El impulso a los microempresarios y a las familias, que constituyen cerca del 98 por ciento del universo empresarial del país, es una realidad creciente y palpable en Colombia. El microcrédito se ha convertido en un importante instrumento para reducir la falta de competitividad del sector productivo nacional.
De acuerdo con Ana Fernanda Maiguashca, Codirectora de la Junta Directiva del Banco de la República, en los últimos 60 años el país no ha logrado avanzar de forma considerable en términos de productividad. Por eso las microfinanzas y los créditos a las micro, pequeñas y medianas empresas, pueden ayudar a revertir esa tendencia, considerando que los servicios financieros contribuyen a fortalecer el capital humano del país, lo que es clave a la hora de promover la productividad.
Además, las microfinanzas han contribuido de forma importante al crecimiento de la clase media colombiana. Esto se evidencia “en el cambio social derivado de la caída de la pobreza, que pasó de 49,7%, en 2002, a 27% en 2017, y del aumento sostenido de la clase media, que ha pasado de 16,3% a 31% en el mismo periodo”, dice María Clara Hoyos, presidenta de Asomicrofinanzas.
Una de las mayores preocupaciones en el tema de créditos es el techo a las tasas de interés, lo cual impactaría la economía. Por ejemplo, en 2018 se desembolsaron en la modalidad de microcréditos 9.8 billones de pesos a 3.148.880 proyectos de microempresarios. El 83% de esas iniciativas estaban en cabeza de personas que pertenecen a estratos 2 y 3, ese sector de la población sería el más perjudicado si se decide poner un techo a las tasa de interés que cobran las entidades financieras formalizadas.
El techo a las tasas puede desincentivar la entrega de créditos a las mipymes, que hoy día generan 6 de cada 10 empleos en el país. Esto impactaría negativamente el conjunto de la economía, en especial porque el microcrédito viene creciendo en proyectos liderados por mujeres (que constituyen el 56 por ciento de los créditos otorgados) y en proyectos agropecuarios, que se desarrollan en zonas apartadas del país donde llegan las 38 entidades asociadas a Asomicrofinanzas, mediante fórmulas que con frecuencia se apartan del modelo de banca tradicional.