Solo tres días después de firmarse un histórico acuerdo de paz en Washington entre la República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda, el presidente de la RDC, Félix Tshisekedi, aseguró este lunes que «junto a mi Gobierno, me he embarcado en una serie … de reformas económicas, jurídicas e institucionales destinadas a crear un verdadero Estado de derecho, erradicar la corrupción y crear un clima propicio a la inversión». «Esta recuperación de la confianza se traducirá próximamente en la firma de un acuerdo estratégico inédito con Estados Unidos en el sector de la minería», subrayó el mandatario congoleño.
Estados Unidos da así un paso firme en su afán por disputar a China el control de la riqueza minera congoleña. Se trata de una estrategia que el Gobierno de Donald Trump ya ha puesto en marcha en Ucrania ofreciendo apoyo militar y estabilidad a cambio de tierras raras.
La RDC posee importantes reservas de minerales críticos, incluyendo cobalto, cobre y litio, que son de gran interés para las grandes potencias internacionales. Si bien las exportaciones de estos minerales, junto con el oro, diamantes, manganeso y tántalo, son cruciales para la economía congoleña, su comercio también ha estado marcado por conflictos y exportaciones ilícitas que benefician a grupos armados -como el M23, promovido por Ruanda- en lugar de a la población local.
El Congo posee, por ejemplo, más del 80 % de las reservas mundiales de coltán, mineral con el que se fabrican baterías de coches eléctricos, teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores, etc.
«Este acuerdo marcará un paso decisivo para posicionar a RDC como un actor central en la transición energética global y en la economía verde emergente. Su objetivo será promover de manera soberana nuestros minerales estratégicos (…) al tiempo que se asegura un reparto más equitativo de los ingresos económicos en beneficio de las poblaciones congoleñas», ha explicado.
Tshisekedi ha asegurado que esta alianza «abre la vía a la transformación local, la creación de miles de empleos y un nuevo modelo económico asentado en la soberanía y el valor añadido nacional».
Julián Gómez-Cambronero, autor de @CongoActual, explica que «habrá que conocer los detalles de este nuevo acuerdo, pero parece ser el pago a EE.UU. por haber conseguido un acuerdo de paz que beneficia a EE.UU., Ruanda y Tshisekedi, no al Congo».
Acuerdo de paz
Por otro lado, Tshisekedi ha destacado en un discurso a la nación con motivo del 65º aniversario de la independencia del país que el acuerdo de paz firmado el 27 de junio, «es un paso decisivo para poner fin al conflicto», al tiempo que ha dado las gracias a Estados Unidos, a Qatar y a Naciones Unidas por su labor de mediación y su compromiso «en favor de la paz».
También ha recalcado que el acuerdo «es una promesa de paz para las poblaciones de Goma, Bukavu, Rutshuru, Masisi, Nyragongo, Lubero, Ituri y todas las localidades afectadas por la guerra», al tiempo que ha hecho hincapié en que Kinshasa busca «restablecer totalmente la autoridad del Estado en todo el territorio nacional y actuar para instaurar una paz real, duradera y compartida en toda la subregión».
«Las expectativas de nuestro pueblo son inmensas, sobre todo de aquellos del este del país que han sufrido durante tanto tiempo. Por ello, abordamos esta fase final del proceso con determinación, respetando nuestra soberanía y las legítimas aspiraciones de nuestro pueblo», ha explicado Tshisekedi, quien ha incidido en que esto pasa por llevar a buen puerto «la desmovilización» y «la reinserción condicional y caso por caso de los excombatientes».
«Estos avances diplomáticos forman parte de una dinámica más amplia de reconquista y afirmación de nuestra soberanía, de redespliegue de nuestra influencia y de reconstrucción de la confianza internacional en RDC», ha argumentado, al tiempo que ha reseñado que el acuerdo firmado en Washington «abre la puerta a unas perspectivas inéditas» y «augura una era de paz duradera, cooperación regional y prosperidad compartida».
Para Nicole Ndongala, activista y miembro de la Plataforma de Mujeres Congoleñas, «la mediación de Estados Unidos puede considerarse una oportunidad para impulsar avances en la estabilidad, pero también conlleva el riesgo de que los intereses de actores externos prevalezcan sobre las necesidades reales de la población. La clave será mantener un equilibrio en la participación internacional, asegurando que la prioridad sea el bienestar y la soberanía de los países afectados, y que cualquier beneficio económico vaya acompañado de justicia social y respeto por los derechos humanos».
Justicia
Tshisekedi ha insistido en que «seguiremos exigiendo que se haga justicia a las víctimas y que los responsables de las atrocidades respondan por sus actos», ha defendido, al tiempo que ha aplaudido la labor del Ejército, las fuerzas de seguridad y las milicias progubernamentales, antes de afirmar que «su resiliencia ha sido fuente de inspiración para toda la nación». «Su sufrimiento no ha sido en vano», subrayó.
«El pueblo congoleño aspira a un país de paz, justicia y dignidad. A un país donde queramos y podamos vivir en paz, trabajar con honor y ofrecer a cada niño congoleño la libertad de soñar en grande, sin miedo ni obstáculos», ha puntualizado el presidente de RDC, quien ha abogado por «superar las divisiones, rechazar el discurso de odio y las manipulaciones y hacer de la diversidad una fuerza, no una fractura».