La decisión del Ministerio de Salud de prolongar el tiempo de aplicación de la segunda dosis de la vacuna Pfizer de 21 días (que es lo estipulado por la farmacéutica) a 91, ha causado rechazo en la opinión pública colombiana.
En las últimas semanas, la noticia se volvió viral en algunas redes sociales y ha generado más de 400 tuits acerca del aumento del tiempo interdosis con más de 5,000 interacciones y varias noticias en Facebook han tenido más de 9,000 interacciones.
Pero, según un estudio de un grupo de investigación interdisciplinario de la Universidad de los Andes, denominado COLEV, varios estudios muestran que alargar los tiempos entre dosis de la vacuna Pfizer (y probablemente de otras con la misma tecnología como Moderna) de 21 hasta 84 días no afectan e incluso parecen incrementar la inmunidad que las personas adquieren después de la segunda dosis.
“Hacer estos cambios en el esquema de vacunación radica en encontrar el equilibrio entre alargar las dosis para acelerar el ritmo de vacunación y así tener más personas vacunadas con por lo menos una dosis (con la inmunidad que eso genera) o tener el mayor número posible de personas con las dos dosis lo más pronto posible, que por supuesto da otro grado de inmunidad”, subraya.
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El estudio de los investigadores la Universidad de los Andes consistió en realizar un modelo matemático para estimar el efecto de espaciar la segunda dosis de la vacuna de Pfizer (de 3 a 12 semanas) en el grupo de 20 a 40 años en el número de casos nuevos, hospitalizaciones y muertes para Colombia.
El modelo tiene en cuenta la actual cobertura de vacunación de los otros grupos de edad y considera los contactos entre personas vacunadas y no vacunadas. Los expertos analizaron el efecto de prolongar la segunda dosis de 22 a 91 días y lo compararon con aplicar la segunda dosis al día 21 de la aplicación de la primera.
¿La conclusión? Cuando se amplía la segunda dosis a más de 21 días para el grupo de 20-40 años y esas vacunas – que debían aplicarse en el día 21 – se aplican como primeras dosis a más personas del mismo grupo de edad, se observa una reducción en las hospitalizaciones y muertes en la población general.
“Este resultado se observa si se continúa vacunando con la misma frecuencia e intensidad a los otros grupos de edad. Si, por el contrario, esas segundas dosis que dejan de aplicarse en la población de 20-40 años se utiliza para aumentar la cobertura en mayores de 40 años o en niños, niñas y adolescentes, el efecto de espaciar las dosis, se pierde. De la misma manera, los resultados de este modelo sólo son ciertos si se aplica la segunda dosis a todos los que recibieron la primera”.
En conclusión, según el estudio, el espaciamiento de la segunda dosis en la población de 20 a 40 años resulta efectivo para prevenir hospitalizaciones y muertes en toda la población si se hace para acelerar el ritmo de la vacunación de primeras dosis y no para suplir el déficit de vacunas.
Otra de las preocupaciones al espaciar las dosis es que aumente el tiempo en que una persona puede infectarse. Aunque en la simulación se observó ese fenómeno, el aumento de casos sólo ocurre después del día 55 de aplicada la primera dosis.
“Lo interesante es que en el modelo podemos observar que así haya un aumento en el número de casos, la vacunación de primeras dosis a más personas en el grupo de 20 a 40 años, en comparación con tener personas, del mismo grupo de edad (20-40 años), con el esquema completo de vacunación, ayuda a prevenir más muertes y hospitalizaciones en toda la población”.
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