Por: Gonzalo Gómez Betancourt
Hace unos días trabajando con una familia empresaria del sector de la consultoría, en su acuerdo de accionistas, el fundador me preguntó “¿Podrías hablarnos de los diferentes tipos de propietarios que pueden existir en una compañía y lo más importante cuáles realmente agregan valor?”. Contesté lo siguiente:
Propietarios Activos: Comúnmente se les dice “socios estratégicos”, porque aportan desde la administración en su especialidad, son aquellos propietarios que llevan negocios a la empresa, trabajan activamente al interior, hacen crecer la organización, incluso en algunas ocasiones son capaces de sacrificar tiempo, lugar y espacio personal, para alcanzar un futuro mejor para su empresa y con ello el de su inversión; son los que más aportan al valor de una empresa por que se desviven por ella. No hay que rogarles para que trabajen, están siempre pendientes del cliente, del proveedor y en especial de los detalles de la empresa. Son delicados con los gastos, atienden a todas las reuniones, etc. Crear “Socios o propietarios activos” en una empresa es fundamental para que el sentimiento de la propiedad influya positivamente en la firma. Su interés genuino está en el servicio y fruto de ello la empresa se vuelve más rentable, por eso se dice de ellos “Atendido por su propietario”, lo que genera un valor inmenso.
Propietarios Inversionistas: Se les suele llamar “accionistas”, son aquellos donde su principal motivación es la rentabilidad de su inversión, desde los dividendos hasta la apreciación de la acción, que al final le genere una tasa interna de retorno elevada al momento de su liquidación, teniendo como base el riesgo que está asumiendo en esa empresa.
Inversionistas de fondos de capital privado: Son muy exigentes, en las asambleas de accionistas hacen sentir su peso, incluso calculan bien su participación para poder sentarse en las juntas directivas. Esperan multiplicar por tres o más veces su inversión. Usualmente estos llegan en el momento en que una firma quiere dar el salto a un crecimiento importante. Suelen ser muy importantes para lanzar las empresas a un crecimiento exponencial pero es indudable que los propietarios iniciales se convierten en empleados de éstos durante el tiempo en que se estableció la inversión.
Inversionistas de la bolsa de valores: Usualmente para cuando la firma es muy reconocida en el mercado y tienen procesos de gobierno corporativo fuertes. Estos inversionistas tienen voz en las asambleas pero no voto porque tienen acciones preferentes. Son exigentes, ya que si no les gusta la empresa entran y salen al vaivén de las valorizaciones de la acción. Suelen ser importantes cuando la compañía está madura y busca capital para expandirse, estos inversionistas exigen una rentabilidad más baja que el anterior, se ubica en la media del mercado de valores, y no terminan con control.
Además de las anteriores clasificaciones, existen unos inversionistas que tienen una motivación diferente a la económica por curioso que parezca, a estos se les puede llamar, “Capital Ángel”, son aquellos Inversionistas amigos que creyeron en nosotros al inicio de un negocio y en vez de prestarnos un dinero con el fin de facilitar la caja, se convirtieron en accionistas. Suelen ser personas que ayudan desde el gobierno de la empresa, pero su motivación más que ganar dinero es ayudar, la esperanza es que les vaya bien a sus amigos y que le devuelvan su inversión, si vienen con ganancias será mejor, aunque en algunas ocasiones están incluso dispuestos a perder ese dinero.
Propietarios Pasivos: Aquellos que han llegado a tener una participación por razones históricas, por ejemplo, quienes heredan las acciones de sus padres, pero no tienen ningún tipo de apego por la empresa, no se preparan para las asambleas de accionistas, no están capacitados en nada de la propiedad, y tan solo esperan que la compañía finalmente decrete unos dividendos que les permita sostener su nivel de vida. Suelen perjudicar mucho a las compañías porque no exigen a los administradores elementos más allá de unos dividendos que ni siquiera saben si son muchos o pocos. La estrategia con estos propietarios es formarlos para que aporten y generen valor, de otra manera es mejor buscar mecanismos de adquisición de esas acciones.
Propietarios Dueños: Este tipo de propietarios son los más dañinos en las empresas, incluso peor que los pasivos. Se reconocen por la frase “¿Usted no sabe quien soy yo?”, están todo el tiempo mostrándole a los demás que son los dueños, y que los demás les deben rendir pleitesía, suelen ser los principales generadores de trampas en especial en las empresas familiares, porque exigen su participación en los órganos de gobierno, y en la administración, sin tener las habilidades y competencias para ningún cargo. Suelen querer aprovecharse de su posición para hacer uso de los activos de la empresa y llevan todo tipo de negocios con altísimos conflictos de intereses que suelen romper todo tipo de confianza y ánimo societario.
Finalmente, en la empresa de consultoría del inicio del artículo se concluyó, que una empresa como la de ellos, debería tener “Socios con perfil de propietarios activos”, pues sería difícil atraer profesionales, que quisieran aportar sus habilidades en una organización donde las acciones no se ganaran por méritos, además porque combinar este modelo con propietarios pasivos o dueños que no tengan la trayectoria de un profesional de la consultoría, sería una bomba de tiempo. Por lo tanto, para que funcione, los hijos del fundador deben ganarse las acciones como cualquier consultor externo a la familia y dejar mecanismo de prioridad de compradores, así como de protección a accionistas muy claros. Ahora bien cuando estén listo para dar el salto internacional deben buscar socios inversionistas con otro tipo de derechos políticos.
CEO Legacy & Management Consulting Group.