Aunque la computación en la nube se ha convertido en una forma elegante y sencilla de almacenar, acceder y compartir datos vía internet, también es fuente de numerosas confusiones, especialmente relacionadas con la seguridad, la administración, la disponibilidad y la velocidad.
“La computación en la nube es excepcionalmente susceptible a los peligros de los mitos debido a la naturaleza, la confusión y la exageración que la rodea”, dice un reporte de Gartner, que, a pesar de haber sido publicado en 2014, aplica perfectamente en esta nueva era de transformación digital. El informe es claro en revelar que estos mitos ralentizan las cosas, impiden la innovación e inducen al miedo, lo que distrae del progreso real y los resultados. «Desde la perspectiva del consumidor, ‘en la nube’ significa donde ocurre la magia, donde se supone que los detalles de la implementación deben estar ocultos. Por lo tanto, no debería sorprender que ese entorno esté plagado de mitos y malentendidos».
¿Sirve para todo?
Es tal la confusión y exageración que rodea al tema de la nube, que muchos creen que un solo producto de nube sirve para cualquier aplicación, algo así como una solución de ‘talla única’. Pero en el mundo real las cosas son diametralmente opuestas. Empecemos por su definición: la computación en la nube es simplemente un concepto de informática de acceso remoto que utiliza hardware y software basados en una ubicación remota.
Si Usted utiliza banca en línea o envía mensajes por Gmail o Hotmail, está usando la nube. ¿Simple verdad? Sin embargo, al extrapolar este modelo al entorno corporativo, las cosas tienden a volverse un poco confusas, especialmente por el mito de que la nube debe usarse para todo. A menos que haya un ahorro de costos, mover hacia la nube una aplicación heredada que por años ha funcionado correctamente, no es una buena idea.
¿Es más barata?
Otra de las ficciones es que la nube es más barata que comprar fierros. Si bien, los precios están cayendo –especialmente en Infraestructura como Servicio (IaaS)-, no sucede lo mismo con el Software como Servicio (SaaS), donde los desarrollos pueden encarecer la solución final. “Asumir que la nube siempre ahorra dinero puede llevar a promesas que limitan los resultados”, prosigue el análisis de Gartner. “Ahorrar dinero puede terminar siendo uno de los beneficios, pero no debe darse por hecho.” Hablando de tipos de infraestructuras, IDC pronostica que para los siguientes años que: “Aunque las soluciones SaaS han representado mayor volumen, va a tomar mayor importancia IaaS”.
Lo que sí es cierto es que con la nube las organizaciones no tienen que comprar ni instalar datacenter, redes o sistemas de almacenamiento, lo que elimina la necesidad de pagar por adelantado gastos de capital (Opex). Los costos de energía, mantenimiento, seguridad, enfriamiento y actualización de hardware también están cubiertos, lo cual, naturalmente, ahorra dinero.