En el año 2000, el juez federal Thomas P. Jackson señaló en un fallo que Microsoft debería ser dividida en dos compañías para frenar sus prácticas monopolísticas. Y aunque el fallo nunca se ejecutó, en buena medida porque los comentarios que el mismo Jackson condujeron a un papel del Departamento de Justicia a creer que el juez tenía una visión sesgada, a la larga Microsoft acabó perdiendo poder e influencia por la explosión de Internet, las búsquedas, el comercio electrónico, los celulares y la publicidad digital, donde la empresa fundada por Bill Gates es mucho menos influyente, y por el ascenso de Google, Facebook, Amazon e incluso de compañías como Apple, en el negocio de la telefonía móvil.
Con más del 68% del mercado de las búsquedas en EU y casi el 90% en Europa, Google se ha con- vertido en un monopolio en el lucrativo mercado de la publicidad (más de 100.000 millones de dólares de ingresos en 2017). Tal como ya ocurre con Facebook y Amazon, los otros dos grandes monopolios de esta Nueva Economía, Google se beneficia de los llamados, efectos de red: su popularidad y gratuidad de los servicios (en el caso del buscador y de la red social) atrae a nuevos usuarios, lo cual no hace más que perpetuar el monopolio.
Así lo advertía recientemente la revista The Economist, al señalar que Google guarda datos de los usuarios como no lo hace ninguna otra compañía tecnológica y los explota con habilidad. Una vez que usted usa gmail, sus mapas y el servicio de almacenamiento, jamás cambiará de proveedor.
Y aunque el retail siempre ha sido un negocio de bajos márgenes y beneficios, Amazon, la compañía fundada por Jeff Bezos, generó ingresos por 177.000 millones de dólares el año pasado, mucho menos que el gigante Walmart (485.000 millones de dólares en el mismo período), pero en este caso los riesgos provienen de la información que controla y de su desmesurado poder en el comercio electrónico, donde no tiene rivales.
“¿Por qué Amazon no es considerado un monopolio?, se preguntaba el sitio de Internet Money. En 2016, por ejemplo, sus ventas online superaron ampliamente las de Walmart, Target, Best Buy, Nordstrom, Home Depot, Macy’s, Kohl’s y Costco, combinadas.
Lina Khan, director de un tanque de pensamiento llamado Open Markets, considera que Amazon representa una nueva categoría de monopolio en la era digital. A juicio suyo, el problema para la libre competencia no radica solo en la participación de mercado de Amazon en el comercio electrónico (43% en el año ya mencionado) sino en el poder de su tecnología, de la que dependen miles de pequeños negocios que venden a través de su plataforma, y de su incursión en negocios como el de video por streaming y la computación en la nube (AWS).
“Amazon está destruyendo empleos y valor para el sector del retail”, dice Bill Simon, ex CEO de Walmart en Estados Unidos. “No hacen dinero en el comercio y con prácticas predatorias están sacando del mercado a muchos competidores tradicionales”.
Y aunque hay quienes dicen que Amazon es buena para el consumidor y que introducir regulaciones afectaría la competencia, el creciente poder de los gigantes tecnológicos y la captura de las utilidades de la economía digital terminan afectando la aparición de start ups y de buenas ideas de negocios, así como de pequeñas y medianas empresas (los proveedores), que son las que generan los empleos de calidad.
Todo esto se ve agravado por una decisión de la Corte Suprema en 1992, que determinó que los Estados de la Unión no podían recaudar impuestos de aquellas compras que fueran hechas por catálogo salvo que el negocio en cuestión tuviera presencia física allí, lo cual, a juicio de los críticos, carece de sentido en la actualidad (por el auge del comercio electrónico) y constituye una ventaja para Amazon.
Y aunque los monopolios son un viejo mal del capitalismo mal regulado, la Comisión Europea ya ha manifestado su preocupación por el poder de estos gigantes. A Google, por ejemplo, le impuso una multa de 2.700 millones de dólares el año pasado y recientemente ha acusado al buscador de abusar de su control sobre Android, el sistema operativo para móviles.
En el caso de Facebook, el gigante de las redes sociales alcanzó ingresos por 40.600 millones de dólares en 2017 y un beneficio neto de 15.900 millones. Con un gran poder sobre el mercado de la publicidad digital (solo superado por Google), la compañía fundada por Mark Zuckerberg controla además a Instagram y WhatsApp, por la que pagó 17.000 millones de dólares. A ello habría que jugar el papel que desempeñó en la última campaña electoral, como propagador (involuntario) de toda suerte de bulos e información falsa sobre la campaña de la candidata del Partido Demócrata y los crecientes cuestionamientos que hay sobre la violación de la privacidad de sus usuarios.
¿Hay forma de reducir el poder de mercado de estos gigantes? Como lo recuerda The Economist, el fallido proceso contra Microsoft comenzó en los 90 cuando varios Estados de la Unión denunciaron las prácticas anticompetitivas de la compañía fundada por Bill Gates y Paul Allen. En el caso de Google, varios fiscales estatales (incluyendo el más activo, el de Missouri) ya han comenzado a recoger pruebas contra el buscador. Al ambiente político enrarecido que se respira en Estados Unidos, hay que sumar un actor inesperado: el gobierno de Trump, cuyo Departamento de Justicia bloqueó la compra de Time Warner por parte de AT&T.
Y aunque en los ocho años del gobierno de Obama, las empresas tecnológicas fueron tratadas como un gran activo de la economía de Estados Unidos, recientemente tanto los Demócratas como los Republicanos han mostrado que estarían dispuestos a actuar contra estos gigantes. Los primeros, por su carácter monopólico; los segundos porque ven en sus fundadores a liberales con quienes tienen puntos de vista diametralmente opuestos.
Y aunque está claro que Google, Amazon y Facebook van a dar la batalla para defender sus intereses, no se debe olvidar lo que ocurrió con Bell System, Microsoft, IBM y otros monopolios en su momento. Después de todo, lo importante es garantizar la competencia y la oportunidad de que surjan jugadores que traten de desbancar a los que están monopolizando los beneficios de la Nueva Economía.