Hace más de 50 años se produjo en el mundo lo que se llamó la ‘revolución verde’ o revolución de los alimentos orgánicos, un esfuerzo internacional para incrementar la productividad agrícola y por ende de alimentos, entre 1960 y 1980, en Estados Unidos y que luego se extendió a otras naciones para combatir la hambruna en países subdesarrollados.
Hoy los esfuerzos se centran en erradicar la llamada ‘hambre escondida’, un concepto que explicó en el reciente encuentro de Agroexpertos organizado por la empresa Monómeros en Bogotá, Ismael Cakmak, connotado científico turco considerado el mayor experto en nutrición de cultivos en el mundo y uno de los más importantes en lo que al agro se refiere.
Cakmak indicó que muchas veces se habla de deficiencia de nutrientes en el suelo pero no de las numerosas plantas que se nutren de él y que consumen las personas, por lo que es necesario revisar los valores nutricionales de lo que lo que se está cosechando porque “si hay una deficiencia de micronutrientes en un cultivo, también la habrá en la dieta alimenticia”
Para el experto el enfoque actual es producir más en lugar de tener más calidad de lo que se produce. “Agricultores, productores y agrónomos se enfocan en altos rendimientos, grandes cantidades de biomasa, y se ha descuidado el aspecto de la nutrición. Y cuando se centra todo en la alta producción, los nutrientes y micronutrientes se diluyen dentro del grano”.
El hambre escondida
Por eso dice que la ‘revolución verde’ ayudó a producir más alimento para la humanidad y satisfizo el estómago, “pero ahora hay un ‘hambre escondida’ que se debe a la falta de minerales, de micronutrientes y vitaminas en proporciones adecuadas en los granos que consume la población”.
Por eso llama a que el agricultor colombiano preste mayor atención en hacer una nutrición balanceada, no solamente con nitrógeno y fósforo, sino con otros nutrientes como zinc, azufre y magnesio. “Hay que enfocarse más en el valor nutricional del grano, es ahí donde está el futuro”.
Esto requiere saber el estatus nutricional de la planta y no solo del suelo, para conocer cómo está recibiendo esos nutrientes y ver cómo están los programas de fertilización. “Esa es la importancia de hacer realizar análisis de tejido en los cultivos y no solo del suelo, porque es una herramienta muy importante para conocer el aspecto nutricional de la planta”.
Por otra parte, Cakmak toma distancia de la importancia que se ha dado a los alimentos orgánicos y dice que no es la solución a la problemática porque a su producción no se aplican nutrientes inorgánicos y las plantas adquieren esa deficiencias. Además, en la producción orgánica los rendimientos se reducen automáticamente en 20 a 25 por ciento y, para compensar ese déficit, el alimento orgánico debe ser más caro.
“Creo que la agricultura orgánica ha malinterpretado todo esto. Es más, para mí realmente el concepto de agricultura orgánica no aplica, sino el de agricultura ecológica. Desde mi punto de vista está bien enfocarse más en evitar el uso excesivo de pesticidas y fertilizantes, pero el aspecto nutricional no se debería sacrificar porque si no se aplican a la planta los nutrientes adecuados y el suelo no los tiene, el producto que salga de la agricultura orgánica va a ser deficiente”.