Por: Gonzalo Gómez Betancourt
Esta columna se la dedico a quienes como yo, estamos convencidos de hacer el bien en nuestras acciones y en especial frente a terceros, a quienes estamos comprometidos con la mejora de las condiciones de nuestro país, pero no podemos quedarnos callados ante las barbaridades que estamos observando allí afuera. He escuchado varios mensajes de personas a quienes admiro que con el ánimo de llegar a consensos sobre la situación actual, dicen cosas como “Tenemos que aceptar que nadie tiene la razón y que debemos llegar a un modelo de país en el que pertenezcamos todos”. Suena bien, pero obviamente sin ofender, ¿hasta cuándo se debe tolerar lo que está sucediendo? Tolerar significa “permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente” o “No impedir el mal y el error de otros pudiendo evitarlo”, algunas veces se puede interpretar como abstenerse de atacar alguna doctrina, por estimar que todas son igualmente buenas; de esa manera caemos en un relativismo puro, donde se permite el mal e incluso algunas veces se puede ver como complicidad.
Quiero expresar temas que he visto estos últimos días, la encerrona que le hacen en medios de comunicación a nuestros políticos, deportistas, empresarios, donde los acusan por no pronunciarse en contra de la brutalidad policial, pues supuestamente ellos están violando los derechos humanos, toda esta polémica generada por el uso de la fuerza legítima de un estado versus la violencia, por supuesto ilegítima, de unos asaltantes y vándalos.
He escuchado gente tratando de justificar lo injustificable, escuche a un hombre en un noticiero decir que él cerró su peluquería, para unirse a las marchas al lado de los jóvenes, hasta que asaltaron su propio local, en ese momento dijo “ya no puedo seguir apoyando la protesta”, ¿Solamente hasta que vivió en carne propia las consecuencias de las protestas, y hasta que vio su propiedad privada en ruinas, decidió no apoyar más la protesta?, y ver ese triste video, de un empresario llorando enfrente de las cenizas de su hotel, por haber alojado a unos policías. También hemos visto el asesinato de personas que estaban marchando y que debe ser investigado a fondo para llegar a los culpables y que les caiga todo el peso de la ley. Hemos incluso empezado a escuchar el concepto de revolución molecular disipada, explicando el rol político de las manifestaciones populares, que su objetivo principal es llevar a un estado de guerra civil permanente, y que debe ser manejado como un asunto de seguridad nacional, para lo cual es necesario el establecimiento del estado de conmoción interior, pero es curioso ver a partidos políticos que se oponen al mismo.
Señores en mi criterio el estado tiene todo el derecho constitucional de defender legítimamente los bienes y honra de los ciudadanos, el transporte de alimentos y medicinas, la facilidad del acceso al trabajo, frente a un grupo de desadaptados sociales que buscan imponer su modelo mediante la violencia. Lo peor de todo es que cada vez más se ve una falta de gobernabilidad de nuestras instituciones, ya nadie le cree a la alcaldesa, ni al presidente. Siguen las protestas, aunque la reforma tributaria ya fue retirada, lo que significa que el fin último es generar caos, para desestabilizar aún más la gobernabilidad y poder llegar a elecciones, donde su caudillo pueda ganar las mismas; es el mejor momento para ellos, pescando en río revuelto, en medio de una pandemia que debilitó a toda la sociedad. Ahora en las famosas conversaciones con los actores, la respuesta será obvia, ya aprendieron que el estado es débil frente a la violencia, porque saben mover perfectamente sus redes internacionales, y logran convencer mediante “fake news” a muchos, señalando que aquí se vive una matanza indiscriminada de jóvenes universitarios. Finalmente, el gobierno ante su debilidad les otorgará prebendas, que podrían ser justificadas de manera transitoria, pero ellos las quieren de carácter permanente, para que los mismos de siempre sean los que ahora saquen más plata del bolsillo, y mantengan a medio país, sin pedir nada a cambio, bajo un mensaje que queda claro en la mentalidad social, el “fin justifica los medios”.
No se si los algunos de los marchistas, en especial los violentos, se han preguntado ¿cuál será la protesta de los pocos que aportamos a las finanzas del estado? No es con piedras, ni asaltando, ni causando daño físico a nadie, nuestra protesta será silenciosa, como ya paso en países hermanos cuando los empresarios empezaron a salir huyendo para protegerse, en lugares donde sea apreciada su labor. Señores empresarios llegó la hora de protegerse y blindar la propiedad privada, siempre había sido un convencido de que en nuestro país este tema no sucedería, pero está sucediendo y cada vez con más fuerza, en este momento están dadas las mejores condiciones para que ese modelo logre subir al poder, mediante sus formas violentas y deslegitimación de la gobernanza actual. Estaremos atentos a todo el desenlace, espero que no suceda, pero desde ya, es bueno pensar en la protección de un país donde la propiedad privada sea sagrada, e instalarnos de manera legal en estas jurisdicciones.
He tenido la oportunidad de trabajar en varios países latinoamericanos, como Ecuador en momentos que Rafael Correa era su presidente, donde tuve que ver a los empresarios atemorizados por la propuesta que cursó en su congreso de gravar las herencias al 70%, que por poco pasa. También he tenido el privilegio de trabajar en México durante el periodo de López Obrador, al inicio los empresarios no tenían preocupaciones sobre la fortaleza de las instituciones de su país y verlos hoy preocupados, porque ya es evidente que el presidente se quiere perpetuar en el poder… Mi mayor experiencia es haber trabajado por seis años con empresarios atrapados en Venezuela bajo el escrutinio de Nicolás Maduro donde se vive realmente una vorágine aplastante.
Como conclusión, Colombia siempre ha tenido como recurso la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, donde afortunadamente ha salido al final alguien que protege la propiedad privada. No obstante, es la primera vez en la historia que dos personas de izquierda están al frente de las encuestas, y los demás están siendo barridos. No tenemos ninguna opción fuerte y relevante, supongo que al final saldrá alguno como el Señor Iván Duque, alguien por quien nadie apostaba. Por lo pronto, en estos meses antes de la próxima elección, ¡Blinden su propiedad privada!, por si acaso.
Ph.D. – CEO Legacy and Management Consulting Group