“Nuestra visita oficial a China es histórica y deja un gran balance para Colombia con acuerdos en áreas como infraestructura, transporte, energía, agricultura y educación”, dijo esta semana el presidente, Iván Duque, al concluir un viaje al gigante asiático, tras subrayar que los convenios suscritos le permitirán al país aumentar las exportaciones y atraer más inversión.
Según ProColombia, oportunidades de inversión china en Colombia por unos US$1.000 millones, el compromiso de apertura de un vuelo directo entre Bogotá y Shanghai y exportaciones anuales de banano a China por US$40 millones, así como la admisibilidad del aguacate hass, son los principales resultados de la agenda bilateral.
En un momento en el que la guerra comercial entre Estados Unidos y China no da tregua, el acercamiento de Colombia a China es coherente con la estrategia de diversificar las exportaciones, aunque el gobierno no debería perder de vista los problemas de competitividad que siguen lastrando a la economía colombiana.
Según las cifras del Dane, China ya es el segundo socio comercial del país (solo superado por Estados Unidos), con un intercambio bilateral que el año pasado ascendió a US$14.600 millones, de los cuales US$4.056 millones correspondieron a exportaciones colombianas y US$10.544 millones a importaciones desde el gigante asiático.
En otras palabras, el país tiene un déficit comercial con China de US$6.488 millones. Y sus exportaciones están concentradas en bienes primarios como petróleo crudo y ferroníquel. Mientras tanto, China le vende a Colombia teléfonos celulares, productos laminados e insumos para diversos sectores.
Según un análisis de la Cámara de Comercio Colombo Americana, AmCham Colombia, 65 empresas estadounidenses de los sectores de maquinaria, químicos y farmacéutica, que están instaladas en este momento en China, podrían mudarse con el fin de evitar los aranceles impuestos por su país a las importaciones desde China, en el marco de las constantes tensiones comerciales.
“El aumento de aranceles desde China hacia Estados Unidos incrementa los costos de producción por lo que los proveedores estadounidenses en el país asiático perderían competitividad. Colombia, con el tratado de libre comercio vigente y un trabajo en conjunto con empresarios y Gobierno puede trabajar para que esas compañías consideren a Colombia como destino de inversión y desde acá llevar sus productos con los beneficios del TLC”, explicó María Claudia Lacouture, directora ejecutiva del gremio.
El verdadero desafío
Y aunque el aguacate Hass colombiano logró recientemente su acceso a los mercados japonés y chino, que importan unos US$344 millones anualmente, de México y Perú, Colombia está lejos de contar con una oferta suficiente y competitiva del que muchos han llamado nuevo oro verde.
Por ejemplo, mientras que las exportaciones peruanas de aguacate superaron los US$700 millones en 2018 y las de México (el principal exportador mundial) los US$2.700 millones en 2017, las de Colombia apenas ascendieron a US$63 millones en 2018.
“Logramos el ingreso de nuestro aguacate Hass a esos mercados asiáticos, gracias a la diplomacia sanitaria que lidera el presidente Duque”, se jactó el ministro Comercio, Industria y Turismo, José Manuel Restrepo.
Pero lo cierto es que, como lo indicó recientemente un análisis de Anif, las exportaciones agroindustriales colombianas se encuentran hoy estancadas en unos US$7.000 millones (2.1% del PIB) y, peor aun, no parece existir inversión en nuevos proyectos en el sector agroindustrial que haga pensar en siquiera duplicar ese tipo de exportaciones antes del 2022.
“Colombia logró un posicionamiento global en los mercados de flores y banano en los años 1960-1980, pero desde entonces no se ha replicado nada parecido con otros productos ‘exóticos’, por el atraso histórico de nuestro agro y los problemas del “costo-país” (sobrecostos de transporte, energéticos, laborales y logísticos)”, explica el análisis.