Por Martín Soubelet, socio director de Asesoría de EY (antes Ernst & Young)
La disrupción está cambiando drásticamente al mundo y por ende la forma en la que funcionan las organizaciones. En el contexto empresarial moderno, los individuos están respondiendo con mayor interés a cambios que hasta hace poco tiempo parecían inimaginables.
Estos cambios han sucedido de manera intempestiva y han transformado la forma de hacer negocios, lo cual ha creado un enorme desafío para las empresas: ser capaces de innovar de una manera tal que cambie las reglas de su industria. No se trata solamente de innovar por moda, o de hacerlo con miras a los próximos cinco años ‘a ver qué sucede’. La transformación corresponde a un cambio cultural que facilite el crecimiento sostenible a lo largo del tiempo.
Para nadie es un secreto que la tecnología como fuerza transversal a todos los entornos de la sociedad, y por lo tanto a los negocios, contribuye con ese cambio. Sin embargo, el gran error que cometen las organizaciones es confundir esa transformación digital con un remesón parcial que se soluciona con la adquisición de equipos y la implementación de software y aplicaciones. Nada más erróneo, ya que las Tecnologías de la Información (TIs), por sí solas, no sirven para reinventar un negocio.
Aquellas empresas que han visto como su inversión en tecnología no genera los retornos esperados, o incluso les generan pérdidas, de seguro no pensaron en las necesidades que querían satisfacer o las oportunidades que iban a aprovechar con estas herramientas. Es decir no repensaron su negocio para un entorno digital.
Hace apenas veinte años los banqueros eran amos y señores de los bancos, algo similar sucedía con la industria hotelera o el transporte de pasajeros. Hoy la transformación digital ha permitido que empresas más ágiles, innovadoras y totalmente digitales compitan directamente con las grandes corporaciones en un escenario en el que ni siquiera se sabe a ciencia cierta de dónde saldrá el próximo competidor. Pero, si bien hay que hacer un alto en el camino y sentarse a repensar el negocio antes de que venga otro y lo supere a velocidad de ráfaga, ¿en quién recae la decisión de adoptar la transformación digital?: en los altos ejecutivos de las compañías. Así como deben promover un ambiente de innovación y adaptación al cambio de manera constante en sus colaboradores, también tienen que tener presente que no encontrarán todas las preguntas y respuestas correctas para gestionar el cambio tecnológico al interior de sus oficinas, bodegas o talleres.
En este escenario las firmas de consultoría brindan una visión completamente distinta, pues entienden y poseen experiencia a profundidad acerca de los componentes estratégicos que cualquier empresa de cualquier industria necesita para realizar un tránsito técnico y, en especial, cultural hacia el entorno profesional y de negocios digitalizado que no da espera. Hay que aprovechar el momento para dejar de aferrarse a formas antiguas y obsoletas de abordar el cambio.
La transformación es ahora y los ejecutivos tienen que tomar parte en ella, viéndola de manera holística como una fuerza que, quiéranlo o no, modificará todo su negocio. Ellos tienen que estar preparados y preparar a sus compañías para adoptar las megatendencias que seguirán creándose. Recordemos que la receta con la que se logró el triunfo de hoy puede que no asegure el éxito del mañana.