Aunque los cultivos ilícitos se incrementaron de 96.000 hectáreas en 2015 a 146.000 en 2016 y se siguen concentrando principalmente en Norte de Santander, Nariño y Putumayo, sitios en los cuales han tenido tradicionalmente presencia activa; el reto está en cómo derrocar esos cultivos ilícitos y sustituirlos por cacao a través de un medio: la industria de las microfinanzas. (Lea también: El microcrédito es el 3.5% del total de la cartera del país)
Según Dairo Estrada, investigador principal del Banco de la República el “sistema financiero no se ha dado cuenta de las grandes oportunidades de inversión que tiene el sector rural y ahí está el negocio”. La muestra está en la reciente Encuesta de Inclusión Financiera Rural del Banco de la República, realizada en el Sur del Tolima: Ataco, Planadas y Rioblanco, en los cuales se encontró que:
- Hay un gran potencial de desarrollo agrícola, principalmente en productos como café y cacao; también turismo rural.
- El 50% no ahorra y quienes lo hacen, ahorran mayoritariamente en efectivo porque hay una oferta insuficiente de servicios financieros en la región.
- En promedio, las personas gastan de 10 a 15 mil pesos y más de una hora para desplazarse desde sus hogares hasta la oficina bancaria más cercana.
- El sistema financiero podría obtener una alta rentabilidad en la zona con productos financieros acordes a las necesidades de los productores de la región.
- El acceso a productos de crédito ha sido un gran dinamizador de la producción cafetera.
- La zona tiene un gran potencial de desarrollo económico.
Desde el punto de vista de la experiencia, el cacao es una opción viable para reemplazar los cultivos ilícitos y para seguir en el proceso de paz que se ha venido adelantando. (Lea también: Organizaciones constructoras de paz)
Jaime Jaimes, productor de cacao de Tarazá, Antioquia, asegura que el cacao es una verdadera herramienta para la paz, ya que desde el 2010, 70 productores de la región, entre ellas 14 mujeres cabeza de familia, comenzaron a sustituir el cultivo de coca por cacao y esto ha dado una tranquilidad especial.
“El solo hecho de estar sentados en medio del cultivo, olerlo, saborearlo rodeado de otros cultivos, ha permitido que los grupos armados no acampen en él, se aíslen y más bien ha unido a la familia en torno a todo un proceso de estabilización, sostenimiento, cosecha y secado de cacao, que ha sido útil para la paz”, agrega Jaimes.
La producción de cacao en Colombia creció en 2016 un 3,6%, al pasar de 54.798 a 56.785 toneladas, cifra positiva para el sector agropecuario, que además presentó un crecimiento en el segundo trimestre de 2017, de 4,4% por encima del promedio de la economía (1.3%).