«Este acuerdo es una clara señal para los ciudadanos alemanes, pero también para el resto de los europeos: Alemania recibe un nuevo Gobierno que va a aportar estabilidad y fuerza», anunciaba este miércoles el conservador Friedrich Merz al final de las negociaciones de … la coalición con los socialdemócratas del SPD. «Estamos aquí para demostrar que es desde el centro donde se pueden solucionar realmente los problemas», se refirió indirectamente al ascenso en las encuestas de la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), que ha escalado desde las elecciones del 23 de febrero hasta empatar con la CDU en el 24%.
Merz adelantaba que Alemania participará en el «punto de inflexión» global de forma activa. «Alemania debe mejorar en política exterior y de seguridad», avanzaba, y anunciaba que el gasto en defensa se incrementará significativamente y que, de acuerdo con el modelo sueco, el servicio militar debe fortalecerse sobre la base de la voluntariedad.
Tras seis semanas de tira y afloja, presionados por la política interna alemana y por la situación internacional, los partidos del gobierno «negrirrojo» han aligerado los pliegos de exigencias y han acordado ir resolviendo sobre la marcha cuestiones financieras abiertas y sujetas a un contexto cambiante por momentos, debido a los aranceles de Trump. «Ya estamos aquí, para protegeros y apoyaros, a todos los que estáis trabajando duro en este país, independientemente de donde hayáis nacido», añadió el presidente de Baviera, Markus Söder, que resumió el acuerdo en «más libertad y menos burocracia, más eficiencia y menos impuestos, más Bundeswehr y menos inmigración ilegal».
Apenas se conocía el contenido del texto del acuerdo, denominado «Responsabilidad para Alemania» por los negociadores, se habría un debate sobre qué partido ha capitulado en mayor medida en favor del otro. Uno de los asuntos más espinosos, la inmigración, parece haber contentado a todos. Söder se felicitó por el «regreso» a la época anterior a 2015 y citó medidas como los rechazos en las fronteras, las deportaciones de criminales a Afganistán y Siria, el fin de los programas de admisión voluntaria y la introducción de una tarjeta de pago en toda Alemania. Además, los refugiados ucranianos ya no recibirán ayudas. Lars Klingbeil, líder socialdemócrata y futuro ministro de Finanzas, celebró por su parte que «Alemania es y seguirá siendo un país de inmigración».
El SPD consultará a las bases
«No podremos permitirnos todo en el futuro», comenzaba Klingbeil a mentalizar a sus bases, que serán consultadas sobre este acuerdo. «La CDU y el SPD lucharon duro en campaña electoral, pero ahora se han unido. Esto ya no es algo natural en estos tiempos y es más necesario que nunca construir puentes», defendió. También advirtió de que «el dinero por sí solo no es suficiente» y que este Gobierno exigirá un cambio de mentalidad en Alemania: «Hay que deshacerse de las máquinas de fax en nuestro país».
Los conservadores se quedan los ministerios de Economía y Energía, Exteriores, Familia, Sanidad, Transporte, Digitalización y Modernización del Estado, interior, Investigación y Tecnología y Agricultura. Los socialdemócratas ocuparán Finanzas, Justicia, Trabajo, Defensa, Medio Ambiente, Cooperación Desarrollo y Vivienda.