Publicado: septiembre 2, 2019, 9:50 pm
Una buena reputación es un activo estratégico de las organizaciones que tiene el potencial de crear valor, proteger y extender la supervivencia empresarial, establecer posiciones claras además de dar señales que reafirmen propósitos empresariales. Sin embargo, las organizaciones no poseen ni controlan completamente las percepciones y juicios que los grupos de interés hacen de ellas; de ahí que la autenticidad y la consistencia sean clave para generar credibilidad y confianza.
Las crisis de reputación de las últimas décadas han desatado un creciente interés en la reputación corporativa. La cual es una representación colectiva que reúne tanto el historial de acciones y decisiones de las empresas como la percepción que se tiene frente a su desempeño futuro. Los grupos de interés se basan en juicios de capacidad (lo que la empresa puede hacer) y carácter (lo que empresa decide hacer) para evaluar la reputación corporativa, a la que usualmente responden con confianza.
Existe una relación positiva entre la reputación y el desempeño financiero. De hecho, es una relación que opera en ambas direcciones. Además, otros beneficios se asocian a las buenas relaciones con gobiernos y comunidades, además de la atracción de talento y la protección frente a eventuales crisis.
En el aguerrido entorno de competencia local e internacional, mantener una imagen y una reputación favorable es imperativo para asegurar la supervivencia de la empresa. Los activos (tangibles e intangibles) que sean más difíciles de imitar consiguen tener mayor desempeño financiero. Una reputación fundamentada en autenticidad y consistencia suele producir relaciones de credibilidad y confianza difíciles de imitar.
Por: María Alejandra Gonzalez-Perez.
