Publicado: octubre 22, 2025, 9:29 am
En 18 meses, la empresa ha articulado una red de 15 maestros queseros en seis regiones, impactando a más de 90 familias rurales con un modelo que une tradición, sostenibilidad y comercio consciente.
Detrás de cada queso hay una familia, una técnica heredada y un territorio. Esa convicción impulsó a Omar Ayala y Néstor Laverde a fundar Quesos Raros, una empresa que en menos de dos años ha demostrado que el talento de los productores queseros colombianos puede convertirse en un modelo de desarrollo rural sostenible.
Quesos Raros combina tradición artesanal con visión empresarial, integrando innovación en distribución, narrativa de marca y experiencia sensorial para posicionar el queso artesanal colombiano como un producto de alto valor.
A través de estrategias como su suscripción trimestral y sus cajas temáticas, la empresa transforma la compra de queso en una experiencia de descubrimiento y conexión con el campo. Pero su propuesta va más allá de la comercialización: busca darle visibilidad a los productores y maestros queseros, brindándoles la oportunidad de fortalecer su economía y conectarse con consumidores que valoran la autenticidad, la trazabilidad y el propósito detrás de lo que compran.
«Cada queso cuenta una historia: la de una región, una tradición y el esfuerzo de quienes mantienen viva esa pasión», afirma Néstor Laverde, gerente de marca. «Nuestro trabajo es tender puentes entre esos maestros queseros y los exploradores del sabor que valoran el origen y la calidad».
El modelo de negocio se basa en una suscripción trimestral que lleva a los hogares una selección curada de quesos únicos, elaborados con técnicas artesanales y materias primas locales. Para Omar Ayala, gerente general, el éxito no se mide solo en ventas: «Nuestro crecimiento está en el bienestar que generamos en las comunidades y en la conciencia que despertamos sobre el valor de los alimentos hechos con sentido».
Quesos Raros representa una nueva generación de emprendimientos colombianos: aquellos que entienden que el desarrollo empresarial puede —y debe— ir de la mano del impacto social.
Una apuesta que posiciona al queso artesanal como embajador del territorio y demuestra que el verdadero lujo está en la conexión humana detrás de cada producto.