Por: Gonzalo Gómez Betancourt**
Ser un propietario pasivo es el camino principal para perder el control de su negocio familiar, hay que estar atentos a las cinco banderas rojas que advierten de este hecho: Nunca hay dividendos o permanecen inalterados, un gobierno corporativo pobre, muy poca información, el CEO parece irremplazable, y la familia no puede participar en la empresa en el gobierno, la dirección o el trabajo.
Muchas historias he venido comentando en estos artículos de la revista Gerente sobre las familias empresarias, en esta ocasión quiero trabajar el tema de la pérdida de control de su empresa familiar debido a que nos hemos convertido en propietarios pasivos. Las familias suelen perder el control de lo que tanto han cuidado las anteriores generaciones por tres patrones comunes: a) Se pierde el control explícitamente o implícitamente porque los accionistas han cedido sus derechos fundamentales; b) Se pierde el camino de ser un propietario activo y con ello una erosión de los valores familiares; y c) Se pierde su negocio porque se falló en responder adecuadamente a las crisis económicas. Cualquier de estos tres caminos tienen algo en común, que es la consecuencia, ya sea de demasiada acción o inacción por parte de los accionistas.
Pero ¿cómo reconocer que estamos perdiendo el control del negocio familiar?, tal vez con algunos casos podamos encontrar patrones comunes. Hace algún tiempo conocí una familia de tercera generación, en la que ninguno de sus miembros trabajaban en la empresa, y aquellos que estaban sentados en la junta directiva veían que todo lo que hacía la administración estaba bien hecho. Sin embargo, de un momento para otro el CEO les informó a los accionistas que debían vivir sin dividendos o vender el negocio; pero ¿cómo pasó esto tan sorpresivamente?, la respuesta es que desde que se les prohibió que pudieran trabajar en la empresa se volvieron propietarios pasivos, ni siquiera iban a las asambleas de accionistas, hasta que la realidad los encontró de una manera abrupta. En honor a la verdad la indiferencia de sus deberes y derechos como accionistas fue la principal causa.
En otra ocasión tuve que asistir a una empresa familiar, en la que murió el fundador muy joven con unos hijos que no estaban preparados aún para tomar el mando y una viuda, que como es usual en estos países latinoamericanos, no les había enseñado nada al respecto de la propiedad, ella contactó de alguna manera a un gerente que se hiciera cargo del negocio, quien desafortunadamente se aprovechó de la poca capacidad y conocimientos de estos accionistas, tratando de comprar la empresa para sí mismo a un precio ridículo, manipulando cifras, afortunadamente la viuda por intuición me consultó y pudimos despedir a ese personaje que dejó profundas heridas y desconfianza hacia los terceros. Igualmente, el cuestionamiento es, ¿por qué el fundador no les enseñó la tarea de la propiedad y terminamos convirtiendo a nuestros familiares en propietarios pasivos?
Estos dos breves ejemplos me dan la oportunidad de explicarles lo que he aprendido a lo largo de estos años sobre cómo las familias pueden generar unas señales claras, cinco banderas rojas de que algo está sucediendo y están perdiendo el control del negocio.
- Nunca hay dividendos o permanecen inalterados: Los negocios están por definición para ganar y repartir dinero, sino los genera es porque está sucediendo algo. Igualmente, las compañías por su naturaleza y dinámica deben tender a crecer y si el dividendo no lo hace, es porque algo está pasando. Siempre me ha gustado decirle a los accionistas familiares, vean la información del “Dividendo por acción” de compañías similares que coticen en la bolsa de sus países, es un parámetro para poder saber si en realidad la empresa lo está haciendo bien o no.
- Un gobierno corporativo pobre: Como accionistas nos debemos cuestionar las formas de dinamizar nuestras Juntas Directivas, es decir, que cada vez más debemos involucrar personas independientes más reconocidas y exitosas que reten a la administración, los accionistas deberían poder ver la actuación individual de los miembros de Junta Directiva y poder ser responsables de evaluar, nombrar esa junta que haga mover la organización y evitar estancarse en lo mismo de siempre.
- Muy poca información: Los accionistas no tienen información sobre su empresa, y tan solo realizan una asamblea de papel, ese es el principal indicio. Si un accionista no tiene información de su empresa sobre el pasado, el presente y el futuro, además de la información directa de los revisores fiscales, pues es otro de los síntomas de la pérdida de control.
- El CEO parece irremplazable: Una de las tareas fundamentales de una buena junta y de un CEO, es mantener un buen abanico de posibilidades de sucesores en cualquier eventualidad; si a la pregunta de ¿qué pasaría si no estuviera el gerente actual?, su respuesta es el caos, definitivamente hay algo muy mal, debería poderse contestar de manera clara, “…asumiría tal persona de manera inmediata sin cambios trascendentes en el desarrollo de la empresa”.
- Los familiares no pueden trabajar bajo ninguna circunstancia en la empresa: Por alguna extraña razón cada día veo más esta decisión, incluso promovida por muchos consultores supuestamente de familia, sin tener en cuenta los efectos secundarios de la pérdida de compromiso de las siguientes generaciones. Puede que evidentemente se tuviera una mala experiencia porque no se trabajó con familiares con todas las competencias en los cargos, o porque tenían privilegios más allá de cualquier empleado, pero sacar de tajo a una generación y de allí a todas las demás se pierde el sentido de pertenencia. Ahora bien, y aunque no se trabaje, no se debe perder el hecho de ser propietarios, pero si además no se les da la relevancia, tarde o temprano se perderá el compromiso.
Corregir el curso de acción es simple, conviértase y convierta a su familia en propietarios activos, no importa la carrera o proyecto de vida se sus hijos, si tan solo les enseña directamente a las siguientes generaciones o se les envía a una escuela de propietarios de empresa, a que aprendan unos pocos temas y así, ejercer sus deberes y derechos de manera adecuada, estoy seguro que podrán disfrutar de ese maravilloso concepto que no debemos perder que es la propiedad privada, en la que el mensaje es “Meter la nariz y no los dedos”, hay que cuidar el negocio, no involucrarse si no es ejecutivo, pero hay que estar atento a las cinco señales rojas de pérdida de control.
****Ph.D. – CEO Legacy & Management Consulting Group