Por Cristina J. Orgaz
La cachaça brasileña o los vinos argentinos podrán entrar en los supermercados europeos por la puerta grande.
Eso, gracias al histórico tratado comercial firmado la semana pasada entre la Unión Europea y Mercosur, tras 20 años de negociaciones.
El acuerdo, que afectará a 770 millones de consumidores, viene a liberalizar un mercado multimillonario y hasta la actualidad caracterizado por altos aranceles.
La Comisión Europea calcula las exportaciones del bloque al Mercosur en 2018 en US$50.800 millones, mientras las importaciones desde los cuatro países sudamericanos fueron de US$48.100 millones.
La firma, que todavía tiene que ser ratificada por los países miembros, busca hacer más baratos los productos importados e impulsar las relaciones entre empresas. Y muchos esperan que también estimule el empleo.
En una primera valoración, los expertos coinciden en que los sectores más beneficiados serán el de la automoción en el bloque europeo y la agricultura en la parte sudamericana, con la soja brasileña y la carne argentina a la cabeza.
En cuanto a reducción de aranceles, podría ser el más lucrativo de los que ha firmado la UE, con una reducción de US$4.550 millones, cuatro veces más que el suscrito con Japón.
No en vano, Mercosur se compromete a eliminar los aranceles del 35% que hasta la fecha imponía a los autos europeos y los de hasta el 18% a las piezas de automoción.
Por su parte, Europa modifica los aranceles a más del 99% de los productos agrícolas procedentes de los países firmantes: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Se eliminan los impuestos de importación al 81,7% de los productos agrícolas de Mercosur, mientras que ofrece cuotas o preferencias para el 17,7% restante.
Algunos impuestos se retirarán directamente y en algunos casos se suprimirán de forma gradual en un periodo de adaptación que va de 5 a 10 años.
Un mercado seguro en un momento incierto
En plena guerra comercial entre China y Estados Unidos, la firma de este tratado contrasta con la ola proteccionista que prima en las relaciones comerciales globales desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, en enero de 2017.
«Si los productos que China antes enviaba a Estados Unidos ahora no llegan por culpa de los aranceles, va a haber un excedente de productos a nivel global. Así que en un contexto de guerra comercial, también es importante tener un mercado seguro al que poder exportar«, explica Eva Bamio, economista experta en comercio exterior y relaciones internacionales de la consultora argentina ABECEB.
«Este acuerdo supone un avance porque fueron más de 20 años de discusiones. En los dos bloques económicos había reticencias, pero lo que implica este acuerdo es que ambos han tenido que ceder un poco para poder llegar a un punto de encuentro», dice.
Para el profesor Robert Haywood Scott III, de la Universidad de Monmouth en Nueva Jersey, las razones de que el tratado se haya firmado ahora, después de 20 años negociando, es el liderazgo, dentro de Mercosur, de Argentina y Brasil.
Problemas económicos
«Ambos países atraviesan graves problemas económicos y ambos están probando formas de estabilizar sus economías, especialmente Argentina, que se enfrenta a elecciones presidenciales este año», explica.
Del lado europeo, las quejas han llegado del sector agrícola.
Sobre todo de los ganaderos y del sector agropecuario en Francia y en Irlanda.
«Pero hay que recordar que los productos agrícolas más sensibles que exporta Sudamérica tienen asignadas cuotas», dice Bamio.
En el lado del Mercosur la inquietud más patente es la de los sectores industriales porque «el nivel de competitividad y de escala de un bloque y otro está desequilibrado».
Si la industria automotriz, que en Brasil y en Argentina está fuertemente protegida, no aprovecha la ventana de tiempo que le ofrece el acuerdo para volverse más competitiva, Bamio cree que se encontrará con muchas dificultades.
Champagne o whisky escocés
En el campo de los alimentos, los consumidores bajo el acuerdo van a tener mucho más dónde elegir.
Mercosur eliminará progresivamente los aranceles del 27% al vino, el 20% al chocolate o de hasta el 35% que soporta ahora el whisky y otras bebidas alcohólicas con origen europeo.
También los lácteos (especialmente los quesos) entrarán al Mercosur sin arancel.
Hoy pagan el 28% al cruzar la frontera, pero los países han exigido que la entrada se realice bajo un sistema de cuotas.
Lo mismo que ocurrirá, por ejemplo, con la carne argentina que llegue a Europa.
Pero si hay algo que llama la atención es que a uno y otro lado del Atlántico, las denominaciones geográficas de productos regionales pasan a estar muy protegidas.
Argentina, Brasil, Paraguay o Uruguay no podrán usar en su etiqueta nombres como «vino Rioja» o «queso manchego» propias de regiones de España.
Tampoco «jamón de Parma», que es de Italia, «champagne» francés o el «Porto» portugués.
Los apreciados whiskies escoceses o irlandeses también forman parte de una lista de 357 productos tradicionales del viejo continente.
Europa a la vez tendrá que respetar y proteger denominaciones geográficas de Mercosur como los «vinos de Mendoza» o la «cachaça» brasileña.
Sector farmacéutico
Otro sector de Mercosur que va a notar la presión de la competitividad es el farmacéutico.
Se eliminarán los aranceles que gravan los productos importados con un 14%.
Los consumidores se beneficiarán y tendrán acceso a una gama más amplia de medicamentos, pero los productores de la región van a tener más competencia.
«Porque por más que uno quiera, Argentina es un país emergente y no va a poder alcanzar el gasto en Investigación y Desarrollo de la industria farmacéutica francesa o alemana«, afirma la experta de la consultora argentina ABECEB.
El texto contiene además compromisos específicos sobre los derechos laborales y la protección ambiental, incluida la implementación del acuerdo sobre el clima de París.