La guerra comercial de Donald Trump contra el mundo se materializa este miércoles. Es la fecha señalada para la entrada en vigor de los llamados aranceles ‘recíprocos’ que el presidente de EE.UU. anunció la semana pasada, que suponen una sacudida estructural al comercio global … y que han agitado los mercados en la última semana.
Mientras se acercaba la hora para su aplicación, la medianoche del martes al miércoles -seis de la mañana del miércoles en España-, Trump daba señales crecientes de querer llegar a acuerdos con sus socios comerciales para aliviar esos aranceles.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, aseguró que cerca de 70 países habían contactado a la Casa Blanca para tratar de aliviar los aranceles y pronosticó que EE.UU. «podría acabar consiguiendo buenos acuerdos».
El representante comercial de EE.UU., Jamieson Greer, compareció ante el Senado para explicar el despliegue de las tarifas. Insistió en la existencia de negociaciones con algunos países y defendió que la política para acabar con los grandes déficits comerciales de EE.UU. «va en la buena dirección».
La Administración Trump ha mantenido un discurso contradictorio sobre los aranceles: desde que son innegociables -en lo que se insistía sobre todo al comienzo- hasta reconocer que todo puede estar encima de la mesa.
«El presidente siempre está dispuesto a que le llamen», dijo su portavoz, Karoline Leavitt, en rueda de prensa. «Traed vuestras mejores ofertas y él escuchará», añadió la portavoz, que detalló que la Administración Trump dará prioridad en las negociaciones a los «países aliados» de EE.UU. Al mismo tiempo, aseguraba que el presidente tiene «nervios de acero» y que «nunca cederá».
Leavitt explicó que Trump se reunió en la mañana del martes con su equipo comercial y les instruyó a negociar «acuerdos hechos a medida con todos los países que descuelguen el teléfono». En cualquier caso, la portavoz aseguró que no habrá retrasos en la imposición de los aranceles, incluso en medio de negociaciones.
Algunas tenían buenas perspectivas. El propio Trump celebró un acuerdo inminente con Corea del Sur, un gran aliado y socio comercial, y detalló que el equipo negociador surcoreano estaba camino de EE.UU. En la víspera, el presidente de EE.UU. había hablado con el primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, lo que provocó que el Nikkei, el indicador de referencia de la Bolsa de Tokio, se disparara un 6% en la sesión del martes.
Las espadas seguían el martes en todo lo alto, sin embargo, en la confrontación más decisiva: con China, uno de los mayores exportadores a EE.UU. y su gran rival geoestratégico. Trump buscó, a la vez, mantener la posición de fuerza contra el gigante asiático y abrirse a una negociación que está en el interés de todos.
Leavitt confirmó que las exportaciones de China sufrirán a partir del miércoles un arancel del 104%, una tasa descomunal, como consecuencia del toma y daca comercial entre ambos países. Dentro de sus aranceles ‘recíprocos’, Trump decidió que China recibiría uno del 34%, que sería adicional al 20% que ya sufren la mayoría de sus exportaciones a EE.UU. Pekín respondió con un arancel del mismo tamaño, 34%, lo que enfureció a Trump. El presidente de EE.UU. amenazó con otra tasa del 50% -para un total del 104%- si China no retiraba su arancel, algo que por el momento no va a ocurrir.
«China está desesperada por llegar a un acuerdo, pero no saben por dónde empezar», defendió Trump en la mañana del martes. «Estamos esperando su llamada. ¡Ocurrirá!».
Al cierre de esta edición, la llamada no se había producido y Trump parecía sumarse también a esa desesperación. «El presidente me ha pedido que os diga que si China le contacta para llegar a un acuerdo, él será increíblemente benévolo», dijo Leavitt.
Setenta países
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, detalló que hay negociaciones en marcha con unos setenta países que han llamado a la puerta de Trump para aliviar los aranceles que entran en vigor este miércoles
Ni retrasos ni excepciones
La Administración Trump ha insistido en que, pese a las negociaciones, no habrá retrasos en la aplicación de los aranceles ni excepciones para algunos sectores, como exigen algunos legisdores del Congreso.
Desesperación
Trump ha defendido que China está «desesperada» por llegar a un acuerdo con EE.UU.. Pero el presidente también ha dado señales de querer el entendimiento y ha prometido ser «increíblemente benévolo».
Nerviosismo
El nerviosismo domina EE.UU. con la entrada en vigor de los aranceles: los mercados volvieron a caer y un senador republicano preguntó: «¿Qué garganta estrangulo si esto sale mal?»
Como es habitual en la Administración Trump, todo quedaba en el aire sobre una posible llamada china o sobre acuerdos anunciados con países específicos al filo de la campana. Eso afectó a los ánimos, tanto en los mercados como en la política. Mientras la Bolsa de Nueva York se encaminaba a un cierre con pérdidas después de haber arrancado con un fuerte rebote alcista, la comparecencia en el Senado de Greer servía para exteriorizar las dudas de los legisladores sobre la estrategia comercial de Trump.
«Espero que podamos evitar una guerra comercial total», pidió al representante comercial el senador Steve Daines, ante la evidencia de que los acuerdos se resistían a la Administración. «¿Qué garganta estrangulo si esto sale mal?», preguntó el senador Thom Tillis.