Por Carlos A. Dumois
En este primer año del coronavirus nos ha tocado configurar o reconfigurar varios Consejos de Administración en Latinoamérica. En todos los casos batallamos para que no se pierda la intención de crear una instancia poderosa y efectiva de Dueñez Compartida.
Algunas empresas solo contaban con mecanismos informales para tomar decisiones en la cúspide. Otras al contrario, parten de juntas directivas muy formales y rígidas que no estaban dotando a sus empresas de la agilidad estratégica requerida.
Cada vez percibimos más apertura para invitar a consejeros externos, aunque todavía vemos a algunas familias empresarias renuentes a hacerlo. Siguen cerrados a la idea de compartir la intimidad de sus organizaciones con extraños.
Algunos se han dado cuenta que no saldrán adelante sin el apoyo de terceros que traigan el talento y la experiencia que demandan sus nuevos y crecientes retos. Están concientes de la rápida evolución de sus industrias y mercados.
Hay una característica generalizada entre los criterios de búsqueda de consejeros hoy: en general todos quieren que comprendan a fondo el mundo digital; que tengan experiencias y conocimientos suficientemente amplios en temas de internet, de inteligencia artificial, de mercadotecnia analítica, de comercio electrónico, del manejo de sistemas modernos de información, y sobre todo, que hayan vivido exitosamente procesos de transformación digital.
Todo esto parece muy coherente con lo que vemos a nuestro alrededor. Está muy bien contar con vivencias personales en el mundo digital, comprender las herramientas, el lenguaje y los procesos de conectividad y de gestión informática hoy es fundamental. Pero eso no debe ser el único factor que debemos tomar en cuenta para integrar a un consejero externo.
Hemos dicho antes que en los procesos de Transformación Digital lo más complejo es la primera palabra. Estamos hablando de cambios relevantes de modelo de negocio, de mercado, de geografías, de diseño organizacional. Todos esos procesos son integrales. No son solo tecnológicos. No son de una sola parte de la empresa. Al final toda ella tiene que evolucionar de manera holística.
Como toda transformación integral, las probabilidades de éxito no es que sean altas. Muchos empresarios nos cuentan decepcionados cómo en sus compañías han fracasado los intentos de cambio, o cómo los resultados obtenidos han quedado muy por debajo de las expectativas que se tenían de ellos.
Y ya sabemos cuál es la causa de falla de la mayoría de estos grandes esfuerzos de transformación empresarial. La falta de sinergia entre las distintas áreas de las organizaciones es hoy el factor principal de fracaso de muchos de ellos.
Es la misma naturaleza del cambio actual la que exige ser atendida por una orquesta de líderes diferentes y complementarios: incertidumbre, dinamismo, complejidad, volatilidad, ambigüedad. ¡Así seguirá siendo nuestro entorno!
Si es verdad que necesitamos consejeros digitales, pero es imperativo que se ubiquen en el contexto de este entorno tan complicado, y por lo tanto, que también traigan a la mesa otras cualidades básicas sin las cuales toda su experiencia del mundo digital no será aprovechada.
Estas otras cualidades son justamente las que permiten construir la sinergia desde la cima de la organización, y tienen que ver con una profunda comprensión del comportamiento organizacional, con la habilidad para el trabajo en equipo, con la capacidad de escucha y de diálogo para saber construir ideas con los demás y con el sentido de Dueñez para no enredarse con detalles operativos y poder ver el negocio desde arriba, desde afuera, a 360 grados y a muchos años hacia delante.
La creación de riqueza no puede dejar de ser la prioridad, y nuestros consejeros deben venir a ayudarnos a visualizar en equipo cómo detonar la Generación, la Multiplicación y la Captura de Valor en nuestra empresa.
* “Dueñez®” es una marca registrada