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NEGOCIOS

Los Gerentes de Impacto del 2024

TECNOLOGÍA

WhatsApp ya te resume los mensajes no leídos usando IA

27/06/2025 a las 11:31h.

WhatsApp sigue sumando funciones. La aplicación de mensajería propiedad de Meta ha anunciado la llegada de una nueva herramienta que permitirá a los usuarios realizar resúmenes de los mensajes pendientes que han recibido en una conversación, y todo gracias al uso de inteligencia artificial. Algo que, de acuerdo con la ‘app’, facilitará estar siempre al tanto de los mensajes pendientes de lectura sin necesidad de andar leyéndolos de uno en uno.
«Todos hemos pasado por eso: tener prisas entre reuniones, ponernos al día después de un vuelo sin wifi o simplemente tener demasiadas conversaciones. A veces, simplemente necesitas ponerte al día con tus mensajes rápidamente», afirma WhatsApp en un comunicado.

La novedad recibe el nombre de ‘Resúmenes de mensajes’ y funciona gracias a la propia tecnología de Meta AI. De acuerdo con la compañía, la tecnología que emplea la funcionalidad es completamente respetuosa con la privacidad del usuario, y remarca que ni la propia Meta ni WhatsApp ven los mensajes que se resumen.
El funcionamiento de la novedad es bastante simple. Cuando el usuario entre en una conversación en la que tiene mensajes por leer, se encontrará con la clásica opción en la que le aparecerá el número exacto de los que tiene pendientes. Ahora, si pulsa encima, WhatsApp, recurriendo a Meta AI, hará un resumen breve de todo lo que se ha perdido. Y desde ahí, podrá decidir si revisa alguno que le interese para poder responder.

Probamos la Razer Iskur V2 X, una silla 'gaming' que apuesta por lo esencial

Durante las últimas semanas hemos estado probando la Razer Iskur V2 X, una versión más accesible dentro del catálogo de sillas gaming de la marca californiana. Si la Iskur V2 es el modelo premium con todo el despliegue tecnológico, la V2 X es su … hermana pequeña, más contenida en precio y en funciones, pero sorprendentemente cómoda.
Nada más montarla, proceso que, por cierto, se hace en media hora sin complicaciones, lo primero que destaca es su aspecto sobrio para tratarse de una silla ‘gaming’. En nuestro caso, optamos por la versión en tela negra, un acabado que no solo disimula mejor el polvo que otros en piel sintética, sino que además respira mejor durante sesiones largas.

La estructura se siente robusta, gracias a su base metálica y los acolchados en el asiento y el respaldo. Aunque firmes, resultan cómodos tras varios días de uso intensivo. La espuma es de alta densidad y se nota que ha sido diseñada para aguantar. Aquí Razer no ha ahorrado.
A diferencia de la Iskur V2, que incorpora un sistema 6D de soporte lumbar adaptativo, la V2 X opta por una curvatura fija integrada en el respaldo. ¿Es peor? Depende. En nuestro caso, con 1,80 de estatura y unos 85 kilos, el soporte encaja de forma natural, sin necesidad de ajustes. Y lo cierto es que, tras varias sesiones maratonianas, la espalda no se resiente.
Eso sí, no todo el mundo tendrá la misma experiencia. Al tratarse de un sistema no ajustable, usuarios con una altura o fisonomía distinta podrían necesitar un cojín adicional si no se alinean bien con la curvatura del respaldo.
Otra diferencia frente al modelo superior son los reposabrazos, que aquí solo se ajustan en altura y rotación lateral. Aunque más limitados que los 4D, cumplen su función si no eres especialmente exigente.
En cambio, el reclinado de hasta 152 grados, con bloqueo en cualquier punto del recorrido, es ideal para estirarse un rato entre partidas o incluso echarse una siesta. El mecanismo es suave y no da sensación de fragilidad.
Una de las grandes ausencias de esta silla es el cojín para el cuello, que en el caso de la Iskur V2 viene incluido. Aquí hay que comprarlo aparte, lo cual empeora un poco la experiencia inicial, sobre todo si lo tuyo es recostarte mientras juegas. Sabiendo que otros modelos más baratos lo incluyen, se echa de menos.
Con un precio de unos 300 euros, la Razer Iskur V2 X no es la silla gaming más barata del mercado, pero sí una de las más equilibradas. Su punto fuerte está en lo básico, una buena base metálica, acolchado cómodo, respaldo amplio y una tela que transpira bien.

La red social X pierde el 36% de los usuarios que tenía en España

27/06/2025 a las 17:05h.

La red social propiedad de Elon Musk, X (antigua Twitter), se encuentra en pleno declive en España, ya que ha registrado una notable caída del 36 por ciento en su base de usuarios activos durante lo que llevamos de año, en comparación con 2024. A pesar de que los españoles la utilizan menos, la red social de ‘microblogging’ se mantiene en cuarto lugar dentro de las aplicaciones preferidas por los usuarios, solo por detrás de Facebook, Instagram y TikTok.
Así se desprende del último análisis presentado por la organización de medición oficial del consumo digital en España, GfK DAM, con motivo del Día Mundial de las Redes sociales, que se celebra cada 30 de junio, donde ha recogido los principales hábitos que mantienen los españoles en su uso de estas plataformas, registrados en el periodo de enero a abril de 2025.

En este sentido, la disminución del 36 por ciento en la base de usuarios activos de X registrada durante estos últimos meses, se precede de una disminución del 4 por ciento registrada en 2024, en comparación con los datos recogidos en 2023.
Por tanto, se trata de un declive en su consumo por parte de los españoles registrado por segundo año consecutivo y en incremento. Entre las razones que pueden estar impulsando esta decadencia, desde GfK DAM han apuntado en un comunicado cómo desde su adquisición por parte de Musk, en octubre de 2022, y su posterior cambio de marca, la plataforma ha sufrido múltiples procesos de modificación.

La creación de la 'Súper IA' más lista que los humanos: el último sueño de Silicon Valley

Imagina una máquina más lista que el humano más listo; una que no se limite a calcular probabilidades antes de responder a tus solicitudes, sino que piensa casi como una persona. Que entiende realmente el lenguaje, resuelve problemas complejos, toma decisiones, y lo hace todo … sin cansancio, sin distracciones y sin egos. Pero sí con la frialdad y la eficiencia necesarias para dirigir, hasta en solitario, compañías con ingresos anuales de miles de millones de euros. O curar cualquier enfermedad. O crear nuevos materiales. El límite, prácticamente, sería el cielo.
En los últimos años, un ramillete de tecnológicas ha comenzado a avanzar en el desarrollo de esta idea a través de una forma de IA tan poderosa que se la conoce como superinteligencia. Algunas aseguran que podrían alcanzarla en unos pocos años, incluso en el próximo lustro. Pero la mayoría de investigadores y expertos lo ven muy poco probable; y eso siendo optimistas.

Un reciente estudio de la Asociación para el Avance de la Inteligencia Artificial (AAAI), en el que participaron 475 investigadores de la comunidad científica, señala que el 77 % de los expertos considera poco o muy poco probable que esta máquina –capaz de pensar como los humanos y hasta superarlos– pueda lograrse a partir del enfoque actual que siguen empresas como OpenAI, responsable de ChatGPT, o Google. Estas compañías basan su progreso principalmente en ampliar la cantidad de datos y la escala de los modelos con los que entrenan sus sistemas, una estrategia que, según muchos científicos, podría no ser suficiente. Y mucho menos si se quiere conseguir el hito en los próximos años, que es lo que esperan gurús de los algoritmos como Sam Altman, CEO de OpenAI, Elon Musk, que la tiene programada para el año que viene, o Demis Hassabis, jefe de Google DeepMind, que ve probable su descubrimiento a partir de 2030.
El matemático y científico cognitivo estadounidense Michael I. Jordan es una de las voces más autorizadas dentro del campo de la IA. Su trabajo ha sido clave para que ChatGPT, y otras máquinas de su clase, sean capaces de responder a todas las solicitudes que reciben de los usuarios. Para él, la superinteligencia es un «término inventado» que, por el momento, «ni siquiera está bien definido». Por el momento, lo considera solo un gancho para que las empresas que están en la carrera puedan captar financiación del capitalismo de riesgo.
«Creo que piensan que inteligencia artificial no suena lo bastante fuerte y convincente. Pero la idea de la superinteligencia, en realidad, tampoco significa mucho. En primer lugar, un ordenador ya puede hacer muchísimas cosas que los seres humanos no pueden hacer a nivel de cálculo o de búsqueda de evidencia. Y no está nada mal tener una herramienta que pueda hacer algunas cosas que nosotros no podemos hacer, ya que las herramientas se crean con ese propósito», afirma Jordan en conversación con ABC.
El experto remarca que no le cabe duda de que, más pronto que tarde, alguna compañía afirmará que ha creado la superinteligencia, algo que para él «no significa absolutamente nada»: «Solo espero que los periodistas seáis lo suficientemente inteligentes para preguntarles qué es lo que es eso y qué significa exactamente».

Idealistas y realistas

La mayoría de investigadores en este campo coincide en que las técnicas actuales –por muy avanzadas que parezcan– no están ni siquiera cerca de imitar bien los procesos de pensamiento y aprendizaje humanos, algo que se considera clave para hacer viable la siguiente evolución de la IA. Herramientas como ChatGPT, el Gemini de Google o el Grok de xAI, pueden funcionar bien cuando se les da una tarea clara y simple, pero no entienden el mundo de forma profunda ni aprenden con la experiencia, tal y como lo haría una persona.
Las máquinas también siguen cometiendo errores muy básicos en tareas que las personas resuelven sin dificultad, como puede ser encontrar solución a un problema visual sencillo o entender correctamente un mapa. Además, no tienen memoria duradera ni sentido común, y todo lo que ‘saben’ lo han aprendido de textos y datos que les fueron dados por los propios desarrolladores, no por experiencia directa.
Los expertos creen que si de verdad queremos crear una inteligencia que se parezca a la humana –y que la supere–, no basta con hacer modelos más grandes y con más datos. Hace falta cambiar el enfoque: diseñar sistemas que razonen mejor, que puedan recordar, que entiendan causas y consecuencias y que aprendan mientras interactúan con el mundo.
«Los más idealistas piensan que en algún momento, no se sabe muy bien cómo, todo se va a alinear para que surjan una o varias estructuras que pueden ser consideradas como inteligencia artificial general, que sería el paso previo a la superinteligencia», explica a este diario Pablo Haya, investigador del Laboratorio de Lingüística Informática de la Universidad Autónoma de Madrid y director de Businness and Language Analytics en el Instituto de Ingeniería del Conocimiento. El experto apunta que , mientras tanto, los más realistas ven la llegada de esta tecnología «como algo muy improbable en el corto plazo; porque hay muchas limitaciones que no sabemos cómo superar»: «Los sistemas de ahora, que quede claro, no son conscientes ni nos entienden. Y parece que solo escalando en datos no vamos a conseguir avanzar al siguiente escenario».

«El hombre del dinero»

Entre las voces de los idealistas, no hay ninguna que resuene con más fuerza que la de Sam Altman. El primer ejecutivo de OpenAI ha repetido en varias ocasiones durante los últimos meses que la llegada de la máquina que supere finalmente al humano está, prácticamente, a la vuelta de la esquina. Hace apenas dos semanas lo volvió a repetir en su blog personal, en el que afirmó que «la humanidad está cerca de construir una superinteligencia digital» y vaticinó que este mismo año llegará una IA capaz de «realizar trabajo cognitivo real» pensada para la creación de código que superaría en su trabajo a los humanos, y el que viene espera que haya sistemas capaces de «descubrir nuevos conocimientos» por su cuenta.
El que no lo tiene tan claro que todo esto ocurra es el principal inversor de OpenAI, Microsoft. «Que nos autoproclamemos un hito en IA (de esa clase) es simplemente una manipulación de referencia sin sentido», afirmó Satya Nadella, CEO de la empresa propietaria de Windows, en una entrevista el pasado febrero. Estas palabras, de acuerdo con ‘The Wall Street Journal’ cayeron como un jarro de agua fría entre algunos directivos de la OpenAI. Actualmente, Microsoft y la startup se encuentran renegociando su acuerdo comercial, y precisamente, el desarrollo de la supuesta primera herramienta de IA que supere al ser humano se ha convertido en uno de los mayores puntos de fricción entre las dos firmas.
De acuerdo con el ‘Journal’, los ejecutivos de OpenAI han discutido la posibilidad de declarar que han creado la primera inteligencia artificial general con el anuncio de esa herramienta capaz de «realizar trabajo cognitivo» y mejorar a los humanos en programación que Altman tiene proyectada para este mismo año. Y esto puede ser problemático, porque según el acuerdo actual con Microsoft, la firma de ChatGPT podrá negarle el acceso a su futura tecnología en el momento en el que consiga crear una inteligencia artificial general. Eso sí, el desarrollo debe ser «de buena fe», es decir, real. En caso contrario podría comenzar una batalla legal entre las dos tecnológicas. Microsoft espera eliminar la cláusula por completo del nuevo acuerdo de colaboración que reemplazará al actual.
Pase lo que pase, llegue el anuncio de la nueva IA en los próximos meses o años, o no, Jordan desconfía notablemente de cualquier declaración que pueda hacer Sam Altman al respecto. «Solo es el hombre del dinero. No tiene una comprensión profunda de la tecnología ni piensa bien en su despliegue, y es el tipo de persona de Silicon Valley en la que no confiaría», apunta el científico.
Y eso es exactamente lo mismo que piensa Sergio Álvarez-Teleña, director ejecutivo de la empresa SciTheWorld y uno de los mayores expertos en IA que hay en España. Cuando este periódico le pregunta si la superinteligencia o la inteligencia artificial general pueden llegar de forma inmediata solo se ríe y dice que «todos los que esperan eso no tienen ni idea de lo que están diciendo. Es igual que los que dicen que la IA va a acabar con todos nosotros».

Otro camino

Álvarez-Teleña publicó hace unos meses un estudio en el que, precisamente, critica el camino que están recorriendo las empresas de Silicon Valley para que las máquinas sean capaces de superar en capacidades a los humanos. En lugar de seguir sumando más datos y potencia a los modelos existentes, a su juicio, se debe cambiar el enfoque y trabajar en la creación de muchas soluciones basadas en inteligencia artificial especializadas en distintos departamentos dentro de una empresa, llamadas ANI, y conectarlas como si fueran las distintas zonas del cerebro humano.
De dicha red podría surgir una inteligencia general auténtica pensada para la empresa y, con el tiempo, puede que una inteligencia artificial superior. Una que no estaría basada en repetir aquello con lo que ha sido entrenada, sino en aprender a razonar, actuar y adaptarse. Para ello, cree que la IA debe incorporar el conocimiento práctico de expertos humanos, entender el contexto en el que opera y tomar decisiones con sentido. En resumen, pensar, no solo completar frases como hace actualmente.
«Si conseguimos todo esto es moderadamente creíble que la superinteligencia pueda llegar al mundo de la empresa. Y sería escalable, porque la inteligencia de una empresa podría comunicarse con la de otra», apunta Álvarez-Teleña. El experto, que ha desarrollado tecnología para firmas como la red social X, J.P. Morgan o Banco Santander, ya está presentando su idea a varias compañías; aunque reconoce que todavía queda mucho trabajo para conseguir los frutos, probablemente más de una década, y eso con apoyo de la gran empresa. «Es algo que es realista, lleva tiempo y esfuerzo. No tiene nada que ver con lo que dicen los que creen que a partir de los datos que hemos puesto en internet las máquinas van a conseguir dominarnos», apunta el experto.

INTERNACIONAL

Zelenski firma la salida de Ucrania del tratado contra las minas antipersona

29/06/2025

Actualizado a las 15:14h.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha firmado este domingo el decreto que abre la puerta a la salida de Ucrania de la Convención sobre la Prohibición de Minas Antipersona, un tratado ratificado por más de treinta países que prohíbe la adquisición, producción, almacenamiento y uso de este tipo de armamento de carácter indiscriminado.
Zelenski respalda así la medida del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, que aprobó la salida del tratado, según ha informado un portavoz del Servicio de Seguridad de Ucrania, el coronel Roman Kostenko, en redes sociales. Restaría todavía la aprobación definitiva de la salida del tratado, una decisión que corresponde al Parlamento unicameral ucraniano, la Verjovna Rada.

«Me acaban de informar que el Presidente de Ucrania ha firmado un decreto por el que entra en poniendo en vigor la decisión del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa de Ucrania de retirar nuestro Estado de la Convención de Ottawa, un tratado internacional que prohíbe el uso, acumulación y producción de minas antiinfantería», ha publicado.
«Este es un paso que la realidad de la guerra exigía desde hace mucho tiempo. Rusia no es parte de esta convención y aplica masivamente minas contra nuestros militares y civiles. No podemos permanecer atados cuando el enemigo no tiene limitaciones», ha argumentado.

Ser opositora en la República Islámica más agresiva contra las mujeres

Dicen que Irán es una «democracia porque se pueden celebrar manifestaciones», que la mujer «es libre» y que la «oposición puede expresarse libremente». Esto lo dicen las fuentes oficiales del régimen de la República Islámica de Irán. Lo que no cuentan es que durante … la guerra que ya se ha bautizado como ‘de los Doce Días’, el aparato represor iraní multiplicó su actividad, arrestando a cientos de personas. La acusación para detenerlas es colaborar con el «enemigo de Irán». Sin embargo, ya ha habido seis personas ejecutadas por el régimen sin un juicio, denuncian las organizaciones de derechos humanos iraníes como Iran Human Rights y Hengaw.

La persecución ha sido voraz, y después de varios años con cierto aperturismo, la maquinaria represiva está sacando todas sus armas. «Ser miembro de la oposición en Irán significa vivir bajo una amenaza constante. Si hablas, te arriesgas a que te detengan, te presionen o incluso algo peor. Aun así, muchos de nosotros nos negamos a callar porque el silencio significa aceptar la injusticia», dice Yalda, una mujer que vive a unos 30 kilómetros de Teherán. Yalda, junto a su grupo de amigas, lleva años luchando contra un régimen opresorcon las mujeres. En 2022 lideraron las manifestaciones que se cobraron la vida de miles de personas y donde más de 34.000 fueron encarcelados.No les importó entonces ni ahora. Saben que si no continúan su lucha, por pequeña que sea, el relato lo ganarán otros.
No es fácil vivir así, siempre están tomando medidas de seguridad. Usan seudónimos en las redes, cada poco tiempo cambian de teléfono para no ser rastreadas: «Nunca compartimos nada personal, porque el más mínimo detalle pude llevar a que nos identifiquen y utilizarlo para procesarnos», dice a través de mensaje por una aplicación. Yalda sabe que está vigilada. Comparte una captura de pantalla de un mensaje que ha recibido del Ministerio de Justicia. Reza: «Sabemos qué haces, dónde vives y podemos ir a por ti».
¿Tienes miedo?
No. No nos lo podemos permitir.
El mismo mensaje que recibió Banaf, otra activista iraní. «Yo sí tengo miedo», dice. Ha sido arrestada en otras ocasiones. Borra cada mensaje. Tampoco guarda las fotos. «En cualquier momento por la calle te paran y te obligan a que les enseñes el teléfono». Así que antes de salir a la calle, Banaf hace un barrido completo.

«No nos podemos permitir tener miedo»

Durante la ‘guerra de los Doce Días’ estas mujeres se dividían entre el miedo de que una bomba les pudiera caer encima y la felicidad de ver que le quedaba poco tiempo al régimen. Sin embargo, los ayatolás siguen en su sitio y quienes están paganado las consecuencias son los propios iraníes, sobre todo las mujeres.
Si el régimen había ablandado la política del pañuelo, ahora se ha vuelto más agresiva que nunca. Y no solo la misma Policía de la moral se encarga de vigilar que se cumpla. Muchos ciudadanos actúan de chivatos. «Yo he recibido mensajes a mi móvil de gente que no conozco pero que me han visto sin el hiyab. Ponen hora y lugar exacto. Eso da bastantes miedo, porque estamos rodeadas por todos lados», dice Yalda.

Irán antes y después del 79: la represión de la mujer por bandera

Recuerdo el silencio pesado en el barrio de mi familia en Teherán, el día en que el Shah cayó. Todos estaban junto a las ventanas, sin decir palabra. El aire olía a expectativa y había una ansiedad imprecisa en el rostro de mi … madre; estábamos allí de vacaciones y al día siguiente regresaríamos a nuestra residencia en otro país. Aquella ansiedad, luego comprendí, no venía solo del cambio, sino de lo desconocido que era el futuro.

Yo, que en esos días no era más que una niña, ahora, desde una tierra lejana pero con el corazón que palpita por mi patria cada instante, sigo las transformaciones de mi país natal. He visto días en los cuales las esperanzas se convirtieron en desilusión, pero nunca se extinguió por completo la chispa de la esperanza. Este artículo es un relato de Irán: desde los años previos a la Revolución de 1979 hasta hoy; desde el fervor revolucionario hasta el silencio de la represión, desde la voz silenciada de las mujeres hasta el grito de ‘¡mujer, vida, libertad!’. Es una combinación de memoria personal y un análisis del camino que han recorrido los iraníes y lo que quizá les espera por delante.
En la década de los ochenta, Irán se encontraba en medio de un proyecto de modernización. Mohammad Reza Shah Pahlavi, apoyándose en los ingresos del petróleo, intentaba conducir el país hacia la industrialización y una civilización moderna al estilo occidental. En ese proceso, las mujeres tuvieron un papel destacado. Las universidades se abrieron a ellas, y la Ley de Apoyo a la Familia —especialmente en 1967 y 1974— introdujo cambios significativos en la legislación familiar. Las mujeres tenían representación en el parlamento.

«Puedo ir sin velo»

Mi madre solía decir: «Podía ir sin velo a la escuela de diseño». Ella y todas las mujeres de la familia eran personas formadas y exitosas en sus profesiones. Pero las libertades sociales convivían con la represión política. La Savak, la inteligencia del Shah, aplastaba cualquier voz disidente en su germen. La profunda brecha entre la clase media urbana y las masas rurales religiosas, junto con la intensa dependencia hacia Occidente, generó insatisfacciones que culminaron en la Revolución de 1979. La sociedad, que aparentaba avanzar, en su interior sufría por la falta de libertades políticas y la desigualdad de clases.
El régimen Pahlavi, especialmente Reza Shah y su hijo Mohammad Reza, mostraban señales de modernidad y progreso, pero bajo la presión del clero y con el objetivo de control social, tomaron medidas contra grupos y comunidades que luchaban para fomentar la educación entre la población, entre los más destacados y la pionera en el avance de las mujeres: la comunidad bahá’í. Desde privarlos de derechos civiles hasta destruir físicamente sus escuelas y lugares sagrados, estas acciones exhibieron violaciones flagrantes a los derechos fundamentales de una minoría que, paradójicamente, había sido pionera en la educación moderna en Irán.

‘Mujer, Vida, Libertad’
El espíritu del movimiento surgido tras el asesinato de una joven por saltarse el código de vestimenta persiste y las mujeres no son víctimas, son líderes

Siempre estuvieron bajo presión, debido a la vehemente oposición del clero chiíta, que los veía como una amenaza. La comunidad bahá’í, percibida como opuesta al Islam por las autoridades religiosas, fue continuamente reprimida por fuerzas que consideraban peligroso su crecimiento.
Aunque Reza Shah aparentaba ser un defensor de la modernidad, actuaba influido por el clero, que presionó al gobierno para reprimir a los bahá’ís. Esto se manifestaba en censura religiosa, persecución formal, decomiso de bienes, restricciones educativas y culturales, y en casos extremos, exilio y encarcelamiento.
La Revolución derrocó a la monarquía e instauró un sistema teocrático cuya legitimidad se basaba en la religión. Las mujeres desempeñaron un rol clave en 1979, movilizadas por la esperanza de justicia social, igualdad y dignidad humana, y salieron a las calles junto a los hombres. Pero pronto quedó claro que la libertad proclamada se transformaría en otra forma de autoritarismo. Una amiga de la familia, participante entusiasta de las protestas, comentó meses después: «Ahora tengo que cubrirme de pies a cabeza. ¿Esta era la libertad por la que gritábamos?».
Se aprobó rápido la ley del velo obligatorio. Se creó el Cuerpo de Guardianes de la Revolución. El entusiasmo revolucionario se tornó miedo y muchas esperanzas se apagaron.

Actualidad

1975

En las décadas siguientes, el régimen construyó un poder omnipresente con base en la ideología religiosa, reforzando la censura, la vigilancia y la represión, especialmente contra mujeres y jóvenes. La Policía moral, las ‘patrullas de la virtud’, el control del velo y la presión religiosa se convirtieron en parte de la vida diaria. Recuerdo cómo sollozaba mi madre al saber que un familiar había sido ejecutado por no aceptar negarse de su creencia bahai, y luego ver a otros prisioneros (sus hermanos y los sobrinos) y más tarde no poder asistir al funeral de mi abuelo en Irán. Estas privaciones y persecuciones eran comunes entre las familias de esta comunidad religiosa.
Por otra parte, en esa oscuridad social y política surgió la resistencia: estudiantes repartiendo libros prohibidos, mujeres valientes que rompían la censura, jóvenes que en las calles, desarmados, gritaban libertad.

La muerte de Mahsa Amini

Desde entonces, Irán ha enfrentado profundas crisis: sanciones, amenaza de guerra, corrupción sistémica, inflación sin precedentes y desempleo. Sin embargo, en medio de estos sufrimientos y protestas cada cinco o diez años, nació uno de los movimientos más significativos del siglo: ‘Mujer, Vida, Libertad’. El asesinato de Mahsa Amini, una joven arrestada y asesinada por los agentes de la Policía moral por supuesta violación del código de vestimenta, fue la chispa que desató el furor popular. Mujeres quemaron sus pañuelos, jóvenes salieron a las calles y corearon libertad.
El régimen respondió con más represión: balas que mataron a cerca de 600 personas y dejaron decenas ciegas, ejecuciones de manifestantes, cierre de universidades y restricciones de internet. Sin embargo, el espíritu del movimiento persiste. Cada día, mujeres enfrentan el arresto y la prisión y, aun así, defienden sus exigencias, obligando al régimen a retroceder en algunos frentes. Hoy, el sistema político del Irán islámico ya no posee legitimidad, ni siquiera entre las comunidades religiosas. Por primera vez, las mujeres están al frente del movimiento: no son víctimas, sino líderes. Ése tal vez sea el signo más profundo del cambio.
El movimiento ‘Mujer, Vida, Libertad’ha creado nuevas narrativas. Lo que determinará el destino del país es la solidaridad interna, la conciencia cívica y la firmeza frente al miedo. Desde la distancia, escucho la voz de mi pueblo y trato de ser su voz. Una voz que se reprime, pero que jamás se apaga, se manifiesta en un poema desde la cárcel, en la mirada de una joven que camina sin velo en la calle, desafiando todo peligro.
El futuro de Irán no será forjado por ayatolás ni generales, sino por las juventudes que hoy aprenden a gritar sin miedo, chicas que, sin temor al encarcelamiento y con las manos vacías, se plantan frente a un Estado opresor.
Los distintos grupos que a lo largo del último siglo han sido marginados (mujeres, bahá’ís, minorías étnicas, activistas) han sido pilares fundamentales para una reconstrucción social y democrática. Aquellos que el régimen iraní trató de silenciar constituyen, por el contrario, fuentes vivas de innovación y reforma. El futuro de Irán no se construirá sin su voz; las periferias hoy excluidas llegarán a ocupar el centro del cambio. Pero ninguna transformación será duradera sin abordar las raíces materiales de la desigualdad. Por ello, es imprescindible analizar cómo la vida económica del pueblo iraní ha sido moldeada por décadas de políticas erráticas, dependencia y represión.
Antes de la Revolución de 1979, Irán experimentó un crecimiento económico acelerado, especialmente durante los años 60 y 70. Surgió una clase media urbana dinámica, con nuevos patrones de consumo y demandas sociales. Sin embargo, este desarrollo fue profundamente desigual: mientras las ciudades prosperaban, las zonas rurales quedaban marginadas, y la economía se volvía cada vez más dependiente del petróleo y de las importaciones. La industria nacional, limitada a ensamblajes, no logró consolidarse. La inflación, el clientelismo y la corrupción en torno al régimen fueron otros elementos que acabaron por generar un malestar estructural que, junto a la represión política, alimentó las protestas que desembocarían en la revolución de 1979.

Una economía vulnerable

Tras el derrocamiento de la monarquía y el establecimiento de la República Islámica, la situación económica no solo no mejoró, sino que se agravó por factores internos y externos. La guerra con Irak (1980–88) supuso un golpe devastador: desvió recursos, paralizó el desarrollo y destruyó las infraestructuras. El nuevo régimen instauró una economía centralizada y un sistema de racionamiento mediante cupones que, si bien garantizó ciertos bienes básicos, redujo el dinamismo del sector productivo.
La combinación de guerra, sanciones internacionales y control estatal desencadenó una oleada de migración del campo a las ciudades. El crecimiento de barrios marginales y el aumento del desempleo configuraron un paisaje urbano marcado por la precariedad. En los años 90, se intentaron reformas limitadas y privatizaciones parciales, pero la corrupción y la concentración de poder impidieron una transformación efectiva.
A partir de los años 2000, las sanciones internacionales se intensificaron. El aislamiento económico, la falta de acceso a divisas y tecnología, y la creciente ineficiencia interna provocaron una inflación crónica y una pérdida sostenida del poder adquisitivo. La clase media, otrora protagonista de las reformas sociales, comenzó a diluirse. La población de bajos ingresos enfrentó una precariedad extrema. La concentración de riqueza en manos de unas pocas estructuras protegidas por el Estado socavó el contrato social.
La inflación persistente, el desempleo estructural y la degradación de servicios básicos como la educación y la sanidad alimentaron el descontento generalizado. La juventud universitaria, altamente formada pero sin perspectivas de futuro, se convirtió en una de las voces más críticas del sistema. Las mujeres, doblemente afectadas por la discriminación y la precariedad, protagonizaron las protestas. El régimen, en lugar de ofrecer soluciones estructurales, respondió con represión, censura y una gestión económica cada vez más opaca.
La brecha entre los discursos de justicia social y la realidad material de millones de iraníes ha debilitado la legitimidad del Estado. El sistema de subsidios directos, que durante años sirvió para amortiguar tensiones sociales, se ha vuelto ineficaz ante la inflación galopante. La pérdida de confianza en las instituciones es ya un fenómeno transversal.
El análisis económico de estas cuatro décadas revela que ni la riqueza petrolera ni los discursos ideológicos han bastado para construir un modelo sostenible. Irán sigue atrapado en una economía vulnerable, dependiente de las exportaciones de crudo, con escasa diversificación productiva y una estructura fiscal débil. La transformación económica deberá ir de la mano de una apertura política, de una redistribución real de recursos, de una apuesta por la producción nacional y de una ruptura con la lógica del privilegio institucionalizado.
Hoy, como en el pasado, el pueblo iraní resiste con dignidad. Y al igual que las mujeres que marchan sin velo o los jóvenes que se expresan en redes bloqueadas, millones de personas exigen no solo libertad, sino pan, vivienda, seguridad y respeto. Sin justicia económica, ninguna revolución será completa.

«Irán podría tardar décadas en recuperar su programa nuclear»

El primer y único ataque con armas nucleares ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial con el lanzamiento por Estados Unidos de las dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Casi 80 años después, este domingo justo hace una semana, aviones de guerra estadounidenses bombardearon la cadena de suministro nuclear de Irán … para impedir, precisamente, que el régimen de los ayatolás desarrolle un arma atómica. La ofensiva golpeó el corazón del programa nuclear de la república islámica: las infraestructuras de Fordo, Natanz e Isfahán.
Los mensajes de Washington eran claros. Donald Trump hablaba de «destrucción total» y «lugar enterrado». Su homólogo y amigo israelí, Benjamin Netanyahu, agradeció la labor del mandatario norteamericano sobre su gran rival: Teherán. «La historia registrará que el presidente Trump actuó para negar el régimen más peligroso del mundo, el arma más peligrosa del mundo».
Según estos mensajes, la destrucción de esas tres instalaciones nucleares iraníes, Fordo, Natanz e Isfahán, fue total. Las dos primeras se dedicaban al enriquecimiento de uranio y la última a la conversión de uranio natural a uranio susceptible para ser enriquecido.

Sin embargo, un informe elaborado por la Agencia de Inteligencia de Estados Unidos, el brazo de la inteligencia del Pentágono, y filtrado esta semana a varios medios, aseguraba que los ataques militares estadounidenses no destruyeron los componentes centrales del programa nuclear del país y probablemente solo lo retrasaron algunos meses. Es decir, el documento de inteligencia, que se basa en una evaluación preliminar tomada de evaluaciones disponibles tan solo 24 horas después del ataque, minimiza el impacto y, por tanto, contradice las reiteradas afirmaciones de Trump de que los ataques «destruyeron total y completamente las instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán».
Trump no tardó en salir a acusar de ‘fakes news’ a los medios que publicaron dicho informe y repetir que la aniquilación había sido completa. Tras la evaluación inicial, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John Ratcliffe, afirmó al día siguiente que una serie de datos de inteligencia fiables indicaban que el programa nuclear de Irán había sufrido graves daños y que tardaría años en reconstruirse.

Fordo
Dos aviones B-2 descargaron doce bombas ‘revientabúnkeres’ GBU-57 e impactaron en lo que se cree que eran conductos de ventilación de esta planta subterránea. El director de la OIEA sugiere que inutilizaron las centrifugadoras para enriquecer uranio.

Natanz
Los bombardeos de Israel y de EE.UU. dañaron las salas para el enriquecimiento de uranio de este complejo, el mayor de Irán dedicado a ese fin. También se vio afectada la planta para enriquecer combustible.

Isfahán
Un submarino de EE.UU. lanzó misiles de crucero contra este lugar que albergaba uranio enriquecido. Las evidencias apuntan a que antes se sacaron 400 kilos de uranio enriquecido para trasladarlos a un lugar desconocido.

«Es probable que la campaña aérea no haya eliminado el uranio enriquecido que Irán ya había producido», señala a este diario Mark Cacin, principal asesor del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS, por sus siglas en inglés) y profesor en la universidad de Harvard. Cacin conoce bien la zona. Fue coronel del Ejército estadounidense y participó en la ocupación inicial de Irak (2003) y la insurgencia iraquí (2006-2007). «Sin embargo, la capacidad de Irán para producir más uranio se ha visto retrocedida varios años. La magnitud de los daños tardará en evaluarse por completo».

Una difícil evaluación

Sin un informe claro y, sobre todo, sin técnicos sobre el terreno del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que puedan hacer una evaluación seria de lo ocurrido, será muy difícil conocer realmente los daños.
Todos los expertos consultados por este periódico coinciden: las capacidades iraníes han sido seriamente dañadas, pero que hay que esperar para poder estimar el tiempo que le costará al régimen recuperarse, si es que puede.
«En estos momentos nadie sabe cuánto tardará Irán en recuperar sus capacidades. Depende de los daños sufridos en las centrifugadoras, especialmente las de Fordo, y si ha conseguido proteger el ‘stock’ de 400 kilos de uranio enriquecido al 60%», apunta un experto nuclear que trabaja para una empresa francesa, pero que prefiere mantener el anonimato.
Si Irán ha conseguido proteger ese ‘stock’, su recuperación sería mucho más rápida. Funcionarios estadounidenses han señalado que Irán aún controla unos 400 kilogramos de uranio y que pudieron haber sido trasladados antes de los ataques. «Aunque necesitarían centrifugadoras en buenas condiciones y dado lo sensibles que son a las vibraciones o a las paradas por cortes de electricidad, es muy posible que estén dañadas y necesiten unos meses para repararlas», explica este experto.
Entonces, ¿damos por buena la «destrucción total» de la que habla el presidente de Estados Unidos? «Si nos creemos a la Administración Trump, se podría haber retrasado el programa nuclear de tres a cinco años». Pero todo dependiendo de si ha destruido o no ese ‘stock’. «Si lo hubiera destruido, el retraso sería mayor, ya que necesitarían empezar de nuevo», aclara.
Ahora, el único precedente al que se puede recurrir para hacernos una idea de cuánto tardaría Irán en recuperarse está en 2010. En ese año, EE.UU. e Israel (aunque nunca lo confirmaron) introdujeron un ‘malware’ (virus informático) de forma encubierta en el sistema de control automatizado de la instalación nuclear iraní de Natanz, lo que provocó la autodestrucción de casi mil centrifugadoras. Estas máquinas eran necesarias para enriquecer uranio para armas nucleares y al ataque Stuxnet, como llegó a conocerse, se le atribuyó la ralentización del programa nuclear iraní y el impulso a la mesa de negociaciones.
«Sin duda, este ataque consiguió ralentizar el proceso de enriquecimiento durante al menos diez años», explica Beatriz Gutierrez, directora del máster en Terrorismo, Seguridad y Defensa de la Universidad Europea. «Por eso, con un ataque como este en vez de diez años la recuperación del programa nuclear podría ser de décadas».

La soledad del régimen

Además, apunta la experta en seguridad, «no hay que olvidar que Irán está solo: Hizbolá no puede ayudarle como antes y sus capacidades son bastante menores; Rusia y China no han apoyado claramente a Irán, y Pakistán, que colaboró en el desarrollo nuclear, ahora es aliado de Estados Unidos. Si unimos todos estos factores, a la república islámica le queda bastante camino por delante para recuperar las capacidades que tenía».
Sin embargo, una cuestión que ya planea con fuerza en los debates es si este ataque preventivo disuadirá a otros países de buscar el arma nuclear, o todo lo contrario. «Muchos países han considerado la adquisición de armas nucleares como la garantía definitiva de soberanía. Corea del Norte, por ejemplo, tomó esa decisión. Por eso son tan importantes los esfuerzos de no proliferación. Es probable que esta campaña aérea de Israel y Estados Unidos haga dudar a otros países», apunta a esta pregunta Cacin.
Le pasó a Irak cuando en 1981 un ataque israelí destruyó parte de su desarrollo nuclear, pero en vez de frenarlo, los iraquíes lo mantuvieron en la clandestinidad y dijeron «tenemos que intentar conseguir ese programa». Terminaron descarrilando por otras razones, pero el deseo de tener un arma nuclear siempre estuvo ahí. El experto en proliferación nuclear Målfrid Braut-Hegghammer, autor de un estudio publicado en la revista ‘International Security’ en 2011 sobre el ataque israelí contra Irak, concluyó que el ataque israelí «desencadenó un programa de armas nucleares donde antes no existía». El temor es que a Irán le pase lo mismo y que en vez de disuadirlo, multiplique sus esfuerzos en conseguirlo.
Otro punto clave es no solo la destrucción de las plantas de uranio, también del arsenal armamentístico donde se iban a utilizar estas armas nucleares. Y ahí entran en juego los ataques israelíes, que lograron destruir lanzamisiles y las defensas aéreas iraníes. «El problema no está tanto en que haya desarrollado el programa nuclear, sino que en paralelo han ido desarrollando capacidades armamentistas para lanzar esa bomba atómica», explica Gutiérrez. Pero tras los ataques, «Irán ahora tiene un problema porque les han dejado sin lanzaderas de misiles. Israel los ha destruido en esta guerra de doce días».

«Conocimientos suficientes»

En un artículo en ‘The Wall Street Journal’, Nicole Grajewski, investigadora del Programa de Política Nuclear del Carnegie Endowment for International Peace, señala: «El programa nuclear del país sigue siendo amplio y distribuido, con una redundancia significativa en cuanto a experiencia y liderazgo»
Quizás Irán no tenga que comenzar de cero su programa nuclear, pero sobre todo no tendrá que comenzar de cero en sus conocimientos. En una entrevista, el embajador iraní en España, Reza Zabib, dejaba claro que «tenemos los conocimientos suficientes para volver a hacer lo mismo».

Greg Mills: «Occidente da a Ucrania lo suficiente para no perder, pero no para ganar»

«¿Habría Putin invadido Ucrania seis meses después del colapso de Afganistán si Occidente no se hubiera retirado como lo hizo?», se pregunta el sudafricano Greg Mills, director de la Fundación Brenthurst y experto en conflictos. «Creo que él vio a Occidente como … débil, decadente, probablemente reacio a brindar asistencia a Ucrania», se responde. «En ese sentido, los conflictos están vinculados. Además, tienen demasiadas similitudes, como la guerra asimétrica o la dependencia del apoyo extranjero». Semejanzas que impulsaron a Mills a estudiar en profundidad las consecuencias de la invasión rusa, relegada estos días a un segundo plano tras la escalada en Oriente Próximo.
Mills, quien ha trabajado como asesor militar en Afganistán, colaborado con gobiernos africanos y analizado procesos de paz en Colombia, acaba de publicar ‘El arte de la guerra y la paz’ (Crítica) y también un nuevo informe sobre los posibles desenlaces de la guerra en Ucrania, en colaboración con el expresidente colombiano Andrés Pastrana y el exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón. «Dado que el conflicto ocurre en el corazón de Europa, queríamos analizar qué implicaciones tendrá para la seguridad continental y global», explica.
Una de sus principales conclusiones es que «Ucrania ha evolucionado de formas que ni siquiera los propios ucranianos han comprendido del todo. No sólo en cuanto al armamento o la sofisticación relativa, sino también en su organización y capacidad para manejar problemas complejos». Según Mills, hace tres años eso no era tan evidente. «Si querían un dron, lo compraban en China. Si querían armas avanzadas, las obtenían de Occidente. Su cultura de servicios era muy pobre, inadecuada. Pero se han organizado increíblemente rápido».

Parte de este cambio, señala, se debe al impacto de la diáspora: cerca de cinco millones de ucranianos han migrado a Europa Occidental desde el inicio del conflicto. «Estas personas están absorbiendo conocimientos, estándares y redes que, al regresar o colaborar con su país, pueden tener un efecto transformador similar al que ha tenido la diáspora en otras regiones, como Asia o África. Esta migración será clave para la reconstrucción y modernización del país en la próxima década».
—¿Qué posibilidades reales existen de alcanzar la paz en Ucrania?
–Una victoria total para Ucrania o para Rusia parece poco probable. En medio de esos extremos, hay varios escenarios posibles, pero para que una paz sea sostenible, se deben cumplir tres condiciones esenciales. Primero, ambas partes deben convencerse de que terminar el conflicto ofrece más beneficios que continuarlo. Segundo, debe haber presión equitativa desde la comunidad internacional para que ambas partes negocien, algo que actualmente no sucede: Rusia cuenta con el apoyo de aliados como China o Irán, mientras que el respaldo occidental a Ucrania es a menudo condicionado. Tercero, se necesita liderazgo fuerte, empático y con visión de largo plazo, además de un proceso de negociación claro y bien estructurado, que hoy no existe.
—¿Cuáles son esos posibles escenarios?
—Existen tres posibles rutas: continuar la guerra en una dinámica de desgaste; establecer un armisticio al estilo coreano (o una división tipo Alemania); o adoptar un modelo como el israelí, con treguas intermitentes en un estado de guerra latente. Este último escenario requeriría que Ucrania fortalezca su defensa y modernice sus capacidades ofensivas. En cualquier caso, el desenlace dependerá de cómo se aproveche cualquier tregua futura.
—¿Qué lecciones ha dejado esta guerra?
—Ha demostrado la eficacia de la tecnología barata y ha evidenciado que Ucrania ya no es un beneficiario de la seguridad europea, sino que se está convirtiendo en un facilitador, gracias a su tecnología de drones. Pero Occidente, hasta ahora, no ha ayudado lo suficiente para ganar, solo lo suficiente para no perder. Y esto ha prolongado el conflicto, con un altísimo costo humano y estratégico.
—¿Qué papel juega China en el conflicto?
—Los rusos dependen en gran medida de China para su industria armamentista: 90% de los chips y 70% de las herramientas de maquinaria provienen de allí. También necesitan municiones, suministradas por Corea del Norte, Irán y otros países con capacidad industrial militar. Irán, por ejemplo, ha apoyado a Rusia con drones Shahed, una tecnología relativamente básica. Esto revela un eje autoritario, opuesto a los valores democráticos occidentales, y refleja visiones distintas sobre el orden mundial, especialmente en torno al papel de China y la presión estadounidense. China actúa con ambigüedad, como el dios Jano: apoya el sistema internacional que ha impulsado su crecimiento, pero también busca transformarlo. Esta contradicción es clave. No se trata de volverse anti-China, sino de encontrar nuevas formas de relacionarse.
—Afirma que Ucrania debe superar la narrativa de víctima.
—Adoptar una narrativa de victimismo es peligroso, como se ve en Israel, donde la memoria del Holocausto ha influido en una política exterior que ha derivado en que el oprimido se vuelva opresor, especialmente en Gaza. En Ucrania, al inicio de la guerra, apelaban a la empatía internacional con una narrativa de debilidad, pero eso pierde fuerza con el tiempo, ya que el interés global cambia rápidamente de foco. Desde el inicio advertí que pedir ayuda con mensajes como «Ayúdanos» no apela al interés estratégico, que es lo que realmente moviliza a los países. Rusia ha mantenido una narrativa coherente basada en la fuerza, el destino y el derecho, mientras Ucrania ha evolucionado desde una narrativa de necesidad hacia una de autosuficiencia y capacidad.
—¿Cómo se evidencia eso?
—Ucrania ha demostrado ingenio militar y ha desarrollado su economía de guerra, recibiendo más de 300.000 millones en ayuda externa, pero también generando más de 100.000 millones por sí misma. Esa imagen de fuerza es más persuasiva que la dependencia, como lo demuestra el fracaso afgano. A futuro, la ayuda a Ucrania se sostendrá más por motivos de seguridad europea que por razones humanitarias. Eso es más eficaz para convencer a los donantes. Como africano, reconozco un paralelismo: en África, la ayuda se convirtió en una industria basada en pedir, no en generar desarrollo interno, lo cual ha sido un error. El verdadero desarrollo depende de recursos internos, buena gobernanza y voluntad. Ucrania, pese a su historia de corrupción postsoviética, ha mejorado. Desde 1991 ha vivido transformaciones profundas: Revolución Naranja, Euromaidán, la invasión rusa. Ha ganado presencia internacional por méritos propios, no solo por apoyo externo.
—¿Cuál es la clave para ese desarrollo?
—La acción. Que no se puede delegar en Occidente. Las partes involucradas, ya sea en Ucrania o en Venezuela, deben apropiarse de su lucha. En África hablamos de tres liberaciones: del colonizador, de los primeros libertadores corruptos, y la actual, que implica empoderar a cada ciudadano. La democracia es esencial en ese proceso. En Ucrania, esa transformación ha sido acelerada por la guerra. El país ha cambiado radicalmente en tres años, lo he visto con mis propios ojos. Ni siquiera puedo reconocer al país que vi al comienzo del conflicto, comparado con el que veo hoy, a pesar de la guerra. O tal vez precisamente por la guerra.
—¿Qué implica para la guerra en Ucrania el nuevo conflicto en Oriente Próximo?
—Plantea cuestiones similares, pero diferentes. Una guerra aérea puede alcanzar logros limitados. Si Israel quiere librar a Irán de la posibilidad de fabricar armas nucleares, es cuestionable que pueda hacerlo sin enviar tropas sobre el terreno. Aunque esto supone un revés a corto plazo para Teherán y un respiro para Netanyahu, es poco probable que aquí termine todo. El profesor Sir Michael Howard sugirió hace una década que los israelíes habían tomado la decisión consciente o inconsciente de vivir en una situación de guerra permanente, en lugar de hacer las concesiones que podrían ser necesarias para la paz. También argumentó que es peligroso para cualquier nación basar toda su política en la suposición de una superioridad militar indefinida. Esta suposición es tan peligrosa para Israel como lo es para Rusia.

Cazas y sistemas antiaéreos, las prioridades del rearme europeo

El rearme acelerado ha empezado. El último Consejo Europeo ha decidido pedir a la Comisión y a la Alta Representante para la Política Exterior que preparen una hoja de ruta para que todos los países pongan en marcha la modernización y mejora de sus capacidades. … La UE pone una parte del dinero, con un mecanismo de créditos blandos de hasta 150.000 millones de euros, y además espera que otros 650.000 millones se puedan movilizar por parte de los gobiernos que podrán superar los límites de déficit si se trata de gastos militares. A pesar de las reticencias de algunos países como España, que han quedado en una aplastante minoría, los europeos van a poner al día sus arsenales a toda velocidad para construir un sistema defensivo capaz de disuadir a Rusia, que al socaire de la guerra de Ucrania está construyendo las capacidades necesarias para ser una amenaza real.
Para los europeos, ahora empieza el baile de la elección de material o de la construcción de industria de material de defensa, es decir, el camino que definirá hacia dónde va a fluir todo ese dinero. Las instituciones europeas quieren que esta inversión sirva también para desarrollar una industria militar propia, pero el presidente estadounidense, Donald Trump, no oculta sus aspiraciones de vender el material que se fabrica allí por razones no solo económicas.
Los líderes europeos han establecido un panorama de necesidades a la luz de la experiencia de la guerra de Ucrania que se está desarrollando a base de elementos que hace unas pocas décadas habrían sido irrelevantes. Uno de los principales objetivos es, por ejemplo, desarrollar una tecnología propia para los sistemas de defensa antiaérea, que no solo tienen que poder reaccionar contra aviones enemigos, sino sobre todo contra misiles y drones de largo alcance.

Para acceder a los fondos de la Comisión, las adquisiciones deben involucrar al menos a dos países de la UE o sus aliados más próximos (Noruega, Islandia o Suiza) e incluso se puede considerar en este caso a Ucrania, que puede ser el destino de esas compras. Sin embargo, además de ello, se requiere que al menos el 65% de los componentes se produzcan en la UE, es decir, que ese material solo puede tener un 35% de componentes extraeuropeos.

Competencia de EE.UU.

Este requisito tiene la ventaja de que sirve al mismo tiempo para reforzar la economía europea y el desarrollo de tecnologías militares, además de incentivar la interoperatividad de esas armas entre los ejércitos de varios países, pero también el inconveniente de que no tiene en cuenta la urgencia que limita las posibilidades a los productos que ya existen. Los norteamericanos disponen del sistema Patriot, cuya eficacia ya ha sido probada en diversos escenarios y lo utilizan varios países europeos (España entre ellos). Francia e Italia han desarrollado el SAMT-NG, mientras que Alemania y Polonia usan el ARROW 3, una variante mejorada por Israel mientras esperan el desarrollo de la European Sky Shield Initiative (ESSI), que construiría una especie de barrera en toda la frontera oriental de la UE.

De misiles a drones
Arriba, un sistema de lanzacohetes Patriot, la opción más barata y rápida para dotarse de una defensa antiaérea, pero de la que Estados Unidos no tiene una disponibilidad ilimitada; debajo, a la izquierda, Un militar apunta con un misil Mistral desde una azotea;a la derecha, drones de combate. La UE espera que los europeos sean capaces de desarrollar tecnologías propias
AFP/ABC/OTAN

Para hacerse una idea de la situación se suele citar como ejemplo que en Europa hay 17 modelos de tanques o 20 tipos de aviones y, hasta hace poco, los arsenales de los países europeos estaban divididos entre aquellos que provenían de estándares soviéticos, que tienen calibres diferentes, y los que utilizaban tecnología occidental. Uno de los escasos beneficios de la guerra de Ucrania ha sido que ha consumido todos los restos de materiales, equipos y munición que seguían los modelos de la dictadura soviética y que se almacenaban en los arsenales de los países del Este, por lo que ahora estos pueden partir prácticamente de cero y dar el salto a material moderno plenamente compatible con la OTAN, lo que los convierte en los clientes favoritos de toda la industria militar a los dos lados del Atlántico.

Material llave en mano

Francia es seguramente el país que más ha presionado para que la financiación comunitaria esté limitada a las adquisiciones de material europeo, porque su industria es capaz de fabricar determinado material, incluidos los aviones Rafale, que han tenido cierto éxito en el mercado internacional, aunque tendrían que esperar para recibirlos. Sin embargo, los países que más prisa tienen en reforzar y modernizar sus arsenales quieren comprar material llave en mano y con garantías.
En materia de aviación, por ejemplo, el Eurofighter construido conjuntamente por España, Alemania, Italia y Reino Unido, además de generar un cuadro de sinergias muy importante en el seno de la OTAN, es probablemente el mejor avión fabricado en Europa y uno de los mejores del mundo. Sin embargo, es también uno de los más caros y su comercialización internacional ha estado limitada por los vetos cruzados que tienen los cuatro países fabricantes hacia los posibles compradores.
Con ese panorama, hay varios países, como Alemania, Francia y España, que ya están implicados desde hace años en el desarrollo del Futuro Sistema Aéreo de Combate (FSAC), que podría convertirse en el estándar de todos los países, pero todavía no tiene ni siquiera una fecha para producirlos. Mientras tanto, ya hay muchos gobiernos que en la urgencia de la guerra han enviado sus cazabombarderos a Ucrania (primero los de origen soviético y luego otros también sus veteranos
F-15 de origen norteamericano) y que a la vista de la situación han decidido que no pueden esperar y ya han decidido comprar los nuevos F-35 estadounidenses, con capacidad furtiva, lo que además los elimina de la lista de los futuros usuarios posibles del FSAC.
En todo caso, lo que es evidente es que más allá de las polémicas por el 5% del PIB en la OTAN, Europa camina hacia su rearme a pasos agigantados.

Rodrigo Duterte , el presidente con licencia para matar

«No bromeo. Cuando sea presidente, les daré a los militares y los policías la siguiente orden: encontrad a esa gente y matadla, y punto». Esta declaración la hizo Rodrigo Duterte durante un acto de campaña pocos días antes de las elecciones presidenciales de … 2016, que ganaría con el 39% de los votos, y más de 16,6 millones de papeletas.
Se había presentado a regañadientes y en el último momento, pero no era un candidato desconocido. Duterte llegaba con el aval y la experiencia de haber sido alcalde de la ciudad de Davao –la más grande de la isla filipina de Mindanao– durante 22 años, esquivando las normas de reelección y apoyado, siempre, por el fervor popular. Allí cimentaría su fama de hombre duro –era conocido popularmente como ‘el castigador’–. Tras haber declarado la guerra contra las drogas, convirtió Davao en una de las ciudades más seguras de Filipinas.
Sus métodos, barrer las calles de drogadictos, traficantes y delincuentes a balazos, no le cerraron las puertas del poder, sino todo lo contrario. Desde la presidencia extendió la guerra, durante seis años, a todo el territorio nacional. Nunca le importó el precio que tendría que pagar.

Escuadrones de la muerte

El pasado mes de marzo, pocos días antes de cumplir 80 años, Duterte fue detenido por orden de la Corte Penal Internacional (CPI) en La Haya, acusado de crímenes de lesa humanidad. Entre los cargos, se le señala por ser el presunto responsable de casi una veintena de ejecuciones extrajudiciales en la ciudad de Davao a manos de los Escuadrones de la muerte, que él mismo dirigió, según reconoció en 2024 –«hice lo que tenía que hacer»–. También se le acusa de otras 24 muertes de presuntos delincuentes cuando era presidente. «Independientemente de lo que ocurriera en el pasado, yo seré el rostro de nuestras fuerzas del orden y del Ejército. Lo dije y lo reitero: los protegeré y asumiré la responsabilidad por todo», afirmó el expresidente en un vídeo desde La Haya.
Esas cifras, sin embargo, están muy lejos de reflejar la verdadera magnitud de la guerra promovida y ejecutada por Duterte durante décadas. Según los datos oficiales de la Policía filipina, durante su mandato más de 6.600 personas murieron en operativos antidroga y operaciones extrajudiciales, un número mucho menor al barajado por las ONG locales, que lo sitúan en más de 30.000 personas.

Love-Love

Los padres de Love-Love forman parte del listado de víctimas de esa guerra. Ella, con poco más de diez años, los vería morir, sin compasión y a sangre fría, ante sus ojos. De ahí, que el día que se enteró –ya siendo mayor de edad– de la detención de Duterte llorara abrazada a sus hermanos. Ahora tendrán que esperar años para ver el desenlace de un juicio que dará comienzo el próximo 23 de septiembre.
La demoledora historia de Love-Love es una de las que vertebran el libro ‘Que alguien los mate’ (Reservoir Books), de la periodista filipina Patricia Evangelista. Un relato que golpea tan fuerte que debes sobreponerte para continuar leyendo, una tras otra, las historias de los familiares que han perdido hijos, hermanos, padres… en esta guerra; pero también los testimonios de los justicieros que apretaron el gatillo o blandieron un cuchillo contra personas atadas de pies y manos, cuyos nombres aparecían en esa lista. Unos cobraron por ello; otros, fieles a la causa de Duterte, no. En las primeras seis semanas de su mandato fueron asesinadas 899 personas.
Para entonces, Evangelista ya era una periodista curtida en sucesos y hechos violentos. «Mi trabajo consiste en ir a lugares donde la gente muere. Hago la maleta, hablo con supervivientes, escribo sus historias y luego vuelvo a casa y espero a la próxima catástrofe. Nunca tengo que esperar demasiado», se confiesa en el libro. Una labor que desempeñó desde 2011 en la web de noticias Rappler, cofundada por María Ressa, galardonada con el premio Nobel de la Paz en 2021.
Pero Evangelista, que nació en los albores de la democracia filipina, quería ir un poco más allá de una nota colgada en una página digital. Buscaba respuestas: «¿Por qué estamos permitiendo que esto suceda?». Algo que ha tratado de responder a través de este libro. «Me llevó mucho tiempo saber qué es lo que estaba pasando», admite durante una entrevista con ABC.
La reportera filipina reconoce que lo más difícil de este tiempo en la trinchera no fue ejercer el periodismo, ni hacer labores de investigación, sino «hacer real lo que estaba pasando sobre el terreno. En esta guerra contra las drogas, el gobierno de Duterte pintó a los criminales, a los traficantes, a los drogadictos, a los sospechosos como no humanos».

«En esta guerra contra las drogas, el gobierno de Duterte pintó a los criminales, a los traficantes, a los drogadictos, a los sospechosos como no humanos»

Patricia Evangelista
Periodista filipina

El reto para Evangelista era presentar la narrativa real: «Contar que estas personas eran ciudadanos, seres humanos que merecían los mismos derechos que todo el mundo». Y para humanizar a las víctimas era preciso acercarse a sus familias y a su dolor. «Después de haber atravesado un infierno era muy difícil pedirles que compartieran su historia. Esos testimonios son los que le devuelven la categoría humana a las víctimas de la guerra de Duterte», asevera.
Periodista del trauma, como ella misma se califica, durante años Evangelista ha cubierto desastres, muertes, accidentes… «Llegó un momento en que me di cuenta de que lo más importante era honrar a la persona de la que cuentas la historia». Como los corresponsales que cubren conflictos –en su caso en su propio país–, a Evangelista la guerra también le ha dejado cicatrices. «Los periodistas no somos cámaras, registramos, documentamos y cada historia que hacemos vive dentro de nosotros. Tienes que gestionarlo, y saber que parte de nuestro trabajo consiste en ser testigo», explica. «Y, por supuesto, que yo llevo el trauma de la guerra como muchos de mis compañeros; no puedes salir de esto sin estar afectado. Pero es un precio muy pequeño a pagar por el privilegio de contar una historia», subraya.

Muerte y esperanza

Después de sumergirse en las historias del libro hay una pregunta que emerge inmediatamente: ¿Qué es lo que lleva a un país a elegir a un presidente que mata a sus conciudadanos sin temblarle el pulso? «La misma razón que en otros países en los que han sido elegidos autócratas», responde Evangelista. «En Filipinas somos vulnerables porque las instituciones han fracasado, no han apoyado a los filipinos. Muchos sienten que el gobierno no es empático a sus necesidades. Así que llegó Duterte, que se pintó a sí mismo como un hombre normal, y dijo que con su elección acabaría todo lo malo: la corrupción, las drogas, la criminalidad… Que lo iba a hacer en un plazo de entre tres y seis meses».

«Llevo el trauma de la guerra como muchos de mis compañeros. Pero es un precio muy pequeño a pagar por el privilegio de contar una historia»

Duterte se postuló en un momento en el que los filipinos miraban con escepticismo al poder. «Estamos acostumbrados a que la gente nos decepcione. Y él dijo que ya lo había hecho antes: ‘He matado por el bien del país’. La gente entonces tal vez votó por la muerte, pero también votó por la esperanza de que las cosas cambiaran –explica–. Duterte contó una historia y recogió todos los miedos y la venganza que la gente sentía, y les dio un nombre: drogas ilegales. Dijo que las iba a destruir para proteger el país».
A las informaciones y las imágenes sobre los asesinatos extrajudiciales, expuestos por medios como Rappler, el gobierno contestó con una contranarrativa que los justificaba: los culpables siempre eran los delincuentes. «A la gente le parecía bien, así debía ser la guerra contra las drogas. Lo esperaban».

La guerra contra las drogas de Duterte
Arriba, La Policía inspecciona el cadáver de un presunto drogadicto abatido a tiros en la ciudad de Manila, en 2018; Debajo, a la izquierda, la periodista filipina Patricia Evangelista; a la derecha, el expresidente Duterte durante una comparecencia ante la CPI, en La Haya, tras ser detenido el pasado mes de marzo.
Pablo M. Díez/ Mark Nicdao/ Reuters

Una contranarrativa que venía directamente del propio presidente. «Al día siguiente de ser asesinadas 32 personas en una noche en la provincia de Bulacan, Duterte dijo que la Policía hizo lo que tenía que hacer;y luego afirmó que fue algo hermoso», rememora la periodista filipina.
Sin embargo, entre tanta información y contrainformación hubo un punto de inflexión en la guerra contra las drogas y en la respuesta del gobierno. Un vídeo colgado en las redes mostró el asesinato de una madre y su hijo, durante una fiesta en su jardín, a manos de un agente de policía. «Fue el momento en el que las cosas se hicieron reales para mucha gente, ocurrió en 2020. Llevábamos cuatro años en guerra, y la gente dijo no, así no nos comportamos los filipinos. Ese vídeo era el resultado de muchos años de impunidad de la policía, que pensaba que podía matar delante de la gente». Duterte, férreo defensor de la Policía, criticó la acción.

«En cuatro o cinco segundos ves cómo se puede asesinar. Se tarda más tiempo en escribir una frase que en matar a un hombre»

Tras el efecto inicial, sin embargo, Evangelista cree que aquello tampoco «cambió mucho las cosas», aunque a ella le afectó de una manera muy personal. «Fue la primera vez que vi un asesinato. Yo llego a la escena y documento la víctima ya muerta. Fue un shock para mí ver el vídeo. En cuatro o cinco segundos ves cómo se puede asesinar. Se tarda más tiempo en escribir una frase que en matar a un hombre», apostilla.

Detención en La Haya

La periodista filipina, que actualmente participa en el programa de residencias internacionales del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), reconoce que el arresto de Duterte por la Interpol le sorprendió mucho: «No pensé que llegara la Justicia. Las familias llevaban años intentando que esto pasase, y estaban felices tras la noticia. Es un avance, pero sus maridos y sus hijos están muertos. Ninguna Justicia puede compensar lo que han perdido. Ha sido una lucha enorme que todavía no ha terminado porque solo es un arresto, y él sigue siendo alcalde…», señala Evangelista, que hace referencia así a la victoria electoral que acaba de lograr Duterte, aún estando preso en La Haya, en su antiguo feudo, Davao.
«Allí la gente es completamente devota de Duterte, le adoran… Para ellos es el mejor alcalde que han tenido. Su amor por él supera cualquier cosa», asegura. Tal es la devoción que sienten por él y por su familia –su hija Sara es actualmente vicepresidenta del país–, que Evangelista admite que si volviera a presentarse a la presidencia de Filipinas «habría probabilidades de que ganase» a pesar de las acusaciones.

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