El investigador de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, pinta un cuadro deprimente del corazón industrial estadounidense, conocido como el Cinturón Industrial y formado por Flint, Detroit y Cleveland, ciudades que una vez encabezaron el crecimiento del sector manufacturero.
Frey dice que los trabajadores de estas urbes están «perdiendo frente a los robots». ¿Qué consecuencias económicas tiene esto? ¿Y cuál es la alternativa que muchos están planteando, liderados por multimillonarios de renombre?
Pérdida de ingresos
Si los ciudadanos no tienen trabajo, no pagan impuestos, mientras en muchos países occidentales gozan de pensiones por desempleo. Esto supone una doble carga para los estados, sobre todo porque gran parte de los ingresos de estos provienen de los impuestos a la renta individual.
Es el caso de EE.UU., donde el 48% del dinero que llega a las arcas federales procede de los impuestos a la renta individual y el 35% de los gravámenes del seguro social. Solo el 9% proviene de los tributos corporativos. Ante esto, para compensar la pérdida de ingresos del impuesto a la renta, muchos están pidiendo un impuesto a los robots.
Cuarta revolución industrial
La primera revolución industrial propició que nos alejáramos de la potencia animal. La segunda revolución industrial condujo a la electrificación masiva y a la producción en masa.
La era de las computadoras trajo una mayor eficiencia y una difusión más rápida de la información. Se espera que la cuarta revolución industrial, asociada con la inteligencia artificial (IA) y la robótica, transforme fundamentalmente sistemas completos de producción, gestión y gobierno. El alcance, la velocidad y la profundidad de estos cambios no tienen precedentes históricos.
50% de los empleos robotizados
En 2013, Frey calculó que casi el 50% de los empleos en EE.UU. podría estar en riesgo en los próximos 30 años debido a los avances de la inteligencia artificial y la robótica.
Los puestos que desaparecerán incluyen los de los trabajadores industriales y conductores de camiones.
«Todavía tenemos que ver la reacción en contra de la automatización, como la que vimos contra la globalización», dijo Frey al programa World Service Business Daily de la BBC.
Entonces ¿podría un impuesto a los robots evitar esta reacción?
Bill Gates y Elon Musk
Hace dos años, el multimillonario, filántropo y cofundador de Microsoft, Bill Gates, planteó la idea de pagar impuestos por los robots en una entrevista con la página web Quartz.
«Ciertamente, habrá impuestos relacionados con la automatización. Ahora, por ejemplo, si un trabajador humano produce, digamos, US$50.000 en una fábrica, esa cantidad está gravada, hay que pagar el impuesto de la seguridad social, todas esas cosas. Si un robot entra para hacer lo mismo, uno tendría que pensar en cobrarle impuestos similares al robot», dijo Gates.
El multimillonario Elon Musk también se ha pronunciado a favor de los impuestos a los robots, para usar el dinero en ofrecer atención médica y educación, o un ingreso básico para todos.
Impuesto a la automatización
Pero ¿cómo gravar a un robot?
«No hay que gravar físicamente a los robots. Puede haber un impuesto a la automatización», explica Ryan Abbott, profesor de Derecho y Servicios de Salud en la Universidad de Surrey, en Reino Unido. «Las empresas que generan poco empleo deberían estar sujetas a la tasa. Al mismo tiempo, los gobiernos deberían reducir el impuesto sobre el trabajo», argumenta.
Como muchos otros expertos, Abott no recomienda un impuesto específico a los robots humanoides, sino a un uso más amplio de la inteligencia artificial. Los partidarios del impuesto dicen que los ingresos adicionales pueden ayudar a financiar programas de capacitación en nuevas habilidades y minimizar las posibilidades de que ocurra una ruptura violenta en la sociedad a causa de un desempleo a gran escala.
«La gente no está compitiendo en igualdad de condiciones. Los robots tienen una gran ventaja fiscal. Cuando las empresas se automatizan, ahorran una cantidad sustancial en impuestos. Solo los impuestos les dan un incentivo para automatizarse», agrega Abott.
Dónde ya ocurre
Esto es lo que hace Corea del Sur. En 2017, se convirtió en el primer país en reducir la renta exonerada de impuestos a la automatización para ayudar a frenar el ritmo al que la tecnología estaba incursionando en el mercado laboral.
En la Unión Europea, el Parlamento Europeo descartó una propuesta para introducir un impuesto a los robots y más bien optó por legislar para regular el aumento de estas máquinas. En EE.UU., el precandidato presidencial demócrata Andrew Yang quiere cobrar un impuesto a la automatización para financiar el ingreso básico universal.
«Alrededor del 3% de la población trabaja en el transporte. El alcance potencial de la automatización y los vehículos autónomos causarán un quiebre social mucho más amplio. Es necesario volver a capacitar y proporcionar beneficios sociales. Si los gobiernos no tienen los ingresos fiscales para hacerlo, empeorará el problema», dice Abott.
«Mala idea»
Pero no todos están de acuerdo.
«Gravar robots no es la solución, porque las grandes empresas escaparán a estas regulaciones. Solo las pequeñas y medianas empresas sufrirán», dice la doctora Janet Bastiman, directora científica de Story Stream, una compañía de servicios de tecnología de la información.
Cobrar impuestos por los robots y sistemas de inteligencia artificial a las empresas, dice, «impedirá innovar». Ulrich Spiesshofer, exdirector ejecutivo de ABB, la mayor empresa suiza de ingeniería, tampoco está impresionado con el clamor de un impuesto a los robots.
«Las economías con las tasas de desempleo más bajas del mundo, Alemania, Japón y Corea del Sur, tienen las tasas más altas de robótica, con más de 300 robots por cada 10.000 trabajadores», dijo a la cadena CNBC en 2017. «La robotización y la automatización, la riqueza y la prosperidad van de la mano», añadió.
Pero los críticos dicen que la tecnología solo ha permitido a los brillantes y privilegiados acumular riqueza y, mientras que deja solo ganancias marginales a las masas.
Nuevos puestos
Pero las pérdidas de empleos a gran escala aún están por ocurrir, y quizás no todo sea pesimismo.
Una proyección de la consultora PwC de 2018 sugiere que en Reino Unido, las pérdidas de empleos debido a la automatización se compensarán con la creación de nuevos puestos de trabajo.
Un ejemplo de esto podría encontrarse en el mundo del deporte. El fútbol, por ejemplo, está usando ahora la tecnología para esclarecer jugadas dudosas, algo que hasta no hace mucho se dejaban a criterio de los árbitros. La tecnología ha ayudado a mejorar la calidad de la toma de decisiones al eliminar los errores humanos.
Pero no ha hecho que los árbitros y árbitros sean innecesarios, sino que ha creado puestos de trabajo para técnicos. Las pérdidas de empleos en las fábricas son una historia diferente.
Todavía no existe un consenso sobre impuestos para los robots, pero los políticos lo están considerando cada vez más como un medio para hacer frente a los cambios provocados por los avances tecnológicos.
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