Casi siete de cada 10 (69%) internautas colombianos, entre 20 y 65 años de edad, recurrió a las redes sociales para acceder a información durante los primeros 12 meses del confinamiento.
El informe registró una leve preferencia hacia estas plataformas entre las mujeres (69%) en comparación con los hombres (68%). Los datos provienen del estudio “La infodemia y su impacto en la vida digital”, desarrollado por Kaspersky, en asociación con la empresa de investigación Corpa.
Para los expertos de la empresa, esta práctica es preocupante dado a las consecuencias que esta puede tener en su privacidad, reputación y bienestar general, especialmente al considerar el fenómeno de infodemia que se desató durante la pandemia.
Aunque las redes sociales se crearon para ayudar a conectar a las personas, han evolucionado rápidamente y se han convertido en un importante punto de acceso a información. De hecho, el estudio de Kaspersky revela que, entre marzo 2020 y marzo 2021, el 68% de los colombianos siguió consejos para el cuidado de su salud que leyeron en redes sociales.
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Además, el 73% dijo que utilizó las redes sociales para mantenerse informado sobre el funcionamiento de servicios (públicos y comerciales) durante la pandemia, tendencia que no ha pasado desapercibida por defraudadores y cibercriminales.
“Cuanta más gente esté conectada a un servicio o plataforma, más atractiva es para los ciberdelincuentes”, comenta Dmitry Bestuzhev, director del Equipo de Investigación y Análisis para América Latina en Kaspersky. “Por ejemplo, tan pronto como comenzaron las reglas de aislamiento, registramos un auge en los ataques de phishing a dispositivos móviles. Esto porque la mayoría de los usuarios recurrió a servicios en línea y aplicaciones a través de su Smartphone. Un gran ejemplo de esto es la estafa de WhatsApp que dimos a conocer hace unos meses”, dice el experto.
El especialista resalta que la sobrecarga y el ‘apagón’ mental provocados por la infodemia durante los meses de confinamiento, nos hicieron más vulnerables a estas estafas que abusan de la ingeniería social. “La gente suele pensar y sentir que la información en las redes sociales es más personal y por eso suele creer en los mensajes que se propagan en estas plataformas fácilmente. Es más, el contexto emocional con los que se presenta la información hace que la gente crea o apoye algún punto de vista sin pensarlo dos veces. Esto es lo que precisamente hace que las redes sociales propaguen cosas virales”, resalta Bestuzhev.
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Por ejemplo, una noticia que se ha compartido cientos de veces, especialmente por contactos conocidos, sobre un tratamiento de salud, puede llevar a un usuario a olvidar la lógica y auto-medicarse sin prestar atención a la fuente o posibles consecuencias, especialmente si viene acompañada por ‘testimonios’ a su favor.
“El consumo de información en línea sucede rápidamente y a menudo pasa sin que los usuarios presten atención a los detalles, como la veracidad de la información, la fuente, y si lo que estamos leyendo tiene sentido. Como resultado, las personas terminan reaccionando instintivamente, lo que puede conllevar a acciones precipitadas que pueden afectar nuestra privacidad, identidad y hasta nuestro bienestar físico o emocional”, señala Bestuzhev.
“Por eso, es fundamental tomar tiempo para desconectarnos, procesar la información recibida y evaluar los riesgos que podamos enfrentar antes de tomar alguna acción. El mejor escenario es aquel en el que los internautas cuenten con un conocimiento digital básico, cuestionen todo lo que leen en línea y empleen tecnologías de protección confiables en sus dispositivos para resguardar sus datos y privacidad”, agrega.