Julio Jairo Ceballos, rector de la Pontificia Bolivariana, prevé un aumento de la demanda de postgrados virtuales porque ya se demostró que una universidad con buena estructura los puede ofrecer de alta calidad.
Pero la paradoja es que a la vez que se van a preferir los posgrados virtuales, habrá una mayor valoración de estar en los campus presenciales. Los estudiantes serán más exigentes a la hora de desplazarse hasta el campus pues no encuentran un valor agregado en la presencialidad, siempre van a pensar que están perdiendo el tiempo si perciben que una clase la pudieron recibir por videollamada desde la casa.
Las experiencias vivenciales deben ser más valiosas y diferenciales, asegura.
También habrá un auge de realidad virtual, realidad aumentada, realidad combinada, laboratorios y simuladores.
Se masificarán las clase en video pues los profesores descubrieron que pueden facilitar el aprendizaje grabando lecciones en video.
Para Rolando Roncancio, rector de La Sabana, 2021 se perfila con dos grandes propósitos: el empeño por volver a las aulas capitalizando los aprendizaje del año anterior, y un enfoque hacia la flexibilidad con alta calidad. El principal giro en medio de esta revolución 4.0, es articular la idea de Universidad de Tercera Generación sin olvidar el papel protagónico de las humanidades.
Todos ven un mundo diverso de universidades híbridas que combinen la virtualidad con la presencialidad y que los estudiantes elijan el modelo que más se ajuste a su necesidades y a su personalidad.
Martha Castellanos, vicerrectora del Área Andina, considera que la universidad del futuro operará desde un modelo blended o híbrido, es decir, que aprovechará al máximo las tecnologías para clases con alto contenido conceptual y teórico con dinámicas atractivas, mientras que fortalecerá la intención pedagógica en los espacios físicos para que se aprovechen al máximo desde el saber hacer.
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