inimaginables. Hacia esas aguas van muchos barcos, y en ese camino seguirán primando conceptos del pasado: diferenciación, diferenciación, diferenciación o exponerse a caer en un mar rojo.
CEO Legacy & Management Consulting Group