Por Mariano Sardáns *
Hablar de una cartera de inversiones es hablar de las necesidades específicas de una persona, una familia, una empresa. No hay carteras comunes. Pero si hay criterios comunes para construirla. Estos son:
1. No existe una cartera ideal para todo el mundo, ni siquiera diez carteras posibles para todos los inversores. Por el contrario, cada inversor debe tener una cartera que se ajuste a sus particularidades y necesidades.
2. La experiencia me demuestra que el armado de una cartera puede llevar desde una sola reunión de una hora, hasta varias reuniones y definiciones que quizás podrían llevar meses.
3. Toda cartera debe incluir el componente de inmuebles, adicionalmente al de renta fija (bonos) y renta variable (acciones). Para aquellos inversores que tienen sus propias empresas o participaciones societarias, también esta parte del patrimonio y sus flujos debiese incorporarse en el análisis.
4. La mejor inversión del cliente es aquella que conoce, controla y maneja; o sea, su empresa, su comercio y/o su puesto de trabajo -justamente con lo que hace su dinero-. Por lo tanto, su cartera debiese estar estructurada de forma tal que le permita “dormir a la noche”, así al otro día puede hacer foco en su mejor inversión.
5. En referencia al punto anterior, el inversor debiese también saber que, aunque se trate de su mejor inversión, nunca debiese olvidarse del concepto de diversificación. Son muchos los empresarios que he conocido que de un día para el otro se dieron cuenta que sus ahorros habían quedado enterrados en la empresa. Por otro lado, y como los libros de economía nos enseñan, no hay nada más caro que el capital propio. Una vez que el dinero propio se coloca en la empresa, hace falta pasar por el impuesto a las ganancias de la empresa para volver a recuperarlo. Por el contrario, el costo del dinero prestado es deducible de este impuesto.
6. Todo tipo de inversión tiene sus pros y contras. En otras palabras, cada elección implica resignar algo.
a. Las inversiones en acciones fluctúan de precio y aunque técnicamente es la inversión más rentable en el largo plazo, el inversor debiese estar dispuesto a soportar caídas temporarias de hasta el 50% de su valor. Estos son los momentos en los que hay que contar con estabilidad emocional ya que, a menos que haya otra alternativa en acciones más barata, jamás hay que salir/vender ya que sino dignificaría convalidar y realizar la pérdida. Inversores que no estén preparados para soportar estos momentos, jamás debiesen invertir en acciones.
b. Los bonos, aunque sus fluctuaciones son inferiores al de las acciones, requieren de una metodología de inversión y reinversión que debe seguir una estrategia y la disciplina de cumplirla. Al mismo tiempo se debe hacer foco en reducir y/o eliminar los costos y comisiones, que en este tipo de inversión llegan a erosionar hasta el 25% de la rentabilidad bruta. Lamentablemente, en la mayoría de los casos, los inversores son asesorados por profesionales que están en contraposición de sus intereses.
c. Los inmuebles por otro lado, a diferencia de lo que dice el mito popular, sí fluctúan de precio, tal cual lo hace un bono. Lamentablemente, en muchos países de América Latina no hay un registro público, como sí lo hay por ejemplo en los EEUU, que refleje las fluctuaciones que hay en los precios. Por otro lado, en los inmuebles se hace diferencia aprovechando los ciclos económicos, tal como se hace con las acciones. El secreto es salir/vender cuando las valuaciones están caras y entrar/comprar cuando técnicamente están baratas. El problema con los inmuebles es que las personas tienden a enamorarse de los mismos y pierden el momento del ciclo donde conviene venderlos. Adicionalmente, el costo transaccional es alto y los tiempos de venta son largos (nula liquidez), lo cual podría significar convalidar una pérdida para poder salir de la inversión.
7. La cartera debiese tener en cuenta los objetivos de flujo de fondos de cada cliente. De acuerdo a estos datos, es como se diseña y estructura una cartera de inversión. Obviamente, la vida nos demuestra que estos flujos son dinámicos y cambian de acuerdo a las circunstancias. En ciclos, pasamos de ahorrar a gastar parte de los ahorros en gastos proyectados y/o inesperados, para luego reacomodarnos y volver a ahorrar. Por eso es que la clave es mantener el foco puesto en los objetivos, pero siempre preparados para recalcular; de ahí la importancia de la liquidez de las inversiones.
8. En este mundo fiscalmente transparente, el gran secreto de cómo y dónde invertir está en analizar continuamente cómo reducir el impacto impositivo futuro. Los sistemas tributarios de todos los países contemplan variadas formas para evitar impuestos, reducirlos o directamente diferirlos en el tiempo. Una correcta planificación financiera e impositiva es lo que permitirá evitar el camino más gravoso desde el punto de vista tributario.
9. Asimismo, en un mundo en el que todo se sabe o pronto se sabrá y donde la industria del juicio se agiganta, comienza a ser vital el uso de vehículos legales que permitan lograr que los activos estén a resguardo y protegidos del ataque de terceros. Muchas personas se están replanteando la cotitularidad de sus activos al darse cuenta que, las acciones o problemas de sus hijos, padres o familiares pueden afectar a los bienes propios.
10. Por último, surge además otro tema que muchos ya empiezan a analizar y es el de la estrategia sucesoría. No cabe duda de que las circunstancias expresadas en el párrafo anterior producen un cambio en la estrategia que hasta ahora elige la mayoría de las personas cuando tiene su dinero en el extranjero. A partir de ahora, el uso de fideicomisos comienza a popularizarse ya que permiten, de una forma muy flexible, que lo propio continúe siendo “propio” hasta último momento, y a partir de ahí dejárselo a quien cada uno quiera, en los tiempos y formas que quiera.
CEO de FDI