Por Juan Carlos Realphe *
La primera pandemia en 100 años, el Covid – 19, se expandió a nivel mundial de una manera muy acelerada y sin dar aviso. Infectando a más de 12 millones personas en el mundo, en los diferentes continentes y cobrando la vida de 550.000 personas, hizo que nos enfrentáramos, sin duda alguna, a un hecho histórico que cambiará muchos aspectos del mundo en el que vivimos. Una situación inesperada que ha afectado todos los ámbitos económicos y sociales.
Irónicamente, Gobiernos y Compañías a nivel Global, en todos los sectores, invierten gran parte del tiempo analizando escenarios de riesgo en aras de prepararnos para momentos de crisis, sin embargo, esto tomó por sorpresa a todos, sin excepción. Esta situación puso en evidencia la poca preparación que teníamos para enfrentar situaciones de estas características y de una manera más contundente, desnudó una realidad más cruda en relación con la desigualdad social que existe en la mayoría de los países, especialmente en nuestra Región: América Latina. Sin duda alguna los efectos de este fenómeno ya empiezan a verse y probablemente permanecerán con nosotros por mucho tiempo; esto es un hecho.
La generalidad de esta situación nos permite anticipar que las problemáticas que experimentarán todos los países serán similares, puede que no en su magnitud, pero sí en su naturaleza y por supuesto, Colombia no será la excepción. El covid-19 se ha desplegado de manera asombrosa y ha constituido un reto abrumador para la capacidad de respuesta de los gobiernos alrededor del mundo, lo cual ha generado un estado de alerta ante las consecuencias económicas y sociales en cada país. En este sentido, a pesar del comportamiento dinámico y positivo que venían exhibiendo las economías emergentes antes de la crisis y a que la pandemia aterrizó con un cierto rezago frente a los países desarrollados, el impacto podría verse intensificado por las vulnerabilidades en el sistema de salud y el aparato productivo del país.
Con el pico de infecciones aún por venir y la posibilidad de que se precisen medidas fiscales más amplias, shocks monetarios y de precios en los productos básicos, ya están generando presiones aceleradas en las economías al reducir los ingresos y aumentar el costo de la deuda. (Las respuestas fiscales iniciales se han mantenido por debajo del 4% del PBI en muchos mercados emergentes, en comparación al rango del 12% al 28% en las economías avanzadas).
Las depreciaciones, la dependencia de los bienes importados y la escasez de productos clave también podrían golpear a las economías emergentes, afectando principalmente a los grupos más vulnerables, que además ya están recibiendo una carga de impacto fuerte en función del desempleo y la insuficiencia en las redes de seguridad social.
A medida que los países buscan recuperarse, algunos de los desafíos y oportunidades económicas, ambientales, sociales y tecnológicas de largo plazo apenas comienzan a vislumbrarse. Tanto las sociedades, como los gobiernos y las empresas, se enfrentarán colectivamente con estas posibilidades y es absolutamente imperativo poder anticipar los nuevos escenarios de riesgo que se desprenderán a partir de esta nueva realidad.
Empresas sustentables
La pandemia tendrá efectos duraderos en las personas ya que la expectativa de tasas elevadas y sostenida de desempleo generan incertidumbre, afecta a la confianza de los consumidores e incrementa las brechas de desigualdad y bienestar, entre otros efectos relevantes. Factores como el aislamiento social, la cuarentena y los mencionados anteriormente han promovido el deterioro de la salud mental de muchas personas y esto pareciera ser solo la punta del iceberg.
En paralelo, la transición acelerada hacia el uso de nuevas tecnologías nos ha llevado a la automatización de muchos procesos, lo que definitivamente tendrá un impacto en el bienestar individual y social, particularmente en el de aquellos trabajadores sin acceso a espacios de recapacitación o reubicación inmediata, lo que sumaría a la creciente brecha.
Ahora bien, no todo ha sido malo, esta crisis ha permitido ver lo mejor de la humanidad. Hemos visto como ciudadanos de todas partes se han unido en reconocimiento de la ardua labor de otros que han tenido que enfrentar de manera directo y poniendo en juego sus vidas ante esta Pandemia. Hemos visto un mundo solidario, un valor, que en el afán diario que vivíamos, se había olvidado. Así mismo, hemos visto cómo los diferentes sectores y los gobiernos centrales se ha movilizado en la consecución de recursos nacionales e internacionales para garantizar las ayudas dirigidas a las poblaciones más vulnerables y menos favorecidas. La empatía resurgió como un valor fundamental del desarrollo humano y ahí los Líderes tenemos un papel preponderante. Es el momento de construir Organizaciones más humanas, incluyentes, sostenibles y sustentables.
Con respecto a este último concepto, considero que la sustentabilidad del trabajo debe ser una de nuestras principales prioridades en este momento. Una empresa exitosa necesita apoyar y estimular a cada uno de los colaboradores para progresar en sus carreras y construir un camino para su futuro. Generar compromisos que puedan darle un sentido de seguridad y confianza en el entorno del trabajo. Debemos poder comprometernos con el desarrollo de nuestros empleados para que cumplan con las necesidades del mercado, con esta nueva manera de trabajar, con esta nueva normalidad y los retos futuros que esta implicará
¿Y ahora qué?
Una oportunidad única, de trabajar en equipo, de manera colectiva, sector público y privado, para sacar adelante los desafíos que esta pandemia nos ha planteado. Solamente juntos podemos construir sociedades más inclusivas, justas y sostenibles, realmente resilientes, donde las oportunidades se den en todos los niveles y no solo en algunos grupos privilegiados.
La industria de seguros tiene también la oportunidad de consolidar su rol social fundamental que apoya y facilita el desarrollo, crecimiento y evolución de los individuos, las sociedades, las economías e incluso los gobiernos; tenemos el reto de profundizar y continuar construyendo relaciones de confianza, de hacernos más cercanos, más fáciles, más tangibles y de generar nuevas experiencias dirigidas a nuestros clientes y partes interesadas.
A medida que reiniciemos nuestras economías, los cambios en las prácticas laborales y en la predisposición hacia los viajes, los desplazamientos y el consumo, nos deben llevar a encontrar nuevas formas de lograr un futuro con menos carbono y más sostenible, eso espero.
No cabe duda de que existen todavía muchas preguntas por resolver, así como también una profunda incertidumbre sobre cómo luce el futuro, pero hay algo que sí es un hecho, y es que de esto, han surgido verdaderas oportunidades en todos los ámbitos de la sociedad; una oportunidad para construir, para cuestionarnos, para reformular, para reflexionar y empezar de nuevo, convertidos en nuestra mejor versión.
* CEO de Zurich.