Por Álvaro José Cifuentes
Leyendo recientemente el primero de los tres tomos de la Obra Selecta de Jorge Yarce, descubrí que él fue uno de los pioneros del concepto “Gerencia Educativa” en Colombia por el año 1970 y que, desde ese momento, inició su uso frecuente en el país, motivando cursos, escritos, foros y toda una reflexión en torno a la profesionalización de la dirección escolar y la visión de los colegios como auténticas organizaciones educativas con múltiples campos de acción. Hoy es más patente en la sociedad que ser un directivo docente exige un liderazgo integral que reúna las habilidades y valores para ser un exitoso gerente educativo. Naturalmente, este enfoque trasciende la otra deliberación acerca del ánimo de lucro, o no, en la educación; asunto muy interesante que merece un riguroso análisis, pero que no pretendo hacer en esta ocasión.
La emergencia sanitaria y la crisis social generada por el Covid-19 ha puesto en la mira de la opinión pública al sistema educativo. Se ha redescubierto la invaluable labor de la mayoría de maestros y, con total acierto, muchos medios de comunicación han destacado el papel de los docentes en esta coyuntura. Me identifico plenamente con ese reconocimiento a tantos profesores y profesoras que han hecho su máximo esfuerzo para intentar que no se detengan los aprendizajes y la formación humana de millones de niños colombianos en las etapas preescolar, básica y media. Unido a ello, quiero resaltar también el valioso rol que han jugado los Rectores en el avance de los procesos educativos de los menores de edad matriculados en las instituciones educativas del país.
En otra época se podía considerar al Rector como un ilustre intelectual que orientaba con su sabiduría a los educadores y trazaba el rumbo para una ordenada operatividad de los centros educativos. Esta figura ha tenido una acelerada evolución hacia esa noción de Gerente educativo que gobierna los variados frentes de una compleja y dinámica empresa escolar. Como diría Yarce “la tarea de un buen director —empresario— eficiente va más allá de las buenas ideas pedagógicas y de la consecución de medios y ayudas educativas modernas”. Precisamente, los retos que para el sector educativo ha representado el coronavirus han evidenciado las elevadas destrezas de Rectoras y Rectores a lo largo del mundo, que han avanzado firmes –en medio de un panorama repleto de incertidumbre– garantizando el mejor servicio educativo posible, gestionando la sostenibilidad de los colegios, cumpliendo las indicaciones de las autoridades y alimentando una comunicación fluida con sus familias, equipo docente, colaboradores y aliados. Seguramente, en algunos casos particulares, la pandemia también hizo relucir la falta de ciertas competencias directivas.
La Gerencia Educativa actual implica una cualificación singular del Rector, pues a la par de una idoneidad intelectual y ética, requiere unas capacidades que le permitan potenciar el talento humano de sus maestros y colaboradores, dinamizar los numerosos procesos administrativos, articular una estrategia de relacionamiento con stakeholders, estimular la innovación continua de la pedagogía, asumir con agilidad la transformación digital y velar por la vivencia coherente del propio Proyecto Educativo Institucional para forjar las futuras generaciones de ciudadanos íntegros que espera nuestra sociedad.
PhD. Rector Colegio Aspaen Alcázares
@ChecheCifuentes