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Mitos de los colombianos sobre la donación y trasplante de órganos

Colombia presenta uno de los índices más bajos de donación de órganos a nivel mundial, ocupando el puesto número 20 en la escala de donantes fallecidos.

Publicado: octubre 18, 2018, 11:25 pm

Los colombianos tienen una actitud positiva frente a la donación de órganos, pero aún mantienen ciertas creencias que generan inseguridad a la hora de tomar la decisión de donar, según un estudio realizado por Invamer.

Esta inseguridad se ve reflejada en la cantidad de personas que están a la espera de recibir una donación de órganos, pues a febrero de este año, 2.488 personas se encontraban en lista de espera, siendo el riñón uno de los órganos más necesitados (2.316 personas); seguido por hígado, (133 personas); pulmón, 23 (personas) y corazón, 16 (personas).

Si bien es cierto que el número de trasplantados pasó de 1.068 en 2016 a 1.1287 en 2017, creciendo 21%; la proporción de colombianos en lista de espera continúa superando al de los donadores.

Los principales mitos y creencias falsas de los colombianos sobre la donación y el trasplante de órganos en el país:

Se debe registrar para poder ser donante de órganos

La donación de órganos tuvo un nuevo giro con la Ley 1805 que entró en vigencia en febrero de 2017, la cual convierte a todos los colombianos, que en vida no hayan expresado por escrito su negativa, en donantes de órganos y tejidos.

El estudio demostró que el principal motivo por el cual afirman no ser donantes, es porque desconocen dónde deben registrarse o cómo es el proceso para hacerlo, lo cual no es necesario.

Los colombianos que no quieran ser donantes, deben hacer la declaración ante un notario público y enviarla al Instituto Nacional de Salud (INS) o expresar la negativa al momento de afiliarse a una EPS.

Ser donante lo convierte un blanco fácil para el tráfico de órganos

Todo el proceso de donación y trasplantes es vigilado y coordinado por entidades estatales como el Ministerio de Salud y Protección Social, el Instituto Nacional de Salud y las Secretarías de Salud.

El estudio reveló que las personas creen que, al convertirse en donantes, se vuelven propensos a ser secuestrados por traficantes con el objetivo de extraer sus órganos y obtener de ello beneficios económicos. Sin embargo, estos procedimientos son de alta complejidad por lo que solo instituciones que cuenten con la infraestructura adecuada y el personal entrenado pueden hacerlo.

La religión no permite donar órganos

Aunque muchas personas piensen que la religión prohíbe la donación de órganos, muchas religiones del mundo están favor de la donación y trasplante de órganos; algunas de ellas consideran que es una decisión personal y que es un acto de ayuda, generosidad y solidaridad hacia otro ser humano.

Aun así, uno de los hallazgos del estudio confirma que algunas personas tienen la creencia, que, al someterse a este tipo de procedimientos, no estarán completos para su vida después de la muerte.

Los donantes quedan incompletos o desfigurados después del procedimiento.

El personal médico que realiza estas intervenciones, está entrenado para realizar el procedimiento con el mayor cuidado del caso, para que el cuerpo de un donante no presente cambios y conserve su estética corporal para, posteriormente, ser entregado a la familia en el caso de un donante fallecido. De esta manera se cuida que el cuerpo de un donante vivo o muerto, no quede en mal estado, deformado y/o maltratado.

El nivel socioeconómico determina la prioridad para decidir las personas que serán trasplantadas.

La lista de espera se organiza teniendo en cuenta la compatibilidad del donante y el paciente, y la urgencia con la que se necesita hacer el procedimiento.

Las entidades del Gobierno garantizan que la equidad de asignación se genere sin discriminación por razones de origen familiar, estrato socioeconómico, sexo, raza, religión, entre otros. De acuerdo con el estudio, existe la creencia que, aquellos que cuentan con un nivel socioeconómico más alto, reciben los trasplantes de manera más rápida que las personas de bajos recursos, sumado a que los extranjeros tienen prioridad sobre los colombianos.

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