Luis Jorge Hernández, médico epidemiólogo y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes, explicó que el virus no se va a erradicar con la llegada de la vacuna. «Pasarán varios años para que dejemos por completo medidas como el distanciamiento físico, por ejemplo. La vacuna solo es parte de la solución», precisó.
El tapabocas debe ir acompañado del distanciamiento físico para que no pierda su efectividad. Por lo tanto, el doctor Hernández indicó que, así llegue el antídoto contra el coronavirus, es necesario mantener su uso, evitar aglomeraciones y hacer continuo lavado de manos para lograr coberturas útiles de vacunación y llegar a la denominada inmunidad de rebaño, que se logra cuando se ha inoculado a más del 80 % de una población.
Igualmente, señaló que el proceso de inmunización será progresivo: primero los grupos de alto riesgo, luego personal de salud y, finalmente, el resto de la ciudadanía. Por ello, el médico Hernández enfatizó que “podrían pasar cerca de dos años en los cuales la población deberá hacer uso constante del tapabocas”.
Además del virus del Covid-19, este implemento de protección ayudaría a disminuir los casos de enfermedades respiratorias producidas por los altos niveles contaminación de aire.
¿Y si la población no se vacuna?
Según la más reciente encuesta de Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, sobre la percepción de la vacuna contra el SARS-CoV-2, en octubre pasado, el interés de los colombianos por vacunarse disminuyó notablemente. Pasó de 67,5%, en septiembre, a 57,5% en octubre.
De igual modo, las cifras muestran que 61,1% son optimistas con respecto a los resultados del tratamiento; el restante 38,9% descartan someterse a la vacunación programada para los años 2021 y 2022.
En el caso de las mujeres, el reporte evidencia 55,3% de confianza y disposición para vacunación; 45%, al igual que los hombres, descartan someterse a los procedimientos médicos.
Al respecto, el epidemiólogo Hernández asegura que «es preocupante una cifra tan alta», y recuerda lo que sucedió con la llegada al país de la Influenza (H1N1) en 2009, cuando un gran porcentaje de la población optó por no vacunarse: «El problema no es la cantidad de vacunas, es que muchas personas no quieran vacunarse”, aseguró.
En ese sentido, la siguiente etapa en esta coyuntura, según los expertos, debería ser la de sensibilización. En palabras del médico inmunólogo, el doctor John Mario González, “Debemos informar a la comunidad sobre los beneficios de la vacunación, teniendo en cuenta que aún no sabemos si esta será estacional —que hace necesario vacunación años consecutivos—. Es fundamental intervenir desde ya los factores que puedan influenciar las decisiones sobre la vacunación individual».
«Tras la vacuna hay que hacer monitoreo y vigilancia a respuestas adversas, sobre todo en este caso particular dada la premura con que fue desarrollada —complementa el doctor González que también es profesor de la Facultad de Medicina de Uniandes—. Debemos estructurar un sistema de vigilancia epidemiológico muy estricto».
Las evidencias apuntan hacia la importancia de mantener el cumplimiento del aislamiento físico (no el social). Pese a que, actualmente, no son necesarias las cuarentenas estrictas que, según los expertos, resultan dañinas para la salud pública, mental, física, y cardiovascular, quienes presenten síntomas deberán aislarse temporalmente, como hasta ahora, mientras la vacunación logra mayor cobertura en la población.
Facultad de Medicina, Universidad de los Andes.