El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva, celebró hace unos días una cumbre con jefes de Estado del Caribe. En la reunión se anunciaron una serie de apoyos para diversos países de dicha región y, en especial, para Haití, que recibirá un … fondo de 290 millones de dólares (250 millones de euros) por parte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Dicha cantidad supone un halo de esperanza y, al mismo tiempo, un poco de atención sobre una isla cuya crisis, cada vez más acuciante, genera indiferencia entre las principales potencias del mundo.
Y es que Haití se encuentra sumido en una espiral de violencia que, según las cifras que baraja la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ya ha generado un número récord de casi 1,3 millones de personas desplazadas. Desesperadas, todas ellas huyen de la violencia producto de la guerra entre pandillas y, a su vez, del conflicto entre estos grupos y las diezmadas fuerzas policiales del Estado tropical.
La cifra de desplazados, que marca un aumento del 24% desde el pasado mes de diciembre hasta la fecha, es la más alta registrada en la historia haitiana. «Muchos de los que hemos llegado hasta México solo vinimos con lo puesto. A varios, las pandillas nos quitaron nuestras casas, donde ya de por sí no había electricidad ni agua corriente y la Policía, en lugar de ayudar a recuperar nuestra casa, nos explicaba cómo irnos del país», cuenta a ABC Jeanette Virgile, quien llegó a la Ciudad de México en 2023 procedente de Puerto Príncipe.
«Para mi no hubo otra opción, tomé los recursos que tenía y salí de Haití con mi madre, que ya tiene una edad avanzada y necesita vivir en un lugar donde haya farmacias y medicinas. Mis dos hijas siguen en Haití», agrega Virgile. Cuando escapó de su país, encontró cobijo en dos albergues de migrantes en la capital mexicana, donde actualmente viven, según registros oficiales, 4.500 haitianos.
El drama sanitario es absoluto en la isla, especialmente desde el pasado mes de abril, cuando la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) decidió cerrar dos centros de atención sanitaria en Puerto Príncipe debido a la violencia a la que se enfrenta su personal. Gabriel Mayorga, responsable de Asuntos Humanitarios de MSF en Haití, informó de que cuatro de sus vehículos fueron atacados mientras se trasladaban en un convoy y tres de ellos recibieron 15 impactos de bala, lo que demuestra el acoso que la organización sufre en el país.
Un informe de la ONU, publicado en abril por la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF), alertó de que la violencia armada podría provocar que desde este mes de junio experimenten inseguridad alimentaria un récord de 5,7 millones de personas, más de la mitad de la población de Haití.
El epicentro de esta desestabilización es la capital de la isla, donde se focaliza la guerra entre las pandillas, un conflicto que no define solo territorios y monopolios de negocios ilegales, sino también el futuro del Gobierno de Haití.
Golpista contra cantante
«El correlato de la guerra de pandillas en Puerto Príncipe es político. En Haití, todas las fuerzas políticas tienen sus grupos pandilleros y el enfrentamiento actual es producto de la confrontación, especialmente entre las facciones del expolicía Guy Phillipe y el expresidente Michelle Martelly», explica el académico Louis Jean Pierre Loriston.
Phillipe protagonizó un golpe de Estado el año pasado, se escapó del país y fue acusado por la DEA de presunto narcotráfico. Su plan sería, según se menciona en la política haitiana, impulsar a un actual integrante de la Corte Suprema como próximo mandatario.
Martelly, en tanto, es un excantante que fue presidente de Haití entre 2011 y 2016 y debió lidiar con las consecuencias del maremoto que destruyó el país en 2010. Después de múltiples acusaciones de supuesta corrupción, su gobierno terminó recibiendo sanciones de la comunidad internacional por supuestas violaciones de los derechos humanos. Según Loriston, la crisis se ha agravado por la falta de instituciones estables y por un diseño de poder deficiente que proviene de la Constitución aprobada en los años 80.
De ahí emerge el poder actual: el Consejo Presidencial de Transición, un cuerpo colegiado sacudido por fuertes conflictos internos. «Se cree que la solución al problema de nuestro país pasa por abatir a los jefes de las pandillas, pero luego quedan jóvenes armados y allí es donde se hace necesario el Estado, o sea, política social, política de salud, política educativa, un Estado que hoy por hoy es inexistente», expresa el académico.
En marzo, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, que se ha convertido en un referente en la lucha contra las pandillas, escribió en la red social X, en relación con la violencia extrema que sufre Haití: «Podemos arreglarlo». El mensaje de Bukele fue una respuesta a un usuario de la red social, que acababa de comentar que el país caribeño había «colapsado». El mandatario exigió para intervenir en la isla «una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, el consentimiento del país anfitrión y todos los gastos de la misión que cubrir». Bukele también reaccionó a otra publicación, esta vez sobre el líder pandillero haitiano más notorio, Jimmy Cherizier alias ‘Barbecue’: «Vimos imágenes similares en El Salvador hace unos años. Pandillas bañándose con los cráneos de sus víctimas».
Misión de la ONU
La aparición del presidente Nayib Bukele es la consecuencia de la percepción generalizada de que ha fracasado la misión de la ONU encabezada por Kenia, que buscaba instaurar paz en la isla.
Una investigación realizada por The New Humanitarian y el periódico ‘Kenya’s Nation’ señaló que gran parte del fracaso se debe a la falta de recursos materiales y humanos para esta difícil misión.
La misión de Apoyo Multinacional a la Seguridad (MSS) fue aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU en octubre de 2023, más de dos años después del asesinato del presidente Jovenel Moïse. Luego, transcurrió casi un año hasta que la Administración de Joe Biden, el principal patrocinador financiero de la iniciativa, consiguió el liderazgo por parte del Gobierno de Kenia.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca descarriló el apoyo financiero, especialmente por los recortes a todos los planes de apoyo humanitario que vinieron con el cierre de Usaid.
Inicialmente estaba previsto que la misión estuviera compuesta por 2.500 oficiales y soldados, pero los 400 agentes kenianos desplegados a finales de junio del año pasado se han quedado prácticamente solos para ayudar a la Policía Nacional Haitiana (PNH). Según datos de la ONU, en 2024 al menos 5.600 personas murieron en Haití debido a la violencia de pandillas, unas 1.000 más que en 2023, y 2.212 resultaron heridas.