Un golpe sobre el tablero que rebaraja todo el naipe es lo que generado la elección de la candidata comunista Jeannette Jara como la abandera de la coalición oficialista para las próximas elecciones presidenciales de noviembre, hecho inédito en la historia de Chile … .
La sorpresa no está dada por el hecho de que fuera la vencedora de las primarias ya que las encuestas lo adelantaron, sino en la evidente derrota que sufrieron tanto el Socialismo Democrático (SD) y el Frente Amplio (FA) en las urnas que, a juicio de muchos analistas, dan cuenta de el peor momento para esos dos movimientos sin proyecto y con fuga de votantes. Ambos han quedado extremadamente debilitados ya que la socialista Carolina Tohá consiguió menos del 29% de los votos y el frenteamplista Gonzalo Winter un 9% contra el 60% de Jara.
Y no solo la centroizquierda se ha visto sacudida. A menos de un día de conocidos los resultados de una primaria voluntaria muy poco convocante donde votó menos del 10% del padrón electoral, los partidos de derecha también comenzaron a mover sus fichas. El Partido Social Cristiano (PSC) de derecha radical bajó su candidatura presidencial, una que nunca marcó en las encuestas, y entregó su apoyo al republicano y expresidenciable José Antonio Kast.
Aunque los sondeos todavía no dan cuenta de este nuevo escenario, algunos analistas señalan que la figura de Jeannette Jara introduce un elemento de incertidumbre en las cuentas de la derecha radical y centroderecha, pues su personalidad carismática y su comunismo muy poco ortodoxo en el discurso la pueden convertir en un fenómeno en los sectores más jóvenes y menos politizados.
En el vacío que se observa en el centro político, donde la Democracia Cristiana y Demócratas no tienen abanderado, la figura del populista Franco Parisi que ya salió tercero en las presidenciales de 2021, puede encontrar un espacio para consolidarse.
Unidad de la izquierda
Jara, en sus primeras horas, ha delineado su camino. Aseguró no ser la candidata del Partido Comunista (PC) sino de la centroizquierda, dijo jugarse por una sola lista parlamentaria que reúna desde el SD hasta al PC y se comprometió a crear un programa de gobierno que los convoque a todos. Diversos dirigentes del SD, como el senador Ricardo Lagos Weber confirmaron que votaran por Jara en noviembre, pero resta saber qué pasará con las propuestas en el área económica y de seguridad, en donde ambos aliados tienen profundas diferencias. Mientras Jara postula un crecimiento económico basado en la demanda interna y el alza de los salarios, para el SD esa idea «kichnerista» está fracasada.
Aunque la candidata comunista ha salido al paso del ala más dura de su partido, adelantado que una nueva Constitución no está en las urgencias de la gente, ya ha ganado puntos con su idea de crear un «sueldo vital» de 750 mil pesos (unos 750 dólares) y reflotó la idea de eliminar a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), cosa que no logró en sus negociaciones para la reforma previsional aprobada en enero.
Nadie duda que el éxito de la exministra del Trabajo en esta misión viene precedido de sus logros en esa cartera. No sólo consiguió la aprobación de la ley sobre la jornada de 40 horas, sino que elevó el salario mínimo casi a $540.000 y sacó adelante la esperada reforma previsional, dando muestras de pragmatismo y una capacidad negociadora que incluso la enfrentó con buena parte de los parlamentarios del Frente Amplio (FA) y del PC.
El director del Centro de Políticas Públicas de la Universidad del Desarrollo, Gonzalo Müller, asegura a ABC que Jara tiene como fachada no ser ortodoxa, que en lo público le hará frente al ala más dura de su partido y que su elección ha despejado toda posibilidad de que surja una candidatura más a la izquierda. Agrega que no se debe subestimar a Jara por el mero hecho de ser comunista porque ella captará muy bien los votos despolitizados con una agenda popular, su carisma y flexibilidad. Lo mismo señala el director del Centro Democracia y Opinión Pública de la Universidad Central, Marco Moreno, quien asegura a este diario que Jara es una amenaza para los candidatos de derecha por sus atributos blandos.
En este escenario, Müller sostiene que los alicaídos SD y FA tienen claro que su supervivencia pasa por una lista parlamentaria única y que, aunque el PC lidera la coalición, algo que nunca había pasado en Chile, el socialismo y frenteamplismo tendrán presencia en un futuro gobierno porque el PC no tiene elenco suficiente para gobernar al igual como le pasó a Gabriel Boric al asumir el poder. Moreno añade que hay que esperar a noviembre para saber si el SD y el FA enfrentan una derrota electoral o de proyecto político. «Es muy pronto para decir que están en un ciclo terminal», precisa.
El error de politizar
En la otra vereda, Gonzalo Müller cree que la derecha quedó mareada con el resultado del domingo y que no es verdad que cualquier candidato del sector pueda derrotar a Jara. Agrega que lo peor que puede hacer la oposición es polarizar la contienda porque en el discurso la contracara del comunismo es la extremaderecha, la ultraderecha o el facismo. «El argumento anticomunista no prende porque este no significa nada para una parte importante de la población»; dice. El director del Centro Democracia de la UC cree que tanto Kast como Johannes Kaiser del Partido Libertarios van a buscar polarizar la elección entre comunismo y el resto del país, pero con diferentes tonos y estilos.
En este escenario Müller cree que la candidata de la coalición de centroderecha Chile Vamos, Evelyn Matthei, debe permanecer expectante porque de producirse la polarización ella puede captar el voto de centro. Marco Moreno aclara que Matthei deberá resolver si sigue el atajo «trumpista» de una derecha populista o apuesta por ser una oferta seria para el centro moderado.
Una militante atípica
Divorciada, simpática, meritocrática, Jeannette Jara (51) es la cara menos dogmática del Partido Comunista Chileno (PC), colectividad anclada en el pasado que sigue defendiendo regímenes como el de Cuba, Venezuela y Corea del Norte; se declara marxista leninista y habla de proletariado y lucha de clases. Ella, en cambio, considera regímenes autoritarios los de Maduro y Noriega y sostiene que en Cuba se violan los derechos humanos, cuestión que la contrapone a la dirigencia del PC.
Nacida en el seno de una familia de izquierda, con un padre mecánico, estudió administración pública en una universidad estatal y años después, cuando ya se había separado, se tituló de abogada.
Criada en una comuna popular de la capital chilena, Conchalí, en sus tiempos de estudiante universitaria, a fines de los 90, entró a la JJCC. y al salir al mundo laboral ingresó al servicio público, primero, en una municipalidad rural de la capital y luego como fiscalizadora de grandes contribuyentes del Servicio de Impuestos Internos donde se inició en el mundo sindical.
En el segundo gobierno de Michelle Bachelet, en 2014, un compañero de ruta y exconstituyente Marcos Barraza, la conquistó como jefa de su gabinete en la Subsecretaría de Previsión Social y siguiéndolo, años más tarde se incorporó al Ministerio de Desarrollo Social. En los albores del gobierno, en 2017, Bachelet la designó subsecretaria del Trabajo, pergaminos que Gabriel Boric consideró al momento de nominarla como ministra de dicha cartera en 2022.
El actual mandatario no dudó en sumarla a su gabinete político considerando la cercanía ideológica con la joven vocera comunista Camila Vallejo y ahí dio muestras de un estilo ejecutivo, riguroso y dialogante. Precisamente su perfil menos dogmático fue el que posibilitó que la reforma previsional fuera despachada, aunque ello le valió la molestia de su partido y del FA por no haber materializado la promesa de campaña de terminar con el sistema de AFP. En dupla con el ministro de Hacienda, el socialista Mario Marcel, consiguió que a partir de agosto de este año los empleadores comiencen a cotizar un 1% más del sueldo de cada trabajador, hasta llegar gradualmente a un 7% adicional.
Cercana, declarada gozadora, madre de un hijo, emparejada con un trabajador social, su historia personal le ha valido ser comparada con Michelle Bachelet no sólo por su parecido físico, sino por sus atributos personales de empatía y calidez que desplegó a sus anchas en los dos meses de campaña y que la llevaron al triunfo.