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Análisis: ¿Cómo saber si las decisiones son correctas antes de tomarlas?

Desde hace días he querido escribir sobre la manera cómo debemos tomar decisiones y evaluar los resultados de las mismas, debido a que nosotros como gerentes y propietarios de empresas, siempre estaremos siendo observados por todos los partícipes de la organización y por supuesto, evaluados implacablemente ante un supuesto desacierto en las mismas.

Publicado: julio 11, 2020, 5:00 pm

Por Gonzalo Gómez Betancourt

Tengo que decir de primera mano, que no existe esa tan sonada idea de que una decisión es correcta o incorrecta antes de su implementación, la verdad es que tan solo podremos llegar a decir que una decisión es completa o incompleta apriori, esto dependerá de la cantidad de criterios de decisión que tengamos en cuenta antes de su ejecución y lo correcto o incorrecto, se develará después, con los resultados obtenidos en cada una de las dimensiones de la realidad.

Según el señor Juan Antonio Peréz López (q.e.p.d) uno de los mayores pensadores de management de nuestra era moderna, a quien tuve la fortuna de tener como profesor en mi doctorado, en su libro “Fundamentos de la dirección de empresas” dice que toda acción directiva tiene efectos en tres dimensiones de la realidad: 1.) “La eficacia” es una de ellas, que tiene en cuenta los efectos de dicha decisión en lo económico; 2.) otra dimensión es “la eficiencia”, es decir el aprendizaje positivo o negativo que genera dentro de la firma; y 3.) “La consistencia” que es el aprendizaje positivo o negativo de los participes externos de una organización.

Haciendo un paralelo con dichas dimensiones aplicadas al mundo de la dirección de empresas, se podrían diferenciar los estilos de dirección así: 1.) los “Estrategas”, que en la evaluación de sus decisiones solo tienen en cuenta el criterio económico por encima de cualquier otro; 2.) los “Ejecutivos” que tienen en cuenta solamente el aprendizaje interno de su firma, y 3.) los “Conscientes” que sólo tienen en cuenta el aprendizaje positivo de terceros. Sin embargo, “para que un gerente sea considerado un verdadero lider debe tener en cuenta las tres dimensiones de la realidad, de otra manera sus decisiones a priori siempre serán incompletas y a posteriori incorrectas”.

Ahora voy a tratar de poner en contexto este modelo bajo la situación actual, con la dificultad de la existencia de una crisis que lo pone a prueba, ya que por ser denominado humanista de toma de decisiones, las mismas deben ser análizadas utilizando el método científico, es decir, primero identificando el problema raíz, para después establecer todas las alternativas posibles de solución y pasarlas por el tamiz de los criterios de la siguiente manera: 1.) la mejor alternativa de solución será aquella que sea consistente, es decir que debe generar el mayor aprendizaje positivo en todos los partícipes externos de la organización, 2.) deberá generar el mayor cantidad de aprendizaje positivo al interior de la empresa y, finalmente, 3.) deberá ser economicamente viable, porque las ganacias son como la sangre en el cuerpo humano sin ellas no tendríamos vida.

La aplicación de este modelo en un mundo normal exige mucho de un lider empresarial, ya que debe identificar correctamente el problema raíz, buscar además la mayor cantidad de alternativas para que alguna cumpla con estos requisitos. Ahora bien, en época de crisis este modelo tiene un manejo peculiar y es el concepto del mal menor; es decir, aunque el criterio de consistencia plantea que las decisiones que se tomen no deben afectar a terceros externos, si se aplica en este momento podría poner en peligro la supervivencia de la empresa. Por ejemplo, tomar la decisión de no pagarle a los proveedores, al banco, al distrito o al estado, atenta contra el criterio de consistencia porque en teoría no debería hacerle daño a los demás, sin embargo, por estar en crisis debemos aplicar el concepto del mal menor, y para hacerlo de manera adecuada, se deben clasificar a esos terceros de mayor a menor vulnerabilidad, y por supuesto evitar hacerle daño al más vulnerable.

Para el criterio de eficiencia, que me exige tener aprendizajes positivos al interior de la empresa, se aplica el mismo concepto del mal menor, pero la manera de hacerlo es clasificando a los empleados de más a menos vulnerables, además de cargos claves y críticos, es decir, los cargos claves son aquellos que mueven la organización en las ventajas competitivas y los críticos son aquellos cargos que no puedo reemplazar fácilmente por la dificultad en su consecución en el mercado. Entonces, aunque de alguna manera se tendrá algún aprendizaje negativo dentro de la organización, los afectados serán aquellos cargos que no sean ni claves, ni críticos, y además que sean lo menos vulnerable posible.

Finalmente está el criterio de eficacia, que es escoger la alternativa con la que se pierda menos dinero, ya que si se definió bien el problema, la pregunta principal es ¿cómo hago para hacer que la empresa sobreviva a la crisis actual?

Para los gobernantes este modelo puede ayudarles también, ya que deben aplicar estas mismas ideas en la toma de decisiones a nivel país, aquel que piense solamente en el criterio de eficacia puede ser tiladado de “capitalista salvaje”, o solamente aquel que aplique el criterio de consistencia será tildado de “populista”; pero el verdadero lider será aquel que entienda las tres dimensiones de la realidad; no puedo solamente “salvar” a la gente haciéndolos pasar hambre, o solamente “salvar la economía” sin importar cuantos mueran. En una crisis como la actual el equilibrio está en la forma de salvar a la mayor catidad de personas, que el país mejore su infraestructura de salud y que se quiebren la menor cantidad de empresas, todas las dimensiones hacen parte de la realidad y se juzgarán los resultados en los tres frentes.

Ph.D. – CEO de Legacy & Management.

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