El presidente estadounidense, Donald Trump, aprovechó su discurso ante los graduados de la Academia Militar de West Point para anunciar este sábado 24 de mayo un giro completo en la doctrina militar de Estados Unidos. Con un tono desafiante, denunció el rumbo que, … a su juicio, ha seguido el país durante las últimas décadas: el de convertir a las Fuerzas Armadas en instrumento de ingeniería social y expansión ideológica.
«Enviaron a nuestros soldados a cruzadas de construcción nacional en países que no querían saber nada de nosotros, dirigidos por líderes que no tenían ni idea, en tierras lejanas, mientras abusaban de nuestros militares con absurdos experimentos ideológicos», afirmó.
Fue la frase más cargada del acto, y también la que mejor define la ruptura que Trump plantea con la tradición militar reciente. Lo que antes se llamaba «misión de estabilización» o «exportación de la democracia», el presidente lo describió como un error histórico que, bajo su Administración, ha quedado atrás. «Todo eso se ha acabado», sentenció.
A lo largo de su intervención, Trump trazó una nueva doctrina de poder que excluye toda dimensión transformadora o globalista. «Durante al menos dos décadas, los líderes políticos de ambos partidos arrastraron a nuestro Ejército a misiones para las que nunca estuvo destinado», dijo. «La gente se preguntaba: ‘¿Por qué hacemos esto? ¿Por qué estamos perdiendo tiempo, dinero y, en algunos casos, el alma?’».
Con esa estrategia, denunció también que las Fuerzas Armadas habían sido utilizadas para «proyectos sociales y causas políticas» mientras se «dejaban nuestras fronteras sin defensa» y se «vaciaban los arsenales para luchar guerras de otros».
Trump dejó claro que bajo su mando se eliminarán esas distracciones. Se acabaron las misiones de paz, pero no sólo eso, la implicación en grandes frentes destinados a la exportación de la democracia, como los defendidos por Administraciones republicanas en lugares tan distantes como Afganistán o Irak.
«Estamos concentrando a nuestro Ejército en su misión central: aplastar a los adversarios de América, matar a sus enemigos y defender nuestra gran bandera estadounidense». En ese contexto, rechazó Trump expresamente que las Fuerzas Armadas tengan como función «organizar espectáculos drag, transformar culturas extranjeras o imponer la democracia a punta de pistola». La única misión legítima, insistió, es «dominar al enemigo y aniquilar cualquier amenaza contra Estados Unidos, en cualquier momento y en cualquier lugar».
En la primera foto: soldados del Ejército de EE.UU. en la ceremonia de graduación en la Academia Militar de West Point. En la segunda, Trump posa junto a una cadete. El presidente estadounidense asiste al acto de graduación
REUTERS
Aunque el tono general fue de confrontación, Trump introdujo un matiz al afirmar que prefiere evitar los conflictos mediante la disuasión: «Mi preferencia siempre será hacer la paz y buscar asociaciones, incluso con países con los que tenemos profundas diferencias». Y añadió: «Por mucho que uno quiera combatir, yo prefiero no tener que luchar. Prefiero simplemente mirarlos y que se rindan. Y eso está pasando».
El presidente vinculó también su doctrina militar con la política migratoria, al afirmar que «un propósito central de nuestro Ejército es proteger nuestras propias fronteras de la invasión», en alusión directa a la situación en la frontera sur. «Nuestro país fue invadido durante los últimos cuatro años», dijo, en una acusación implícita contra la administración anterior. El presidente ha ordenado el despliegue de soldados en la frontera.
Trump aprovechó a la vez el acto para anunciar un ambicioso plan de rearme: un billón de dólares en nuevos sistemas, incluidos aviones furtivos, tanques y un escudo antimisiles denominado «Golden Dome», que aseguró estará operativo antes de dejar el cargo. Entre los reconocimientos simbólicos, llamó al escenario a cadetes como Chris Verdugo, que batió un récord en una marcha de 18 millas, y Ricky McMahon, descendiente de varias generaciones de graduados de West Point.
El discurso no solo reivindicó una concepción fuerte del poder militar, sino que consolidó una narrativa de restauración nacional basada en el cierre de fronteras y la eliminación de lo que Trump considera desvíos ideológicos. En la academia que formó a figuras como George Patton, Douglas MacArthur y Ike Eisenhower, Trump proclamó una consigna nítida: menos misiones civilizadoras, más supremacía militar.