En 2017 se crearon 226 mil nuevos empleos en Colombia; es decir, la totalidad de una población como Riohacha. Hoy, somos 22 millones 383 mil colombianos ocupados y eso es, sin duda, una buena noticia.
Desde la gran depresión de los años 30, Colombia no había enfrentado un choque de la magnitud del generado por la caída de los precios del petróleo en 2014. No obstante, la economía ha mostrado resiliencia. A pesar de la desaceleración en el crecimiento del producto nacional, la tasa de desempleo se ha mantenido en un dígito (9,4% para el total nacional en 2017) y, por primera vez, los empleados formales son más que los informales en las principales ciudades del país. De hecho, de no haber sido afectados por un choque externo tan fuerte, habríamos llegado a niveles de desempleo por debajo del 7%.
Defender el trabajo de los colombianos ha sido una de las principales preocupaciones del Gobierno, y es por eso que en la reforma tributaria del 2012 nos concentramos en reducir al máximo los impuestos a la nómina, que afectaban el empleo de calidad y generaban informalidad.
Hasta entonces, las empresas con un mayor número de empleados se veían afectadas al tener que pagar una gran cantidad de aportes, independientemente de sus resultados financieros. En el empeño de mejorar las condiciones para generar empleo, la reforma tributaria eliminó esos sobrecostos.
Partiendo de gravámenes a la nómina cercanos al 30%, se redujo la tarifa hasta un 16%, dependiendo del tamaño de las empresas y del nivel salarial de los empleados. Esta reforma tuvo impactos muy positivos sobre el mercado laboral. Según estimaciones del Banco de la República y del BID, las medidas adoptadas crearon entre 200 y 400 mil nuevos puestos de trabajo en el corto plazo; en total, desde enero de 2010, se han generado casi 4 millones de empleos nuevos; la gran mayoría de ellos, de calidad.
Hicimos un gran esfuerzo para defender la estabilidad de los colombianos sin afectar las conquistas sociales, gracias a eso hemos podido sacar de la pobreza a 5 millones de compatriotas. Esto no hubiera sido posible sin la aprobación de reformas tributarias que le permitieran a los empresarios canalizar más recursos hacia la contratación de empleo formal.
Hemos disminuido la carga tributaria de las empresas con el fin de impulsar la inversión y el empleo y formalizar la economía, pero adicionalmente nos hemos empeñado en mejorar los índices educativos.
Hoy la cobertura en educación superior está por encima del 51% (en 2010 era apenas 37%). Este aumento en la cobertura educativa y la mayor inversión en el sector nos han permitido mejorar de manera constante los niveles de calificación de la población ocupada, lo cual significa un incremento en la productividad y, por ende, un mayor crecimiento económico.
El país ha avanzado en múltiples frentes. Debemos seguir reduciendo los costos de la contratación formal al tiempo que aumentemos el acceso a la educación superior. Esos dos objetivos se entrelazan, por lo que deben ser una prioridad del país, no solo de un gobierno.
Por Mauricio Cárdenas, Ministro de Hacienda