Daniel Pardo- BBC News Mundo
Aunque las manifestaciones iniciaron por el rechazo a las reformas pensional y laboral del gobierno de Iván Duque, las demandas ahora incluyen, entre muchas cosas, revisar Tratados de Libre Comercio, renuncia del presidente o disolución del Escuadrón Móvil Antidisturbios.
Duque creó diferentes esquemas de diálogo con las organizaciones sociales para buscar consensos sobre los problemas y sus soluciones, pero los primeros encuentros ya han mostrado roces entre las partes. Y nuevas protestas están convocadas para los próximos días.
La violencia política ha dejado más de 500 detenidos y cuatro muertos, entre ellos un joven estudiante, Dilan Cruz, que fue gravemente herido por un agente del Esmad.
El economista británico James Robinson, profesor de la Universidad de Chicago, es uno de los expertos en Colombia más reconocidos del mundo, entre otras por su famoso libro «Por qué fracasan las naciones», que argumenta que la prosperidad de un país depende de la inclusión social, política y económica.
Y la exclusión en Colombia, en efecto, generó guerrillas, narcotráfico y pobreza, según Robinson, doctor en política y economía comparadas que hace 25 años viaja todos los veranos a dar clases en la Universidad de los Andes de Bogotá.
BBC Mundo le preguntó cómo interpreta lo que está pasando.
¿Qué está pasando en Colombia?
Creo que en parte tiene que ver con la difusión de lo que está pasando en el resto de la región, donde estamos viendo que hay un gran descontento contra diferentes cosas, pero descontento al final.
Es un poco como en la Primavera Árabe, que cuando un pueblo se levantó y el otro vio que podía ser exitoso, hubo un efecto contagio.
No está claro quién organiza o qué buscan las protestas en Colombia, pero sí se ve una convicción de que el gobierno puede dar concesiones como hizo en Chile.
La violencia en las protestas en Colombia no me sorprende.
Al fin y al cabo, este es un país donde el ejército mató a 5.000 personas solo para que les dieran aumentos de sueldos en el escándalo de los «falsos positivos» [asesinatos de civiles reportados como bajas guerrilleras].
Entonces quizá lo sorprendente es que solo hayan muerto cuatro personas.
Definitivamente. A mí también me sorprende.
¿Cree que las protestas tengan algo que ver con el proceso de paz?
Ayer estaba viendo entrevistas con los jóvenes que protestan y me llamó la atención que todos hacían esa conexión, porque antes cuando protestabas eras inmediatamente acusado de ser guerrillero.
No puede ser una coincidencia que apenas ocurre el proceso de paz tienes la emergencia, por primera vez en 60 años, de un político de izquierda como Gustavo Petro [excandidato presidencial que llegó a segunda vuelta].
Entonces sí creo que el proceso de paz creó el espacio para otro tipo de política.
Si miras las elecciones regionales de hace un mes, donde en todo el país ganaron candidatos fuera de los esquemas tradicionales, también ves que algo interesante está pasando.
¿Entonces cree que las cosas están cambiando?
Bueno, no sé si hasta ese punto [risas]. Yo he sido muy escéptico.
Tienes en el poder a un gobierno que no está interesado en que nada cambie ni que se apliquen las partes importantes del acuerdo de paz, sobre todo el componente rural.
Además en el ámbito local la política sigue siendo, en general, terriblemente clientelista.
Pero al tiempo sí se están dando cosas que no habíamos visto antes, entonces no sé, no sé si tengo una respuesta a eso.
¿Cuál es el principal problema de Colombia?
Es la manera como funciona la política y como funciona el Estado, que nunca ha gobernado a una mitad del país y ha creado un país de periferia que está por fuera del sistema.
El Estado está cooptado por las élites, muy lejos de la sociedad, y la sociedad está fragmentada y se integra al Estado de una manera muy clientelista, lo cual hace que sea muy difícil cambiar las cosas, porque está muy arraigado y ha sido así desde la Colonia.
Colombia está gobernado por gente que está cómoda con ese sistema clientelar que probablemente no concibe otra manera de gobernar.
Incluso gente como Juan Manuel Santos [promotor del proceso de paz], que nunca entendió que esa forma de hacer política era perjudicial.
Es increíble que en su gobierno tenías en un ala a Sergio Jaramillo [negociador de paz] tratando de firmar la paz con los marxistas y en la otra ala a Santos repartiendo mermelada [puestos, dinero] en el Congreso para que le aprobaran sus proyectos, sin entender cómo ambas cosas [la guerra y el clientelismo] estaban conectados.
¿Esa forma de política fue lo que creó a las guerrillas?
Creó el espacio para que surgieran.
No es que la élite colombiana quisiera que el país se convirtiera en la capital mundial del secuestro y el tráfico de drogas. Pero es que no podían controlarlo. No podían controlar a los narcos comprando miles de hectáreas y volando a Estados Unidos. Porque no gobernaban esa parte del país.
Y eso tuvo consecuencias involuntarias, como que la élite en Colombia viva como si estuviera en el primer mundo estando en un país predominantemente pobre y que Colombia sea uno de los países más desiguales del mundo.
¿Entonces cree que esa forma de hacer política, que genera la desigualdad y el conflicto, cambió con el proceso de paz?
No. Ni siquiera creo que Petro tenga una concepción diferente de la política. Tú lees el libro «El dossier del poder» de [portal] La Silla Vacía y te das cuenta que demográficamente la política no ha cambiado: son los mismos con las mismas.
¿Pero incluso una figura como Petro, que viene de Montería y se enfrenta a las élites?
Lo que pasa es que los liderazgos que se generan fuera del sistema político suelen ser cooptados por las prácticas tradiciones y terminan siendo funcionales a ese sistema.
Entonces no es optimista ante lo que está pasando en Colombia.
Pues hace un mes no habría sido optimista, pero ves la elección de Claudia López [como alcaldesa] en Bogotá y piensas que algo puede ser distinto, porque ni ella ni [el excandidato presidencial] Sergio Fajardo tienen esas prácticas políticas y él casi llega a la segunda vuelta.
Pero entonces sí hay formas de cambiar el sistema.
Es que ese sistema tradicional, irónicamente, siempre ha permitido cierto nivel de movilidad social o política. Tienes políticos del interior del país que empezaron muy de abajo y se hicieron el camino para llegar al alto poder.
Lo que ha pasado tradicionalmente con esos casos es que las élites cooptan a esos personajes diferentes, que se terminan adaptando al sistema.
La élite intentó durante muchos años absorber a Pablo Escobar y adaptarlo a sus lógicas y llegó a ser suplente de un senador. Y ese es el modelo.
Pero esa movilidad, al tiempo, puede generar espacios para cambios en la cultura política.
¿Cree que el gobierno de Duque pueda detener las protestas o que las protestas puedan generar cambios?
Lo que pasa es que en Colombia es difícil pensar que la gente logre consensos sobre las cosas. Si tú vas a Chile, por ejemplo, y ves el Museo de la Memoria, ves que la gente y el Estado más o menos coinciden en la narrativa histórica.
Pero en Colombia ni siquiera se han puesto de acuerdo en qué tipo de museo sobre la paz pueden tener. Porque Colombia es un país particularmente fragmentado en todos los términos.
Entonces no ve salida de la situación actual.
Es que no creo que Colombia logre llegar a un consenso sobre cuál es su problema de fondo.
Normalmente lo que hacen ante situaciones como ésta es que compran a la gente que protesta sin atender el problema. Identifican a las facciones y hacen concesiones estratégicas a cada uno y luego la tensión disminuye.
Y supongo que eso es lo que intentará hacer el gobierno.