Con el ataque de la pasada madrugada de Estados Unidos contra las instalaciones nucleares iraníes de Fordo, Natanz e Isfahán, culminan diez días de vértigo que han tenido en vilo al mundo y, sobre todo, a la convulsa región de Oriente Próximo. Entre idas … y venidas diplomáticas, en medio de la guerra abierta entre Israel e Irán, así ha sido esta montaña rusa que ha desembocado en un nuevo conflicto en el que, finalmente, se ha implicado Donald Trump.
Viernes 13 de junio
Durante esa madrugada, Israel ataca por sorpresa a Irán y descabeza su cúpula militar, eliminando también a los científicos nucleares más importantes del régimen y bombardeando sus instalaciones atómicas. Con su operación ‘León Rampante’, Tel Aviv golpea en cien objetivos con más de 200 aviones y, para que puedan volar en el espacio aéreo iraní, inutiliza sus defensas militares con drones que el Mossad había infiltrado en el país. Esa misma noche, Irán responde con una lluvia de misiles sobre Israel, cuya ‘Cúpula de Hierro’ neutraliza en parte pero que provocan daños y muertos en Tel Aviv. Tanto Israel como Estados Unidos justificaban la ofensiva porque habían pasado los 60 días del ultimátum dado a Irán para negociar su programa nuclear y había respondido con un órdago anunciando que iba a reforzar su programa de enriquecimiento de uranio, que ya está al 60 por ciento y cerca del nivel necesario para construir una bomba atómica. El domingo se iba a celebrar en Omán una reunión dentro de las conversaciones nucleares, que se suspende.
Sábado 14 de junio
Israel endurece el castigo a Irán y golpea su sector energético, demostrando la capacidad de sus aviones para moverse por el país y llegar incluso a la capital, Teherán. El Gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calculaba que en doce horas de bombardeos había destruido el 20% del programa nuclear iraní. Además, anunciaba dos semanas más de ataques, mientras el régimen de los ayatolás intentaba superar las barreras antiaéreas israelíes.
Domingo 15 de junio
Israel e Irán intensifican sus ataques y se lanzan a una guerra total, dejando un número muy desigual de víctimas mortales que reflejaba sus distintas capacidades militares. Mientras Teherán llevaba a cabo su mayor ofensiva, que dejaba 13 muertos, Tel Aviv golpeaba con misiles y coches bomba, matando al menos a 128 personas. Por su parte, la Casa Blanca exigía a Irán y Tel Aviv que llegaran a un acuerdo. En Canadá, ese día empezaba el G7, del que Trump se marcharía en breve para seguir de cerca el agravamiento de la situación en Oriente Próximo.
Lunes 16 de junio
Ante los constantes ataques de Israel, que golpea incluso la sede de la televisión estatal iraní, en Teherán se produce un éxodo masivo de quienes pueden marcharse a otras ciudades más tranquilas, sobre todo al norte del país. El régimen de los ayatolás redobla su desafío a Occidente preparando una ley para dejar el Tratado de No Proliferación Nuclear, pero se muestra dispuesto a negociar si Israel cesa en sus ataques.
Martes 17 de junio
Irán frena sus misiles mientras Israel estrecha el cerco al Líder Supremo de Irán, Alí Jamenei. Tan solo cinco días después de descabezar al alto mando militar de los ayatolás, Tel Aviv eliminaba al nuevo responsable de sus Fuerzas Armadas, utilizando la misma estrategia que ya había empleado para liquidar a las cúpulas de Hizbolá y Hamás. EE.UU. empieza a movilizar sus fuerzas en torno a Irán, mientras Israel le pide a la Casa Blanca los aviones B-2 y la bomba revienta-búnkeres GBU-57 para acabar con los silos subterráneos de las instalaciones nucleares de los ayatolás.
Miércoles 18 de junio
EE.UU. acumula fuerzas ante una posible entrada en la guerra, pero sigue sin decir claramente cuáles son sus intenciones. Aunque el Líder Supremo de Irán, Alí Jamenei, eleva sus amenazas, Israel sufre menos misiles enemigos, pero más espaciados a lo largo del día. «¡Señor presidente, termine el trabajo!», rezan unos carteles en Tel Aviv reclamando la participación militar de Trump contra Irán.
Jueves 19 de junio
Israel pone en la diana a Jamenei mientras EE.UU. sigue jugando al despiste sobre si entra o no en la guerra. Para ello, Trump asegura que se toma dos semanas para decidir si ataca o no a Irán, engordando así la sorpresa que ya tiene preparada para 24 horas después. Mientras tanto, la decisión de entrar en la guerra abre grietas en el trumpismo, ya que el presidente había hecho campaña en pos de no meterse en conflictos bélicos.
Viernes 20 de junio
Ajeno a lo que se le viene encima, el régimen iraní sigue apurando sus opciones diplomáticas y entabla conversaciones con Europa en Ginebra. Allí, condiciona el diálogo al cese de los ataques israelíes, pero las horas están contadas para los ayatolás. Refugiado en su búnker, el Líder Supremo Alí Jamenei nombra sucesores que ocupen su puesto si es eliminado.
Sábado 21 de junio
Israel sigue eliminando altos mandos militares y científicos nucleares de Irán mientras Turquía le acusa de llevar Oriente Próximo al «desastre total». En una maniobra de distracción, EE.UU. traslada dos bombarderos B-2 al Pacífico, mientras otros siete vuelan sin ser detectados hasta Irán y atacan las instalaciones nucleares de Fordo, Natanz e Isfahán con 75 proyectiles revienta-búnkeres GBU-57. Para la operación ‘Martillo de Medianoche’, el Pentágono moviliza más de un centenar de aeronaves y dispara 2.000 misiles con el fin de eliminar las defensas antiaéreas iraníes. Trump, que había vuelto a Washington, anuncia por la noche el «espectacular ataque» y confirma la entrada de EE.UU. en la guerra de Israel contra Irán.