Publicado: mayo 25, 2021, 9:15 am
Por: Carlos A. Dumois
En épocas de crisis, los negocios no solamente disminuyen su valor, muchos de ellos enfrentan tales problemas que naufragan y dejan de existir, o terminan siendo una pequeña sombra de lo que llegaron a ser.
Este naufragio muchas veces es causado por la incapacidad de gestionar adecuadamente las finanzas de la empresa. Suele suceder durante el hundimiento que se pierda presencia en el mercado, se reduzca la capacidad de generar flujos, se incurra en incumplimiento de pagos y se ahogue en sus compromisos financieros. Todo esto puede asfixiar a la operación y desgastar a la organización hasta llegar a la imposibilidad de lograr mantenerse a flote.
El agobio a veces es tan grande en momentos críticos que se confunde cuál es el fondo de la problemática. A veces se acude a “expertos en rescates financieros” que solo se enfocan a estos temas y que no son capaces de reconstruir la capacidad de crear valor.
Es crucial visualizar cuál es la o las fórmulas de negocio de manera integral, y determinar cómo restaurar la posibilidad de explotarlas a cabalidad. Es difícil analizar estos temas cuando pensamos que solo queremos flotar y llegar a la orilla.
Mejorar la salud financiera y quedar en una posición competitiva débil carcomiendo el potencial de creación de valor es un contrasentido. ¿Para qué luchar por sobrevivir si quedaremos al final fuera de la liga ganadora?
Esta visualización casi necesita ser caleidoscópica, mirando desde todos sus ángulos dónde se construye valor y dónde se destruye, cuáles son las áreas de oportunidad más fecundas, en qué parte del mercado podemos reconquistar el liderazgo, qué es lo realmente rescatable, cuáles son las condiciones de viabilidad y las posibilidades de negociación.
También se ocupan habilidades financieras sólidas, para determinar puntos de equilibrio, necesidades adicionales de financiamiento, medios para incrementar la capacidad de pago, etc.
La reestructura financiera es el proceso de recomposición de los pasivos y activos de la compañía. El camino es remodelar o reacomodar la estructura de todo el balance financiero con una visión sostenible de creación de valor.
A final de cuentas las empresas emproblemadas no suelen quebrar por inviabilidad, quiebran por falta de liquidez. Por lo tanto en esta remodelación aplica el principio básico que pregona que “Cash is king” (el efectivo es rey). Es decir, la liquidez es prioritaria para poder operar con soltura y agilidad.
Entonces primero buscamos cómo minimizar las necesidades de capital de trabajo, mejorando el ciclo financiero, prolongando pagos, acelerando cobros, minimizando inventarios, renegociando cartera.
Al abordar el rediseño de las deudas, la idea es cambiar pasivos no favorables por otros que sí lo sean. En general se trata de sustituir las deudas que tengamos por otras donde podamos mejorar plazos y tasas de interés, optimizar las condiciones de pago, liberar garantías y en general desahogar el flujo de fondos a corto y mediano plazo.
En este asunto de la renegociación de pasivos la credibilidad, la capacidad de negociación y la comunicación son virtudes clave. También lo es la honestidad y el manejo transparente de información.
La recomposición de los activos es otra parte de la reestructura. Habrá algunos de ellos en los que podremos desinvertir y convertirlos en efectivo, o en moneda de cambio para pagar pasivos o para adquirir otros activos.
El propósito en cada reacomodo de activos puede ser la generación de liquidez o la construcción o fortalecimiento de las nuevas o perdurables fórmulas de negocio. Si no hemos llegado al extremo de la liquidación, el sentido estratégico de estos ajustes o reacomodos es primordial.
En la implementación de estrategias de Viraje la gestión de procesos de reestructura financiera es pieza clave. Cuidemos que al hacerlo encaucemos las negociaciones hacia el encuentro de caminos eficientes y viables de creación de valor.
Presidente y Socio Fundador de CEDEM.
