“Cuando estaba en mis 40 años, cuando más exitoso era, menos feliz me sentía, estaba confundido, decepcionado y asustado. Yo supuse que era culpa de mi trabajo, otros culpan a su matrimonio o a su familia, pero generalmente este descontento de la mediana edad no es impulsado por absolutamente nada. Aunque no lo sabía en ese momento, es parte de nuestro desarrollo como adultos”, dice Jonathan Rauch, autor del libro ‘La curva de la felicidad: por qué la vida se pone mejor después de los 50’.
Rauch, con 58 años, es un intelectual estadounidense que trabaja como académico en Brookings Institution. Por varias décadas ha escrito libros y artículos sobre temas relacionados con política pública. Experimentó el éxito tanto en su carrera como a lo largo de su vida privada desde una temprana edad, pero cuando se acercaba a los 40 años empezó a sentir un descontento que le duró más de una década a pesar de tener una vida privada estimable y de seguir triunfando en lo profesional.
A partir de su propia experiencia, Rauch investigó sobre las razones por las que existe este periodo de decepción y cómo después de los 50 años se experimenta una sensación de satisfacción y felicidad mayor. Sin embargo, encontró que desde 1970 se han llevado a cabo encuestas en más de 150 países donde se les pregunta a las personas cuán satisfechas están con su vida en general y los resultados
se materializan en la curva en U. (¿Hay discriminación laboral ligada a la maternidad en Colombia?)
“Resulta que a medida que vamos envejeciendo, hay un descenso gradual en el nivel de satisfacción que sentimos con la vida y alcanza su punto más bajo alrededor de los 50 años”. El patrón que existe está relacionado con que desde muy jóvenes las personas están condicionadas a ser ambiciosas y mejorar su posición en la sociedad; el problema es que cuando se llega a la cuarta década de la vida, ya están más cansadas, sienten que la meta se va alejando, al punto de creer nunca alcanzarla.
No obstante, pasados los 50 años hay un cambio de valores, y las personas pasan a darle más importancia a las conexiones interpersonales y a la comunidad, el otro cambio ocurre en su cerebro; pasan a ser más positivas, además, sufren de menos estrés y arrepentimiento. (Empresas se preocupan más por prevenir accidentes laborales)
A la pregunta: ¿son los hijos y el matrimonio factores que ayudan a la felicidad? Rauch dice que el matrimonio sí, pero los hijos no. De acuerdo con su investigación, está comprobado que encontrar un compañero de vida produce mayor satisfacción personal. Sin embargo, respecto a los hijos, hay datos que revelan que hay un aumento de felicidad solo a corto plazo. “Ser padre es estresante y difícil. Lo que genera satisfacción es haber sido padre, es decir, el proceso de crianza, tener hijos adultos, eso es gratificante”, dice Rauch.
Lo que las personas deben saber, según Rauch, a lo largo de su vida, es que todo mejorará con el tiempo. A pesar de que todas las personas pasarán por esta curva en U de la felicidad y que los sentimientos de satisfacción y frustración serán variados, tomar decisiones a la ligera no es la mejor recomendación, sino saber que con el tiempo el panorama cambiará y el sentimiento de felicidad después de los 50 estará en ascenso.