Por: Rose Ouahba
Responsable del equipo de renta fija de Carmignac
Si bien 2016 fue un año complicado para los mercados de renta fija ante la amenaza de subidas en los tipos de interés, está claro que este año la deuda pública del núcleo europeo no refleja la solidez de los fundamentales de las economías del Viejo Continente. Fijémonos en las elecciones presidenciales francesas el pasado mayo, que los mercados aguardaban con nerviosismo tras la reciente oleada de populismo. Nosotros estábamos seguros de que los partidos extremistas no se considerarían el camino correcto para abordar los múltiples desafíos sociales y económicos de Francia. No obstante, los mercados adoptaron una postura prudente y los rendimientos de la deuda pública alemana a diez años se situaron en el 0,16 %.
La otra gran temática de este año ha sido la inflación. El mantra «no más inflación» ganó fuelle y volvimos a asistir a unos rendimientos en niveles deprimidos. Con unos datos económicos que siguen mostrando solidez en Europa, las pruebas para cuestionar este contexto de rendimientos históricamente bajos son irrefutables. En la última reunión del BCE en Portugal, las cosas cambiaron. Los inversores se volvieron menos complacientes, dado que era evidente que el BCE tenía que unirse al camino de la Fed en la normalización de la política monetaria.
Entonces, ¿cómo deberían actuar los inversores? En primer lugar, es importante proteger las carteras ante cualquier subida de los tipos en Europa. Esto afectará a toda la clase de activos en su conjunto, especialmente a aquellos segmentos del mercado que han atraído «dinero de paso» en busca de rendimiento. Junto con el endurecimiento de las normativas para los bancos y de las clases de activos que estos pueden mantener, el riesgo de liquidez se está disparando. Por tanto, optaríamos por recoger beneficios en los mercados de deuda corporativa de alto rendimiento de Estados Unidos y Europa, dado que creemos que los diferenciales están demasiado ajustados y ya no merece la pena correr el riesgo.
¡Basta de salidas!
Grexit, brexit, frexit… parece que la voluntad política ha regresado a Europa. Nos mostramos optimistas sobre el interés renovado por las reformas, que darán un necesario impulso al proyecto europeo, y, por este motivo, también sobre la deuda pública fuera del núcleo europeo. La primera fase de convergencia desde mediados de la década de 1990 hasta el 2000 fue muy potente. En 2010, observamos una segunda fase y la crisis de la deuda engulló a países como Grecia, España y Portugal en lo que constituyó una verdadera prueba del liderazgo europeo. Esta tercera fase podría ser la definitiva, lo que podría dar lugar a una sólida etapa de convergencia. Por tanto, los inversores deberían iniciar posiciones largas en la deuda italiana, portuguesa y griega y, en concreto, nos gustan los bonos públicos italianos con vencimiento en 2027, que arrojan un rendimiento del 2,2 %. Estos bonos ofrecen un carry interesante, dado que la curva está muy inclinada para esta clase de activos. Asimismo, nos gustan los bonos públicos griegos con vencimiento en 2019, con un rendimiento del 4,75 %. Estos títulos podrían tener más recorrido si se incluyen en el programa de compra activos del BCE, lo que haría descender su rendimiento.
En cuanto al resto de regiones, sigue existiendo valor en el universo de la deuda emergente, que se ve apuntalado por la estabilización macroeconómica de China, el repunte en los precios de las materias primas, la mejora de las balanzas por cuenta corriente y unos rendimientos más elevados que en los países desarrollados. Priorizamos los países vinculados a las materias primas, como Brasil (BRASIL 10,00% 01/01/2025) y México (MÉXICO 8,00% 07/11/2047). Tomemos Brasil como ejemplo. Su balanza por cuenta corriente ha mejorado de forma notable y las reformas presupuestarias estructurales han sido favorables para sus finanzas públicas.