Por :Carlos A. Dumois.
La revista Harvard Business Review se ha convertido en una fuente de artículos interesantes para Empresas Familiares. Ahora se pueden encontrar temas bien manejados por expertos en la materia en esta publicación. En el primer número de 2021 he leído un artículo titulado “Construyendo una Empresas Familiar que Perdure”, escrito por Josh Baron (de Columbia Business School) y por Rob Lachenauer, socios ambos de Banyan Global Busines Advisors.
Ellos proponen varias asuntos estratégicos donde los empresarios tienen que poner énfasis para lograr la permanencia de sus negocios. El primero de ellos se centra en el diseño de la fórmula de propiedad. En otros artículos comentaré los otros tópicos.
Pocos empresarios piensan en la ingeniería patrimonial antes de enfrentarse con las disyuntivas de asociarse, vender el negocio o heredarlo. Pensamos en empresas familiares y caemos en la simpleza de clasificarlas a todas como iguales, pero es claro que existen cuatro diferentes fórmulas de propiedad en estas organizaciones.
Propietario solitario. Aquí un solo miembro de la familia posee todas las acciones y responde por toda la compañía. Así comienzan un gran número de empresas en el mundo, y así prosperan hasta que algunas llegan a dimensiones en las que se cuestionan si así pueden continuar. Algunos eligen a uno de sus hijos a quien le heredan el negocio y le enseñan a manejarlo. Esto simplifica muchas cosas y es por ello que al menos al pasar del fundador a la siguiente generación este formato suele trabajar bien.
Sin embargo, este modelo es muy riesgoso a la larga, pues la vida de la empresa gira en torno a un empresario solar que toma todas las decisiones y no se complementa con otros socios. Si él falta o enferma, hasta ahí llegó el negocio. El evento de la sucesión, que ya de por sí es complicado, en este esquema es como una moneda al aire. Si hay un hijo capaz, la empresa perdurará, tal vez hasta el siguiente.
Sociedad. En este modelo la propiedad está restringida a los miembros de la familia que trabajan en el negocio. Esto enriquece las decisiones y requiere de reglas de interrelación entre socios. El desafío en estas fórmula se centra en los conflictos respecto a la participación en la sociedad. A veces los padres influyen en tratar a todos por igual aunque algunos no participen en la gestión. El manejo de conflictos es un habilidad crucial que han de aprender los socios activos.
Propiedad distribuida. En este formato todos los miembros de la familia se convierten en accionistas y pueden participar en la toma de decisiones. Esto conlleva la necesidad de institucionalizar la organización, que es todo un proceso. El reto gira siempre en torno a la alineación de querencias de los socios. Todos ellos tienen que hacer un esfuerzo por aprender a dialogar y a trabajar en equipo con sus familiares. Si hay una reglamentación de salida con un método de adquisición de aciones justo y viable, se evitan muchos problemas.
Propiedad concentrada. Este esquema es parecido al anterior, pero aquí un pequeño equipo controla la mayoría accionaria y ejerce el rol de dueño. Esto descomplica la toma de decisiones. La prueba dura se presenta en cada cambio generacional, durante el cual se recompone el capital y el equipo de liderazgo. Aquí también la familia tiene que evolucionar culturalmente y ser parte del proceso de institucionalización.
Cualquiera de las fórmulas descritas puede funcionar, pero cada líder debe diseñar el sistema de propiedad que dejará a los sucesores, y actuar en consecuencia. No es sano dejarse llevar por la inercia, es crucial dialogar y explorar las opciones antes de tomar una decisión. La casa de vinos Antinori lleva 25 generaciones con la fórmula de propietario único, siempre un hijo varón elegido por el anterior. Piero Antinori solo tuvo 3 hijas y modificó el esquema para crear una sociedad entre las tres. Ahora toca a ellas aprender a compartir la Dueñez con eficacia y armonía.
Y usted, ¿cuál fórmula de propiedad está preparando para la siguiente generación?
Presidente y Consultor de CEDEM.
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