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NEGOCIOS

Los Gerentes de Impacto del 2024

TECNOLOGÍA

WhatsApp ya te resume los mensajes no leídos usando IA

27/06/2025 a las 11:31h.

WhatsApp sigue sumando funciones. La aplicación de mensajería propiedad de Meta ha anunciado la llegada de una nueva herramienta que permitirá a los usuarios realizar resúmenes de los mensajes pendientes que han recibido en una conversación, y todo gracias al uso de inteligencia artificial. Algo que, de acuerdo con la ‘app’, facilitará estar siempre al tanto de los mensajes pendientes de lectura sin necesidad de andar leyéndolos de uno en uno.
«Todos hemos pasado por eso: tener prisas entre reuniones, ponernos al día después de un vuelo sin wifi o simplemente tener demasiadas conversaciones. A veces, simplemente necesitas ponerte al día con tus mensajes rápidamente», afirma WhatsApp en un comunicado.

La novedad recibe el nombre de ‘Resúmenes de mensajes’ y funciona gracias a la propia tecnología de Meta AI. De acuerdo con la compañía, la tecnología que emplea la funcionalidad es completamente respetuosa con la privacidad del usuario, y remarca que ni la propia Meta ni WhatsApp ven los mensajes que se resumen.
El funcionamiento de la novedad es bastante simple. Cuando el usuario entre en una conversación en la que tiene mensajes por leer, se encontrará con la clásica opción en la que le aparecerá el número exacto de los que tiene pendientes. Ahora, si pulsa encima, WhatsApp, recurriendo a Meta AI, hará un resumen breve de todo lo que se ha perdido. Y desde ahí, podrá decidir si revisa alguno que le interese para poder responder.

Probamos la Razer Iskur V2 X, una silla 'gaming' que apuesta por lo esencial

Durante las últimas semanas hemos estado probando la Razer Iskur V2 X, una versión más accesible dentro del catálogo de sillas gaming de la marca californiana. Si la Iskur V2 es el modelo premium con todo el despliegue tecnológico, la V2 X es su … hermana pequeña, más contenida en precio y en funciones, pero sorprendentemente cómoda.
Nada más montarla, proceso que, por cierto, se hace en media hora sin complicaciones, lo primero que destaca es su aspecto sobrio para tratarse de una silla ‘gaming’. En nuestro caso, optamos por la versión en tela negra, un acabado que no solo disimula mejor el polvo que otros en piel sintética, sino que además respira mejor durante sesiones largas.

La estructura se siente robusta, gracias a su base metálica y los acolchados en el asiento y el respaldo. Aunque firmes, resultan cómodos tras varios días de uso intensivo. La espuma es de alta densidad y se nota que ha sido diseñada para aguantar. Aquí Razer no ha ahorrado.
A diferencia de la Iskur V2, que incorpora un sistema 6D de soporte lumbar adaptativo, la V2 X opta por una curvatura fija integrada en el respaldo. ¿Es peor? Depende. En nuestro caso, con 1,80 de estatura y unos 85 kilos, el soporte encaja de forma natural, sin necesidad de ajustes. Y lo cierto es que, tras varias sesiones maratonianas, la espalda no se resiente.
Eso sí, no todo el mundo tendrá la misma experiencia. Al tratarse de un sistema no ajustable, usuarios con una altura o fisonomía distinta podrían necesitar un cojín adicional si no se alinean bien con la curvatura del respaldo.
Otra diferencia frente al modelo superior son los reposabrazos, que aquí solo se ajustan en altura y rotación lateral. Aunque más limitados que los 4D, cumplen su función si no eres especialmente exigente.
En cambio, el reclinado de hasta 152 grados, con bloqueo en cualquier punto del recorrido, es ideal para estirarse un rato entre partidas o incluso echarse una siesta. El mecanismo es suave y no da sensación de fragilidad.
Una de las grandes ausencias de esta silla es el cojín para el cuello, que en el caso de la Iskur V2 viene incluido. Aquí hay que comprarlo aparte, lo cual empeora un poco la experiencia inicial, sobre todo si lo tuyo es recostarte mientras juegas. Sabiendo que otros modelos más baratos lo incluyen, se echa de menos.
Con un precio de unos 300 euros, la Razer Iskur V2 X no es la silla gaming más barata del mercado, pero sí una de las más equilibradas. Su punto fuerte está en lo básico, una buena base metálica, acolchado cómodo, respaldo amplio y una tela que transpira bien.

La red social X pierde el 36% de los usuarios que tenía en España

27/06/2025 a las 17:05h.

La red social propiedad de Elon Musk, X (antigua Twitter), se encuentra en pleno declive en España, ya que ha registrado una notable caída del 36 por ciento en su base de usuarios activos durante lo que llevamos de año, en comparación con 2024. A pesar de que los españoles la utilizan menos, la red social de ‘microblogging’ se mantiene en cuarto lugar dentro de las aplicaciones preferidas por los usuarios, solo por detrás de Facebook, Instagram y TikTok.
Así se desprende del último análisis presentado por la organización de medición oficial del consumo digital en España, GfK DAM, con motivo del Día Mundial de las Redes sociales, que se celebra cada 30 de junio, donde ha recogido los principales hábitos que mantienen los españoles en su uso de estas plataformas, registrados en el periodo de enero a abril de 2025.

En este sentido, la disminución del 36 por ciento en la base de usuarios activos de X registrada durante estos últimos meses, se precede de una disminución del 4 por ciento registrada en 2024, en comparación con los datos recogidos en 2023.
Por tanto, se trata de un declive en su consumo por parte de los españoles registrado por segundo año consecutivo y en incremento. Entre las razones que pueden estar impulsando esta decadencia, desde GfK DAM han apuntado en un comunicado cómo desde su adquisición por parte de Musk, en octubre de 2022, y su posterior cambio de marca, la plataforma ha sufrido múltiples procesos de modificación.

INTERNACIONAL

Un tribunal israelí acepta aplazar una semana la comparecencia de Netanyahu por motivos diplomáticos y de seguridad

29/06/2025 a las 17:51h.

El Tribunal del Distrito de Jerusalén ha anunciado la anulación de la comparecencia del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, prevista para esta semana en relación con el proceso penal abierto contra el mandatario y su aplazamiento durante una semana por motivos diplomáticos y de seguridad.
Netanyahu ha comparecido este domingo para solicitar este aplazamiento, que pedía de de dos semanas. Previamente dos solicitudes similares de su equipo legal habían sido rechazadas el pasado viernes, ha informado el diario ‘The Times of Israel’.

En la vista a puerta cerrada de este domingo también ha estado el jefe de la inteligencia militar, el general Tamir Hayman, y de los servicios secretos para el exterior, el Mossad, David Barnea, quienes han defendido la necesidad de aplazar las comparecencias.

Por otro lado, el presidente de EE.UU., Donald Trump, ha pedido parar este proceso judicial porque afecta a las iniciativas para poner fin a la guerra en Gaza y a la vuelta de los rehenes secuestrados, así como a la diplomacia con Irán.

Zelenski firma la salida de Ucrania del tratado contra las minas antipersona

29/06/2025

Actualizado a las 15:14h.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha firmado este domingo el decreto que abre la puerta a la salida de Ucrania de la Convención sobre la Prohibición de Minas Antipersona, un tratado ratificado por más de treinta países que prohíbe la adquisición, producción, almacenamiento y uso de este tipo de armamento de carácter indiscriminado.
Zelenski respalda así la medida del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, que aprobó la salida del tratado, según ha informado un portavoz del Servicio de Seguridad de Ucrania, el coronel Roman Kostenko, en redes sociales. Restaría todavía la aprobación definitiva de la salida del tratado, una decisión que corresponde al Parlamento unicameral ucraniano, la Verjovna Rada.

«Me acaban de informar que el Presidente de Ucrania ha firmado un decreto por el que entra en poniendo en vigor la decisión del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa de Ucrania de retirar nuestro Estado de la Convención de Ottawa, un tratado internacional que prohíbe el uso, acumulación y producción de minas antiinfantería», ha publicado.
«Este es un paso que la realidad de la guerra exigía desde hace mucho tiempo. Rusia no es parte de esta convención y aplica masivamente minas contra nuestros militares y civiles. No podemos permanecer atados cuando el enemigo no tiene limitaciones», ha argumentado.

Ser opositora en la República Islámica más agresiva contra las mujeres

Dicen que Irán es una «democracia porque se pueden celebrar manifestaciones», que la mujer «es libre» y que la «oposición puede expresarse libremente». Esto lo dicen las fuentes oficiales del régimen de la República Islámica de Irán. Lo que no cuentan es que durante … la guerra que ya se ha bautizado como ‘de los Doce Días’, el aparato represor iraní multiplicó su actividad, arrestando a cientos de personas. La acusación para detenerlas es colaborar con el «enemigo de Irán». Sin embargo, ya ha habido seis personas ejecutadas por el régimen sin un juicio, denuncian las organizaciones de derechos humanos iraníes como Iran Human Rights y Hengaw.

La persecución ha sido voraz, y después de varios años con cierto aperturismo, la maquinaria represiva está sacando todas sus armas. «Ser miembro de la oposición en Irán significa vivir bajo una amenaza constante. Si hablas, te arriesgas a que te detengan, te presionen o incluso algo peor. Aun así, muchos de nosotros nos negamos a callar porque el silencio significa aceptar la injusticia», dice Yalda, una mujer que vive a unos 30 kilómetros de Teherán. Yalda, junto a su grupo de amigas, lleva años luchando contra un régimen opresorcon las mujeres. En 2022 lideraron las manifestaciones que se cobraron la vida de miles de personas y donde más de 34.000 fueron encarcelados.No les importó entonces ni ahora. Saben que si no continúan su lucha, por pequeña que sea, el relato lo ganarán otros.
No es fácil vivir así, siempre están tomando medidas de seguridad. Usan seudónimos en las redes, cada poco tiempo cambian de teléfono para no ser rastreadas: «Nunca compartimos nada personal, porque el más mínimo detalle pude llevar a que nos identifiquen y utilizarlo para procesarnos», dice a través de mensaje por una aplicación. Yalda sabe que está vigilada. Comparte una captura de pantalla de un mensaje que ha recibido del Ministerio de Justicia. Reza: «Sabemos qué haces, dónde vives y podemos ir a por ti».
¿Tienes miedo?
No. No nos lo podemos permitir.
El mismo mensaje que recibió Banaf, otra activista iraní. «Yo sí tengo miedo», dice. Ha sido arrestada en otras ocasiones. Borra cada mensaje. Tampoco guarda las fotos. «En cualquier momento por la calle te paran y te obligan a que les enseñes el teléfono». Así que antes de salir a la calle, Banaf hace un barrido completo.

«No nos podemos permitir tener miedo»

Durante la ‘guerra de los Doce Días’ estas mujeres se dividían entre el miedo de que una bomba les pudiera caer encima y la felicidad de ver que le quedaba poco tiempo al régimen. Sin embargo, los ayatolás siguen en su sitio y quienes están paganado las consecuencias son los propios iraníes, sobre todo las mujeres.
Si el régimen había ablandado la política del pañuelo, ahora se ha vuelto más agresiva que nunca. Y no solo la misma Policía de la moral se encarga de vigilar que se cumpla. Muchos ciudadanos actúan de chivatos. «Yo he recibido mensajes a mi móvil de gente que no conozco pero que me han visto sin el hiyab. Ponen hora y lugar exacto. Eso da bastantes miedo, porque estamos rodeadas por todos lados», dice Yalda.

Irán antes y después del 79: la represión de la mujer por bandera

Recuerdo el silencio pesado en el barrio de mi familia en Teherán, el día en que el Shah cayó. Todos estaban junto a las ventanas, sin decir palabra. El aire olía a expectativa y había una ansiedad imprecisa en el rostro de mi … madre; estábamos allí de vacaciones y al día siguiente regresaríamos a nuestra residencia en otro país. Aquella ansiedad, luego comprendí, no venía solo del cambio, sino de lo desconocido que era el futuro.

Yo, que en esos días no era más que una niña, ahora, desde una tierra lejana pero con el corazón que palpita por mi patria cada instante, sigo las transformaciones de mi país natal. He visto días en los cuales las esperanzas se convirtieron en desilusión, pero nunca se extinguió por completo la chispa de la esperanza. Este artículo es un relato de Irán: desde los años previos a la Revolución de 1979 hasta hoy; desde el fervor revolucionario hasta el silencio de la represión, desde la voz silenciada de las mujeres hasta el grito de ‘¡mujer, vida, libertad!’. Es una combinación de memoria personal y un análisis del camino que han recorrido los iraníes y lo que quizá les espera por delante.
En la década de los ochenta, Irán se encontraba en medio de un proyecto de modernización. Mohammad Reza Shah Pahlavi, apoyándose en los ingresos del petróleo, intentaba conducir el país hacia la industrialización y una civilización moderna al estilo occidental. En ese proceso, las mujeres tuvieron un papel destacado. Las universidades se abrieron a ellas, y la Ley de Apoyo a la Familia —especialmente en 1967 y 1974— introdujo cambios significativos en la legislación familiar. Las mujeres tenían representación en el parlamento.

«Puedo ir sin velo»

Mi madre solía decir: «Podía ir sin velo a la escuela de diseño». Ella y todas las mujeres de la familia eran personas formadas y exitosas en sus profesiones. Pero las libertades sociales convivían con la represión política. La Savak, la inteligencia del Shah, aplastaba cualquier voz disidente en su germen. La profunda brecha entre la clase media urbana y las masas rurales religiosas, junto con la intensa dependencia hacia Occidente, generó insatisfacciones que culminaron en la Revolución de 1979. La sociedad, que aparentaba avanzar, en su interior sufría por la falta de libertades políticas y la desigualdad de clases.
El régimen Pahlavi, especialmente Reza Shah y su hijo Mohammad Reza, mostraban señales de modernidad y progreso, pero bajo la presión del clero y con el objetivo de control social, tomaron medidas contra grupos y comunidades que luchaban para fomentar la educación entre la población, entre los más destacados y la pionera en el avance de las mujeres: la comunidad bahá’í. Desde privarlos de derechos civiles hasta destruir físicamente sus escuelas y lugares sagrados, estas acciones exhibieron violaciones flagrantes a los derechos fundamentales de una minoría que, paradójicamente, había sido pionera en la educación moderna en Irán.

‘Mujer, Vida, Libertad’
El espíritu del movimiento surgido tras el asesinato de una joven por saltarse el código de vestimenta persiste y las mujeres no son víctimas, son líderes

Siempre estuvieron bajo presión, debido a la vehemente oposición del clero chiíta, que los veía como una amenaza. La comunidad bahá’í, percibida como opuesta al Islam por las autoridades religiosas, fue continuamente reprimida por fuerzas que consideraban peligroso su crecimiento.
Aunque Reza Shah aparentaba ser un defensor de la modernidad, actuaba influido por el clero, que presionó al gobierno para reprimir a los bahá’ís. Esto se manifestaba en censura religiosa, persecución formal, decomiso de bienes, restricciones educativas y culturales, y en casos extremos, exilio y encarcelamiento.
La Revolución derrocó a la monarquía e instauró un sistema teocrático cuya legitimidad se basaba en la religión. Las mujeres desempeñaron un rol clave en 1979, movilizadas por la esperanza de justicia social, igualdad y dignidad humana, y salieron a las calles junto a los hombres. Pero pronto quedó claro que la libertad proclamada se transformaría en otra forma de autoritarismo. Una amiga de la familia, participante entusiasta de las protestas, comentó meses después: «Ahora tengo que cubrirme de pies a cabeza. ¿Esta era la libertad por la que gritábamos?».
Se aprobó rápido la ley del velo obligatorio. Se creó el Cuerpo de Guardianes de la Revolución. El entusiasmo revolucionario se tornó miedo y muchas esperanzas se apagaron.

Actualidad

1975

En las décadas siguientes, el régimen construyó un poder omnipresente con base en la ideología religiosa, reforzando la censura, la vigilancia y la represión, especialmente contra mujeres y jóvenes. La Policía moral, las ‘patrullas de la virtud’, el control del velo y la presión religiosa se convirtieron en parte de la vida diaria. Recuerdo cómo sollozaba mi madre al saber que un familiar había sido ejecutado por no aceptar negarse de su creencia bahai, y luego ver a otros prisioneros (sus hermanos y los sobrinos) y más tarde no poder asistir al funeral de mi abuelo en Irán. Estas privaciones y persecuciones eran comunes entre las familias de esta comunidad religiosa.
Por otra parte, en esa oscuridad social y política surgió la resistencia: estudiantes repartiendo libros prohibidos, mujeres valientes que rompían la censura, jóvenes que en las calles, desarmados, gritaban libertad.

La muerte de Mahsa Amini

Desde entonces, Irán ha enfrentado profundas crisis: sanciones, amenaza de guerra, corrupción sistémica, inflación sin precedentes y desempleo. Sin embargo, en medio de estos sufrimientos y protestas cada cinco o diez años, nació uno de los movimientos más significativos del siglo: ‘Mujer, Vida, Libertad’. El asesinato de Mahsa Amini, una joven arrestada y asesinada por los agentes de la Policía moral por supuesta violación del código de vestimenta, fue la chispa que desató el furor popular. Mujeres quemaron sus pañuelos, jóvenes salieron a las calles y corearon libertad.
El régimen respondió con más represión: balas que mataron a cerca de 600 personas y dejaron decenas ciegas, ejecuciones de manifestantes, cierre de universidades y restricciones de internet. Sin embargo, el espíritu del movimiento persiste. Cada día, mujeres enfrentan el arresto y la prisión y, aun así, defienden sus exigencias, obligando al régimen a retroceder en algunos frentes. Hoy, el sistema político del Irán islámico ya no posee legitimidad, ni siquiera entre las comunidades religiosas. Por primera vez, las mujeres están al frente del movimiento: no son víctimas, sino líderes. Ése tal vez sea el signo más profundo del cambio.
El movimiento ‘Mujer, Vida, Libertad’ha creado nuevas narrativas. Lo que determinará el destino del país es la solidaridad interna, la conciencia cívica y la firmeza frente al miedo. Desde la distancia, escucho la voz de mi pueblo y trato de ser su voz. Una voz que se reprime, pero que jamás se apaga, se manifiesta en un poema desde la cárcel, en la mirada de una joven que camina sin velo en la calle, desafiando todo peligro.
El futuro de Irán no será forjado por ayatolás ni generales, sino por las juventudes que hoy aprenden a gritar sin miedo, chicas que, sin temor al encarcelamiento y con las manos vacías, se plantan frente a un Estado opresor.
Los distintos grupos que a lo largo del último siglo han sido marginados (mujeres, bahá’ís, minorías étnicas, activistas) han sido pilares fundamentales para una reconstrucción social y democrática. Aquellos que el régimen iraní trató de silenciar constituyen, por el contrario, fuentes vivas de innovación y reforma. El futuro de Irán no se construirá sin su voz; las periferias hoy excluidas llegarán a ocupar el centro del cambio. Pero ninguna transformación será duradera sin abordar las raíces materiales de la desigualdad. Por ello, es imprescindible analizar cómo la vida económica del pueblo iraní ha sido moldeada por décadas de políticas erráticas, dependencia y represión.
Antes de la Revolución de 1979, Irán experimentó un crecimiento económico acelerado, especialmente durante los años 60 y 70. Surgió una clase media urbana dinámica, con nuevos patrones de consumo y demandas sociales. Sin embargo, este desarrollo fue profundamente desigual: mientras las ciudades prosperaban, las zonas rurales quedaban marginadas, y la economía se volvía cada vez más dependiente del petróleo y de las importaciones. La industria nacional, limitada a ensamblajes, no logró consolidarse. La inflación, el clientelismo y la corrupción en torno al régimen fueron otros elementos que acabaron por generar un malestar estructural que, junto a la represión política, alimentó las protestas que desembocarían en la revolución de 1979.

Una economía vulnerable

Tras el derrocamiento de la monarquía y el establecimiento de la República Islámica, la situación económica no solo no mejoró, sino que se agravó por factores internos y externos. La guerra con Irak (1980–88) supuso un golpe devastador: desvió recursos, paralizó el desarrollo y destruyó las infraestructuras. El nuevo régimen instauró una economía centralizada y un sistema de racionamiento mediante cupones que, si bien garantizó ciertos bienes básicos, redujo el dinamismo del sector productivo.
La combinación de guerra, sanciones internacionales y control estatal desencadenó una oleada de migración del campo a las ciudades. El crecimiento de barrios marginales y el aumento del desempleo configuraron un paisaje urbano marcado por la precariedad. En los años 90, se intentaron reformas limitadas y privatizaciones parciales, pero la corrupción y la concentración de poder impidieron una transformación efectiva.
A partir de los años 2000, las sanciones internacionales se intensificaron. El aislamiento económico, la falta de acceso a divisas y tecnología, y la creciente ineficiencia interna provocaron una inflación crónica y una pérdida sostenida del poder adquisitivo. La clase media, otrora protagonista de las reformas sociales, comenzó a diluirse. La población de bajos ingresos enfrentó una precariedad extrema. La concentración de riqueza en manos de unas pocas estructuras protegidas por el Estado socavó el contrato social.
La inflación persistente, el desempleo estructural y la degradación de servicios básicos como la educación y la sanidad alimentaron el descontento generalizado. La juventud universitaria, altamente formada pero sin perspectivas de futuro, se convirtió en una de las voces más críticas del sistema. Las mujeres, doblemente afectadas por la discriminación y la precariedad, protagonizaron las protestas. El régimen, en lugar de ofrecer soluciones estructurales, respondió con represión, censura y una gestión económica cada vez más opaca.
La brecha entre los discursos de justicia social y la realidad material de millones de iraníes ha debilitado la legitimidad del Estado. El sistema de subsidios directos, que durante años sirvió para amortiguar tensiones sociales, se ha vuelto ineficaz ante la inflación galopante. La pérdida de confianza en las instituciones es ya un fenómeno transversal.
El análisis económico de estas cuatro décadas revela que ni la riqueza petrolera ni los discursos ideológicos han bastado para construir un modelo sostenible. Irán sigue atrapado en una economía vulnerable, dependiente de las exportaciones de crudo, con escasa diversificación productiva y una estructura fiscal débil. La transformación económica deberá ir de la mano de una apertura política, de una redistribución real de recursos, de una apuesta por la producción nacional y de una ruptura con la lógica del privilegio institucionalizado.
Hoy, como en el pasado, el pueblo iraní resiste con dignidad. Y al igual que las mujeres que marchan sin velo o los jóvenes que se expresan en redes bloqueadas, millones de personas exigen no solo libertad, sino pan, vivienda, seguridad y respeto. Sin justicia económica, ninguna revolución será completa.

«Irán podría tardar décadas en recuperar su programa nuclear»

El primer y único ataque con armas nucleares ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial con el lanzamiento por Estados Unidos de las dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Casi 80 años después, este domingo justo hace una semana, aviones de guerra estadounidenses bombardearon la cadena de suministro nuclear de Irán … para impedir, precisamente, que el régimen de los ayatolás desarrolle un arma atómica. La ofensiva golpeó el corazón del programa nuclear de la república islámica: las infraestructuras de Fordo, Natanz e Isfahán.
Los mensajes de Washington eran claros. Donald Trump hablaba de «destrucción total» y «lugar enterrado». Su homólogo y amigo israelí, Benjamin Netanyahu, agradeció la labor del mandatario norteamericano sobre su gran rival: Teherán. «La historia registrará que el presidente Trump actuó para negar el régimen más peligroso del mundo, el arma más peligrosa del mundo».
Según estos mensajes, la destrucción de esas tres instalaciones nucleares iraníes, Fordo, Natanz e Isfahán, fue total. Las dos primeras se dedicaban al enriquecimiento de uranio y la última a la conversión de uranio natural a uranio susceptible para ser enriquecido.

Sin embargo, un informe elaborado por la Agencia de Inteligencia de Estados Unidos, el brazo de la inteligencia del Pentágono, y filtrado esta semana a varios medios, aseguraba que los ataques militares estadounidenses no destruyeron los componentes centrales del programa nuclear del país y probablemente solo lo retrasaron algunos meses. Es decir, el documento de inteligencia, que se basa en una evaluación preliminar tomada de evaluaciones disponibles tan solo 24 horas después del ataque, minimiza el impacto y, por tanto, contradice las reiteradas afirmaciones de Trump de que los ataques «destruyeron total y completamente las instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán».
Trump no tardó en salir a acusar de ‘fakes news’ a los medios que publicaron dicho informe y repetir que la aniquilación había sido completa. Tras la evaluación inicial, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John Ratcliffe, afirmó al día siguiente que una serie de datos de inteligencia fiables indicaban que el programa nuclear de Irán había sufrido graves daños y que tardaría años en reconstruirse.

Fordo
Dos aviones B-2 descargaron doce bombas ‘revientabúnkeres’ GBU-57 e impactaron en lo que se cree que eran conductos de ventilación de esta planta subterránea. El director de la OIEA sugiere que inutilizaron las centrifugadoras para enriquecer uranio.

Natanz
Los bombardeos de Israel y de EE.UU. dañaron las salas para el enriquecimiento de uranio de este complejo, el mayor de Irán dedicado a ese fin. También se vio afectada la planta para enriquecer combustible.

Isfahán
Un submarino de EE.UU. lanzó misiles de crucero contra este lugar que albergaba uranio enriquecido. Las evidencias apuntan a que antes se sacaron 400 kilos de uranio enriquecido para trasladarlos a un lugar desconocido.

«Es probable que la campaña aérea no haya eliminado el uranio enriquecido que Irán ya había producido», señala a este diario Mark Cacin, principal asesor del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS, por sus siglas en inglés) y profesor en la universidad de Harvard. Cacin conoce bien la zona. Fue coronel del Ejército estadounidense y participó en la ocupación inicial de Irak (2003) y la insurgencia iraquí (2006-2007). «Sin embargo, la capacidad de Irán para producir más uranio se ha visto retrocedida varios años. La magnitud de los daños tardará en evaluarse por completo».

Una difícil evaluación

Sin un informe claro y, sobre todo, sin técnicos sobre el terreno del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que puedan hacer una evaluación seria de lo ocurrido, será muy difícil conocer realmente los daños.
Todos los expertos consultados por este periódico coinciden: las capacidades iraníes han sido seriamente dañadas, pero que hay que esperar para poder estimar el tiempo que le costará al régimen recuperarse, si es que puede.
«En estos momentos nadie sabe cuánto tardará Irán en recuperar sus capacidades. Depende de los daños sufridos en las centrifugadoras, especialmente las de Fordo, y si ha conseguido proteger el ‘stock’ de 400 kilos de uranio enriquecido al 60%», apunta un experto nuclear que trabaja para una empresa francesa, pero que prefiere mantener el anonimato.
Si Irán ha conseguido proteger ese ‘stock’, su recuperación sería mucho más rápida. Funcionarios estadounidenses han señalado que Irán aún controla unos 400 kilogramos de uranio y que pudieron haber sido trasladados antes de los ataques. «Aunque necesitarían centrifugadoras en buenas condiciones y dado lo sensibles que son a las vibraciones o a las paradas por cortes de electricidad, es muy posible que estén dañadas y necesiten unos meses para repararlas», explica este experto.
Entonces, ¿damos por buena la «destrucción total» de la que habla el presidente de Estados Unidos? «Si nos creemos a la Administración Trump, se podría haber retrasado el programa nuclear de tres a cinco años». Pero todo dependiendo de si ha destruido o no ese ‘stock’. «Si lo hubiera destruido, el retraso sería mayor, ya que necesitarían empezar de nuevo», aclara.
Ahora, el único precedente al que se puede recurrir para hacernos una idea de cuánto tardaría Irán en recuperarse está en 2010. En ese año, EE.UU. e Israel (aunque nunca lo confirmaron) introdujeron un ‘malware’ (virus informático) de forma encubierta en el sistema de control automatizado de la instalación nuclear iraní de Natanz, lo que provocó la autodestrucción de casi mil centrifugadoras. Estas máquinas eran necesarias para enriquecer uranio para armas nucleares y al ataque Stuxnet, como llegó a conocerse, se le atribuyó la ralentización del programa nuclear iraní y el impulso a la mesa de negociaciones.
«Sin duda, este ataque consiguió ralentizar el proceso de enriquecimiento durante al menos diez años», explica Beatriz Gutierrez, directora del máster en Terrorismo, Seguridad y Defensa de la Universidad Europea. «Por eso, con un ataque como este en vez de diez años la recuperación del programa nuclear podría ser de décadas».

La soledad del régimen

Además, apunta la experta en seguridad, «no hay que olvidar que Irán está solo: Hizbolá no puede ayudarle como antes y sus capacidades son bastante menores; Rusia y China no han apoyado claramente a Irán, y Pakistán, que colaboró en el desarrollo nuclear, ahora es aliado de Estados Unidos. Si unimos todos estos factores, a la república islámica le queda bastante camino por delante para recuperar las capacidades que tenía».
Sin embargo, una cuestión que ya planea con fuerza en los debates es si este ataque preventivo disuadirá a otros países de buscar el arma nuclear, o todo lo contrario. «Muchos países han considerado la adquisición de armas nucleares como la garantía definitiva de soberanía. Corea del Norte, por ejemplo, tomó esa decisión. Por eso son tan importantes los esfuerzos de no proliferación. Es probable que esta campaña aérea de Israel y Estados Unidos haga dudar a otros países», apunta a esta pregunta Cacin.
Le pasó a Irak cuando en 1981 un ataque israelí destruyó parte de su desarrollo nuclear, pero en vez de frenarlo, los iraquíes lo mantuvieron en la clandestinidad y dijeron «tenemos que intentar conseguir ese programa». Terminaron descarrilando por otras razones, pero el deseo de tener un arma nuclear siempre estuvo ahí. El experto en proliferación nuclear Målfrid Braut-Hegghammer, autor de un estudio publicado en la revista ‘International Security’ en 2011 sobre el ataque israelí contra Irak, concluyó que el ataque israelí «desencadenó un programa de armas nucleares donde antes no existía». El temor es que a Irán le pase lo mismo y que en vez de disuadirlo, multiplique sus esfuerzos en conseguirlo.
Otro punto clave es no solo la destrucción de las plantas de uranio, también del arsenal armamentístico donde se iban a utilizar estas armas nucleares. Y ahí entran en juego los ataques israelíes, que lograron destruir lanzamisiles y las defensas aéreas iraníes. «El problema no está tanto en que haya desarrollado el programa nuclear, sino que en paralelo han ido desarrollando capacidades armamentistas para lanzar esa bomba atómica», explica Gutiérrez. Pero tras los ataques, «Irán ahora tiene un problema porque les han dejado sin lanzaderas de misiles. Israel los ha destruido en esta guerra de doce días».

«Conocimientos suficientes»

En un artículo en ‘The Wall Street Journal’, Nicole Grajewski, investigadora del Programa de Política Nuclear del Carnegie Endowment for International Peace, señala: «El programa nuclear del país sigue siendo amplio y distribuido, con una redundancia significativa en cuanto a experiencia y liderazgo»
Quizás Irán no tenga que comenzar de cero su programa nuclear, pero sobre todo no tendrá que comenzar de cero en sus conocimientos. En una entrevista, el embajador iraní en España, Reza Zabib, dejaba claro que «tenemos los conocimientos suficientes para volver a hacer lo mismo».

Greg Mills: «Occidente da a Ucrania lo suficiente para no perder, pero no para ganar»

«¿Habría Putin invadido Ucrania seis meses después del colapso de Afganistán si Occidente no se hubiera retirado como lo hizo?», se pregunta el sudafricano Greg Mills, director de la Fundación Brenthurst y experto en conflictos. «Creo que él vio a Occidente como … débil, decadente, probablemente reacio a brindar asistencia a Ucrania», se responde. «En ese sentido, los conflictos están vinculados. Además, tienen demasiadas similitudes, como la guerra asimétrica o la dependencia del apoyo extranjero». Semejanzas que impulsaron a Mills a estudiar en profundidad las consecuencias de la invasión rusa, relegada estos días a un segundo plano tras la escalada en Oriente Próximo.
Mills, quien ha trabajado como asesor militar en Afganistán, colaborado con gobiernos africanos y analizado procesos de paz en Colombia, acaba de publicar ‘El arte de la guerra y la paz’ (Crítica) y también un nuevo informe sobre los posibles desenlaces de la guerra en Ucrania, en colaboración con el expresidente colombiano Andrés Pastrana y el exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón. «Dado que el conflicto ocurre en el corazón de Europa, queríamos analizar qué implicaciones tendrá para la seguridad continental y global», explica.
Una de sus principales conclusiones es que «Ucrania ha evolucionado de formas que ni siquiera los propios ucranianos han comprendido del todo. No sólo en cuanto al armamento o la sofisticación relativa, sino también en su organización y capacidad para manejar problemas complejos». Según Mills, hace tres años eso no era tan evidente. «Si querían un dron, lo compraban en China. Si querían armas avanzadas, las obtenían de Occidente. Su cultura de servicios era muy pobre, inadecuada. Pero se han organizado increíblemente rápido».

Parte de este cambio, señala, se debe al impacto de la diáspora: cerca de cinco millones de ucranianos han migrado a Europa Occidental desde el inicio del conflicto. «Estas personas están absorbiendo conocimientos, estándares y redes que, al regresar o colaborar con su país, pueden tener un efecto transformador similar al que ha tenido la diáspora en otras regiones, como Asia o África. Esta migración será clave para la reconstrucción y modernización del país en la próxima década».
—¿Qué posibilidades reales existen de alcanzar la paz en Ucrania?
–Una victoria total para Ucrania o para Rusia parece poco probable. En medio de esos extremos, hay varios escenarios posibles, pero para que una paz sea sostenible, se deben cumplir tres condiciones esenciales. Primero, ambas partes deben convencerse de que terminar el conflicto ofrece más beneficios que continuarlo. Segundo, debe haber presión equitativa desde la comunidad internacional para que ambas partes negocien, algo que actualmente no sucede: Rusia cuenta con el apoyo de aliados como China o Irán, mientras que el respaldo occidental a Ucrania es a menudo condicionado. Tercero, se necesita liderazgo fuerte, empático y con visión de largo plazo, además de un proceso de negociación claro y bien estructurado, que hoy no existe.
—¿Cuáles son esos posibles escenarios?
—Existen tres posibles rutas: continuar la guerra en una dinámica de desgaste; establecer un armisticio al estilo coreano (o una división tipo Alemania); o adoptar un modelo como el israelí, con treguas intermitentes en un estado de guerra latente. Este último escenario requeriría que Ucrania fortalezca su defensa y modernice sus capacidades ofensivas. En cualquier caso, el desenlace dependerá de cómo se aproveche cualquier tregua futura.
—¿Qué lecciones ha dejado esta guerra?
—Ha demostrado la eficacia de la tecnología barata y ha evidenciado que Ucrania ya no es un beneficiario de la seguridad europea, sino que se está convirtiendo en un facilitador, gracias a su tecnología de drones. Pero Occidente, hasta ahora, no ha ayudado lo suficiente para ganar, solo lo suficiente para no perder. Y esto ha prolongado el conflicto, con un altísimo costo humano y estratégico.
—¿Qué papel juega China en el conflicto?
—Los rusos dependen en gran medida de China para su industria armamentista: 90% de los chips y 70% de las herramientas de maquinaria provienen de allí. También necesitan municiones, suministradas por Corea del Norte, Irán y otros países con capacidad industrial militar. Irán, por ejemplo, ha apoyado a Rusia con drones Shahed, una tecnología relativamente básica. Esto revela un eje autoritario, opuesto a los valores democráticos occidentales, y refleja visiones distintas sobre el orden mundial, especialmente en torno al papel de China y la presión estadounidense. China actúa con ambigüedad, como el dios Jano: apoya el sistema internacional que ha impulsado su crecimiento, pero también busca transformarlo. Esta contradicción es clave. No se trata de volverse anti-China, sino de encontrar nuevas formas de relacionarse.
—Afirma que Ucrania debe superar la narrativa de víctima.
—Adoptar una narrativa de victimismo es peligroso, como se ve en Israel, donde la memoria del Holocausto ha influido en una política exterior que ha derivado en que el oprimido se vuelva opresor, especialmente en Gaza. En Ucrania, al inicio de la guerra, apelaban a la empatía internacional con una narrativa de debilidad, pero eso pierde fuerza con el tiempo, ya que el interés global cambia rápidamente de foco. Desde el inicio advertí que pedir ayuda con mensajes como «Ayúdanos» no apela al interés estratégico, que es lo que realmente moviliza a los países. Rusia ha mantenido una narrativa coherente basada en la fuerza, el destino y el derecho, mientras Ucrania ha evolucionado desde una narrativa de necesidad hacia una de autosuficiencia y capacidad.
—¿Cómo se evidencia eso?
—Ucrania ha demostrado ingenio militar y ha desarrollado su economía de guerra, recibiendo más de 300.000 millones en ayuda externa, pero también generando más de 100.000 millones por sí misma. Esa imagen de fuerza es más persuasiva que la dependencia, como lo demuestra el fracaso afgano. A futuro, la ayuda a Ucrania se sostendrá más por motivos de seguridad europea que por razones humanitarias. Eso es más eficaz para convencer a los donantes. Como africano, reconozco un paralelismo: en África, la ayuda se convirtió en una industria basada en pedir, no en generar desarrollo interno, lo cual ha sido un error. El verdadero desarrollo depende de recursos internos, buena gobernanza y voluntad. Ucrania, pese a su historia de corrupción postsoviética, ha mejorado. Desde 1991 ha vivido transformaciones profundas: Revolución Naranja, Euromaidán, la invasión rusa. Ha ganado presencia internacional por méritos propios, no solo por apoyo externo.
—¿Cuál es la clave para ese desarrollo?
—La acción. Que no se puede delegar en Occidente. Las partes involucradas, ya sea en Ucrania o en Venezuela, deben apropiarse de su lucha. En África hablamos de tres liberaciones: del colonizador, de los primeros libertadores corruptos, y la actual, que implica empoderar a cada ciudadano. La democracia es esencial en ese proceso. En Ucrania, esa transformación ha sido acelerada por la guerra. El país ha cambiado radicalmente en tres años, lo he visto con mis propios ojos. Ni siquiera puedo reconocer al país que vi al comienzo del conflicto, comparado con el que veo hoy, a pesar de la guerra. O tal vez precisamente por la guerra.
—¿Qué implica para la guerra en Ucrania el nuevo conflicto en Oriente Próximo?
—Plantea cuestiones similares, pero diferentes. Una guerra aérea puede alcanzar logros limitados. Si Israel quiere librar a Irán de la posibilidad de fabricar armas nucleares, es cuestionable que pueda hacerlo sin enviar tropas sobre el terreno. Aunque esto supone un revés a corto plazo para Teherán y un respiro para Netanyahu, es poco probable que aquí termine todo. El profesor Sir Michael Howard sugirió hace una década que los israelíes habían tomado la decisión consciente o inconsciente de vivir en una situación de guerra permanente, en lugar de hacer las concesiones que podrían ser necesarias para la paz. También argumentó que es peligroso para cualquier nación basar toda su política en la suposición de una superioridad militar indefinida. Esta suposición es tan peligrosa para Israel como lo es para Rusia.

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