Mientras las exportaciones siguen estancadas, las importaciones aumentaron 8,3% en los primeros cinco meses del año. Pese a la mayor tasa de cambio, que constituye un incentivo para las exportaciones y encarece las compras en el exterior, el déficit de la balanza comercial se incrementó en un 76% entre enero y mayo.
Dicho porcentaje equivale a un déficit de US$ 3.642 millones, que resulta de la diferencia entre importaciones (US$ 21.871 millones) y exportaciones (US$ 17.222 millones), en el período ya mencionado.
Y aunque el dinamismo de las importaciones se explica por un crecimiento del 4,4% en el grupo de manufacturas, lo cual puede ser una buena noticia si se traducen en una mayor productividad del sector privado, el aumento del déficit sí constituye un problema para una economía que importa mucho más de lo que exporta.
Con un faltante o déficit de más de US$ 20.000 millones, el sector externo le sigue restando dinamismo a la economía. En un país con una oferta exportable poco diversificada, en 2012 Colombia alcanzó los US$ 60.666 millones en exportaciones (la cifra más alta en su historia), fundamentalmente por el alto precio del petróleo y de otras materias primas.
Pero, con el fin de la bonanza minero-energética, las exportaciones se desplomaron y tocaron fondo en 2016 con US$ 31.045,0 millones. En 2018, pese a un aumento del 10,41%, ascendieron a US$ 41.831 millones y, en los primeros cinco meses de 2019, su crecimiento es de cero.
Según el Banco de la República, entre enero y marzo de este año la cuenta corriente del país registró un déficit de US$ 3.614 millones, superior en US$ 808 m al registrado en el primer trimestre de 2018.
Dicha cifra se explica por los balances deficitarios del rubro de renta de los factores (US$ 2.570 millones), del comercio exterior de bienes (US$ 1.976 millones) y del comercio exterior de servicios (US$ 784 millones). Estos resultados fueron compensados parcialmente por los ingresos netos de transferencias corrientes (US$ 1.716 millones.
Como proporción del PIB trimestral el déficit fue de 4,6%, mayor en 1,17 puntos porcentuales en comparación con el observado un año atrás.
Un sector externo deficitario no solo le resta dinamismo al crecimiento económico sino que hace más vulnerable al país y aumenta su dependencia de los flujos de inversión externa de portafolio.
Según el Emisor, la cuenta financiera, incluyendo un aumento de las reservas internacionales por transacciones de balanza de pagos de US$ 2.351 millones, registró entradas netas de capital en el primer trimestre por US$ 3.159 millones, superior en US$ 823 millones frente a lo reportado en igual periodo de 2018.
En los últimos ocho años, la inversión extranjera de portafolio se ha multiplicado por seis y ascendió a US$ 39.066 millones, lo que contrasta con los 8 años anteriores, (2000-2011) en los que solo se alcanzó US$5.891 millones.