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Capitalismo consciente, un camino de esperanza para Colombia

Prosperidad económica y crecimiento industrial vs. cuidado del medio ambiente y el falso paradigma de que lo uno no puede ser compatible con lo otro.

Publicado: agosto 12, 2021, 10:08 am

Por: Carlos Tulio Fernández**

Es desafortunado que este falso paradigma sea promulgando a viva voz por personas con intereses viciados por algunas de las dos partes. Por un lado, se encuentran los empresarios codiciosos y mezquinos a los que solo les interesa ganar dinero, sin importar a qué precio se logre. Con esa visión nublada de que lo único importante es la rentabilidad de los negocios, se contaminan y consumen desmedidamente los recursos naturales o se incurre en prácticas reprochables de explotación de las personas que trabajan para ellos, sin importar si cuentan o no con salarios dignos o condiciones idóneas para realizar sus labores.

Por otro lado, se encuentran aquellas personas con el interés de proteger a toda costa el medio ambiente, pero con posiciones tan radicales, que consideran que la única manera de lograr su objetivo es no dejándolo intervenir (de ninguna manera), o promoviendo y exigiendo a sus gobiernos sanciones ejemplares para disuadir el comportamiento contrario.

Está claro que, tanto para un extremo, como para el otro, la idea de poder llegar a trabajar de la mano para lograr un balance entre la anteriormente nombrada prosperidad económica y el cuidado del medio ambiente es inexistente. Pero esto es falso y será lo que intentaré demostrar a lo largo de esta columna.

CAPITALISMO SALVAJE Y SU REGLA DE ORO:

Se trata de un término que nace en los años 70’s con el fin de hacer referencia a un modelo económico que se basa en beneficiar a un solo “stakeholder” del negocio, siendo este su dueño, socio o accionistas. Básicamente, esta expresión del capitalismo se basa en el fundamento de la rentabilidad, por ende, la visión es que una empresa tiene sentido únicamente si produce ganancias para quien realizó la inversión de capital, esto sin importar que se pase por encima de principios éticos, sociales o ambientales.

En mi caso, llegué a laborar con dos multinacionales que cotizan en la bolsa de Nueva York, por lo que me tocó conocer de primera mano cómo se exige el crecimiento de estas empresas cada trimestre, reportando estados financieros para demostrar un incremento en las ganancias periodo a periodo, para así lograr que el valor de su acción se mantenga al alza.

No obstante, esto es absurdo y es imposible pretender que, en un planeta finito, un sistema económico se centre en crecer trimestre tras trimestre infinitamente. Entonces, al existir esta presión sobre las empresas para que sean cada vez más rentables y que para lograrlo deban cada vez producir más y más, lo único que se logra es que se vulneren principios básicos de las personas y que se atropelle al medio ambiente, consumiendo desmedidamente recursos naturales sin importar el precio que se tenga que pagar por incurrir en estas malas prácticas.

CAPITALISMO CLIENTELISTA:

Este término surge de la asociación de dos conceptos que son diferentes, pero que por la deformación de los sistemas se han empezado a entender como uno solo; y son el sistema económico: capitalismo y el sistema político: democracia. La culpa de esa deformación la tienen los políticos inescrupulosos y corruptos que se aprovechan de su posición de poder para inclinar la balanza a su favor. Cuando los ciudadanos evidencian que los políticos acomodan a su amaño el marco legislativo para favorecer sus propios intereses económicos y los de sus amigos (que patrocinan sus campañas electorales) siendo ellos los únicos verdaderamente beneficiados del modelo económico, es imposible no concluyan que el sistema está viciado, y que culpen al capitalismo por esa debacle.

CAPITALISMO SALVAJE Y CLIENTELISTA: UNA DESHONRA AL VERDADERO CAPITALISMO:

Por eso, los abusos del capitalismo salvaje y el clientelista, le han generado mala fama al capitalismo, pues cada vez que se habla de este término, inmediatamente se piensa en esas dos prácticas anteriormente definidas, ignorando así sus verdaderas virtudes como un sistema que permite aprovechar todas las bondades de un libre mercado, para solo enfocarse en lo negativo.

Pese a que estas dos corrientes han pisoteado todos los principios éticos, sociales y ambientales por lograr el bien particular, existe un modelo que demuestra que la prosperidad económica, el trabajo digno y el cuidado del medio ambiente sí son posibles en conjunto.

CAPITALISMO CONSCIENTE Y SUS CUATRO PILARES:

El capitalismo consciente en sí es un movimiento reactivo al salvaje y al clientelista. Sus promotores son el empresario Jhon Makey, dueño de la cadena norteamericana de supermercados Whole Foods Market, y el académico Rajendra Sisodia, quien es profesor destacado de Babson College.

Este tipo de capitalismo, al contrario de las otras dos corrientes, se basa en la rentabilidad, el bienestar de las personas y el cuidado del planeta. Aquí ganan todos los “stakeholders” (no solo uno), se piensa a largo plazo, el triunfo de uno es el triunfo del otro, si a la empresa le va bien a todos los que participan en el negocio les va bien, se centra en el acuerdo mutuo entre las partes involucradas y principalmente se busca el beneficio integral.

Los cuatro pilares del capitalismo consciente son:

Tener un propósito digno.

La integración de todos los “stakeholders” (clientes, empleados, proveedores, inversionistas, la sociedad y el medio ambiente).

Un liderazgo consciente.

Generación de una cultura y una gestión consciente dentro de las empresas.

En conclusión, es importante que tengamos el debate sobre qué modelo económico sentimos que puede ser el correcto para nuestro país, especialmente teniendo en cuenta los sucesos que hemos vivido a raíz del Paro Nacional este año.

Si hay algo claro es que el modelo actual genera brechas económicas y sociales muy grandes entre ricos y pobres, por lo que debemos mirar hacia el futuro y pensar cuál puede ser el próximo prototipo a implementar.

Por mi parte, estoy a favor del capitalismo consciente, ya que es una luz de esperanza y demuestra que existen formas diferentes de ver la economía sin salirnos del modelo capitalista y de la libre empresa que tiene muchos beneficios si se empieza a aplicar de una forma más responsable, para así construir una Colombia diferente, más justa y equitativa. Finalmente, siento que este es el camino por el que debemos empezar a transitar, en el que nuestro país pueda ser un ejemplo a seguir y en el que hacer empresa o generar riqueza puedan ser prácticas compartidas.

**Experto en Economía circular y estrategias de triple impacto.

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