La piratería en las páginas web sigue siendo un flagelo difícil de controlar y que afecta a los creadores de contenido, operadores de televisión paga y programadores en América Latina.
El incremento de esta práctica fue evidenciado en un estudio realizado por la organización ALIANZA (Contra Piratería de Televisión Paga), según el cual el tráfico a sitios de piratería web en América Latina se incrementó en un 9% en 2018 en comparación con el año anterior, con más de 14.14 mil millones de visitas totales a sitios de piratería en la región.
Según el análisis, hay un promedio de 51.60 visitas de piratería por persona en 2018. Además, las visitas de piratería de sitios web streaming aumentaron un 13% durante el año 2018, mientras que las visitas de descarga web disminuyeron un 15% durante el año.
En cuanto a los países, Brasil resultó con el mayor volumen medido de visitas de piratería con 7.18 billones en el 2018, mientras que Uruguay y Chile exhiben la mayor demanda de contenido pirata, por usuario de Internet.
En cuanto a 2019, el estudio reveló que las visitas de piratería web durante el primer semestre del año (enero – junio) demuestran el mismo modelo de crecimiento, revelando más de 7.29 billones de visitas totales a sitios de piratería durante los primeros seis meses del año.
Los más afectados por la piratería son los creadores de contenido, operadores de televisión paga y programadores en América Latina. La retransmisión no autorizada de señales a través de Internet ha sido un problema de larga data para la industria del entretenimiento y uno que continúa creciendo a un ritmo alarmante.
Las pérdidas registradas por piratería se valoran en billones de dólares estadounidenses, lo que afecta la calidad del contenido futuro, la capacidad de la industria para crear más contenido y el crecimiento de todo el mercado en general.
Además, los sitios web y servicios piratas contienen virus, malware y otros software maliciosos que pueden robar información del consumidor y dañar no solo a los usuarios sino también a todos los contactos dentro de su red. Los delincuentes pueden espiar al consumidor, robando datos como contraseñas, números de tarjetas de crédito y otra información personal.