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Empresarios en crecimiento: Los que usan y los que hacen

Al final de la historia, en la mayoría de las empresas familiares, nos encontramos con unos pocos empresarios luchando por crear riqueza, rodeados de docenas o cientos de socios demandando buenos resultados.

Publicado: septiembre 7, 2021, 8:53 am

Por: Carlos A. Dumois**

A partir de la tercera generación, es difícil que no sean mayoría los que no producen.

No hace mucho tiempo nos tocó acompañar a unos empresarios en la batalla por convencer a sus socios familiares de moderar el reparto de dividendos. La empresa vivía momentos difíciles, urgía tomar medidas de austeridad y ahorro, e invertir sus escasos recursos en capital de trabajo para poder salir adelante. No logramos convencerlos. La empresa fue vendida a muy poco valor poco después. Todos perdieron.   

Al final de la historia, en la mayoría de las empresas familiares, nos encontramos con unos pocos empresarios luchando por crear riqueza, rodeados de docenas o cientos de socios demandando buenos resultados.

Los negocios familiares que llegan a la cima de sus mercados, y que generan flujos abundantes, se suelen volver vacas lecheras que inhiben la innovación y le temen al riesgo. La mayor parte de sus accionistas rara vez contribuye al encuentro de nuevas avenidas de creación de valor.

La realidad de las familias empresarias es que después de un par de generaciones tienden a convertirse en corporaciones con dos tipos de socios, los que usan y los que hacen. Explico los dos.

Los que usan. Estos por lo general son mayoría y controlan el capital de la compañía. No intervienen en la gestión del negocio y no lo conocen ni lo comprenden. Algunos pretenden dedicarse a buscar otras oportunidades de inversión, pero generalmente con limitada capacidad de compromiso y dedicación. No acostumbran incrementar el patrimonio de la familia. 

A pesar de no trabajar en la organización, cuando asisten a la asambleas, consejos y comités, manifiestan sus necesidades y exigen rendimiento a “su inversión”. Su capacidad de utilizar sus fortunas para mantener su elevado nivel de vida parece no tener límite. Su comportamiento se asimila al del nuevo rico, le interesa demostrar lo que tiene, y más si esto de verdad es mucho.

Estos ricos improductivos, que son esos miembros de la familia que no generan nada, pero piden mucho, suelen mostrar tres posturas características:

Postura de aburguesamiento. No son trabajadores, ni luchadores, ni emprendedores. Cuando pueden tomar decisiones lo hacen como inversionistas. No les gusta esforzarse, y se expresan frecuentemente así: “A estas alturas del partido, ya no me veo trabajando en la operación del negocio”. Como han perdido la capacidad de sacrificio de sus ancestros, se convierten en personas que prefieren la vida cómoda y fácil.

Postura de juniorización. Su conducta es la del hijo de papi, irrespetuosos, engreídos, evaden los problemas y las responsabilidades, y no les importa lo que la gente (los colaboradores) piense de ellos, porque son los de abajo.    

Postura de aristocratización. Les interesa pertenecer al jet set, se juntan con los otros que tienen, no necesariamente con los que crean. Buscan los lugares de las celebridades (pretenden actuar como tales). Pertenecen a la nobleza de sangre azul. No se manchan las manos. Acostumbran ser selectivos y excluyentes.

Estas tres posturas son casi siempre progresivas y van creciendo a través del tiempo. Sus planteamientos pueden llegar a la insensatez de solicitar que la empresa se endeude para sostener el reparto de dividendos. Cuando estas posiciones se extreman, llevan a estas organizaciones a la  decadencia.

Los que hacen. Ellos son los líderes de los negocios en los grupos familiares. Su actitud esta centrada en la creación de riqueza. No tienen tanto tiempo para disfrutar lo que tienen porque se dedican al trabajo. Generalmente están compenetrados de los negocios, entienden cómo funcionan y luchan por hacer crecer las empresas y el patrimonio.

Sus dificultades aumentan cuando hay que convencer a los que no hacen que es necesario realizar inversiones de cierto riesgo, o cuando tienen que sostener apuestas cuyo rendimiento se espera a largo plazo.

Los valores y expectativas de estos grupos, los que usan el dinero y los que lo hacen, parecen ser muy distintas. Y sin embargo la mayoría de los negocios familiares, a la larga, perderán su capacidad de crear riqueza por el dominio de los primeros sobre los otros. Si de verdad queremos prosperidad a largo plazo, los que hacen deben ser empoderados de algún modo para poder seguir creando riqueza.

c_dumois@cedem.com.mx

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Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.

* “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

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