Por: Melanie Amaya *
Un líder es alguien capaz de materializar aquello que se propone y movilizar a otros hacia el alcance de metas.
Para que el líder pueda producir los resultados que desea, y ayudar a otros a cumplir con sus objetivos, muchas veces necesita aprender cosas nuevas y arriesgarse a actuar diferente.
Desarrollar nuestro potencial solo es posible cuando salimos de nuestra zona de confort. Por lo tanto, un buen líder necesita, una y otra, vez salir de su zona conocida hacia la zona de aprendizaje y a través del ejemplo ayudar a sus colaboradores a hacer lo mismo.
¿Cómo salir de la zona conocida?
- Encontrar motivación:
Es normal que al salir de la zona conocida, sintamos miedo, ansiedad e inseguridad. Que debamos enfrentarnos con nuevos desafíos y darnos cuenta que necesitamos hacer algo que nunca antes hemos hecho. Para que todas estas emociones no nos lleven a sabotearnos y rendirnos, es útil encontrar motivación que nos impulse a seguir adelante.
Una de las formas más poderosas de encontrar motivación es tener presente aquello que es importante para nosotros. Podemos hacernos preguntas que nos lleven a conectarnos con nuestra intención; tener presente porque para nosotros es importante alcanzar la meta, y visualizar los beneficios que obtendremos al llegar hasta donde queremos. Podemos preguntarnos: ¿por qué es importante para mí alcanzar esta meta?, ¿cómo se beneficiará mi vida, trabajo y entorno si la alcanzo?
- Fortalecer la confianza:
Entre más confiemos en nosotros mismos y en la vida, más fácil será arriesgarnos y salir de la zona de confort. Un líder necesita creer en su capacidad para lograr lo que se propone. Para esto es fundamental cultivar una mentalidad que lo empodere. Nutrir creencias sobre sí mismo y la vida que lo ayuden a sentirse seguro y arriesgarse.
Ser conscientes de nuestras fortalezas, dones y logros nos ayuda a reconocer nuestra capacidad. Reconocer y apreciar la abundancia en nuestra vida y la vida de otros, nos recuerda que la vida nos provee de aquello que necesitamos y que existen posibilidades infinitas para lograr aquello que deseamos.
- Pensar en el largo plazo:
Muchas veces para llegar hasta donde queremos, necesitamos hacer sacrificios en el corto plazo. Por eso es importante tener muy clara cuál es la meta, priorizar, enfocar nuestras acciones y basar nuestras decisiones en ese objetivo que deseamos cumplir.
Al recordarnos a nosotros mismos como los sacrificios a corto plazo, nos traerán mayores beneficios en el largo plazo, es más fácil salir de la zona conocida y aceptar la incomodidad que puede surgir en la zona de aprendizaje.
- Celebrar los avances:
Celebrar nuestros logros, es una forma de incrementar nuestra confianza y mantenernos motivados en el camino hacia la meta. Cada vez que subimos un escalón y reconocemos que si es posible avanzar, nos empoderamos y recargamos de energía para seguir adelante.
Por eso es importante que al fijarnos objetivos, también definamos qué nos va a indicar que estamos avanzando, que resultados previos vamos a obtener, o qué actividades vamos a completar mientras recorremos el camino hacia la meta.
- Diseñar planes de acción por etapas:
Cuando las personas se fijan grandes objetivos, muchas veces lo que las lleva a procrastinar su salida de la zona conocida, es el no saber cómo llegar hasta allá. La realidad es que no necesitamos conocer todos los pasos que daremos hasta la meta. Podemos dividir nuestra meta en objetivos más pequeños y comenzar definiendo cuáles serán los primeros pasos.
Estos objetivos son como lugares por los que debemos pasar hasta llegar al destino final, etapas a recorrer. Podemos definir un plan con acciones concretas y plazos de tiempo específicos, estableciendo qué vamos a hacer para llegar a la primera parada. Una vez cumplimos con ese primer objetivo, celebramos estar más cerca de la meta final y definimos un plan de acción para la siguiente etapa.
* Cofundadora y CEO de Amayaco. Coach ejecutiva y consultora en liderazgo.